Las mujeres de Sant Feliu de Pallerols y el arte de tejer comunidad

Artículo de opinión escrito por el médico y escritor

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Foto cedida

 

En Sant Feliu de Pallerols, entre montañas y volcanes, ha surgido un proyecto tan sorprendente como conmovedor. Medio centenar de mujeres del pueblo han conseguido transformar una tarea aparentemente sencilla, como tejer flores de lana, en una muestra espectacular de arte, colaboración y resiliencia cultural. Desde sus casas o en espacios compartidos como el Taller Obert de Can Rata, la Sala Polivalent de Ca les Hermanas y la sala adjunta a la Piscina Municipal, estas artesanas han invertido decenas de jornadas para envolver un árbol metálico de gran altura que preside la entrada del pueblo. El resultado, una instalación decorada con 85.000 flores de lana, merece no solo el reconocimiento local, sino también un lugar en el Guinness World Records.

 

Una flor, una historia

Cada flor de lana es un pequeño universo de colores y texturas que refleja la implicación y los valores de estas mujeres. Como un mosaico de paciencia, las flores han sido tejidas con lanas de todo tipo, recicladas o compradas, demostrando que la sostenibilidad y el arte pueden ir de la mano. Al final, estos pequeños "botones" de lana no solo decoran un árbol; simbolizan la fuerza de una comunidad capaz de unir esfuerzos con un objetivo común.

El proyecto ha crecido hasta dimensiones extraordinarias gracias al entusiasmo de estas mujeres. De las primeras reuniones, llenas de dudas e ideas, se ha pasado a miles de flores colocadas sobre redes y arpilleras. Pero las cifras son aún más ambiciosas: el reto fue alcanzar las 85.000 flores, un objetivo que parecía titánico si no quimérico, pero que estas mujeres han logrado con energía y determinación, contando siempre con el apoyo de la concejala de Cultura, pieza clave para garantizar la logística y motivar al colectivo.

 

El corazón del Taller Obert y los espacios compartidos

El Taller Obert de Can Rata, la Sala Polivalente de Ca les Hermanas y la sala adjunta a la Piscina Municipal han sido los centros neurálgicos de esta explosión creativa. Estos espacios se han convertido en verdaderos refugios de inspiración y trabajo, donde las manos de las artesanas han ido creando, puntada a puntada, un proyecto que trasciende la obra en sí misma. Fundado por el Grupo de Mujeres del pueblo, el Taller Obert es mucho más que un lugar de trabajo; es un laboratorio de ideas y un espacio intergeneracional donde se mezclan tradición e innovación.

 

El espíritu de colaboración, de ayer y de hoy

Este proyecto se inscribe en una larga tradición de trabajo colaborativo protagonizado por mujeres, que ha dado lugar a obras de arte e iniciativas extraordinarias. En nuestro entorno cultural y en otras regiones, encontramos ejemplos que resuenan con el espíritu de las mujeres de Sant Feliu de Pallerols:

Las mujeres de Gee’s Bend (Estados Unidos): Aunque geográficamente lejanas, estas mujeres afroamericanas transformaron residuos textiles en piezas de arte reconocidas mundialmente. Sus quilts, tejidos colectivamente, son una metáfora de la fuerza de la comunidad, un valor que conecta perfectamente con la obra de nuestras artesanas.

Las brigadas de tejedoras de Europa Oriental: En momentos de escasez, como en la posguerra, las mujeres de Polonia y Ucrania se unieron para crear alfombras, ropa y obras textiles que servían tanto para sobrevivir como para decorar los hogares con belleza. Su capacidad para unir arte y función encuentra un paralelismo en el árbol de lana de Sant Feliu.

Las mujeres Adire de Nigeria: Aunque de otra cultura, las mujeres Adire preservan técnicas tradicionales de teñido que se organizan en comunidad, creando obras que son tanto un legado como un acto de colaboración. Estas mujeres, al igual que las de Sant Feliu, trabajan con sus manos para dejar una huella colectiva en su entorno.

Las Tricoteuses de la Revolución Francesa: Este grupo de tejedoras, más conocido por su participación en los eventos políticos, simboliza el poder del trabajo manual como un gesto colectivo y significativo. Su presencia en la plaza de la Revolución, mientras creaban con sus manos, evoca el mismo simbolismo que ahora tiene el árbol de Navidad de Sant Feliu: un trabajo que une a la comunidad y le da voz.

 

El valor de un proyecto compartido

El trabajo colectivo, a menudo infravalorado en una sociedad orientada al resultado, es aquí la clave del éxito. El espíritu colaborativo, el empuje y la determinación de estas mujeres han tejido mucho más que flores; han tejido vínculos. El árbol no solo es un símbolo de la creatividad local, sino también una metáfora de las raíces y las ramas que conectan a esta comunidad.

 

¿Un Guinness local?

Tal vez sí, este árbol merece un lugar en los récords mundiales. Pero más allá de los reconocimientos formales, la gran victoria de este proyecto radica en el orgullo compartido del pueblo. Sant Feliu de Pallerols puede presumir de algo más que volcanes y paisajes idílicos; puede presumir de una fuerza humana capaz de transformar una idea sencilla en una obra monumental.

Con este trabajo de flores, y gracias al empuje de la comunidad y al apoyo institucional, la Navidad en Sant Feliu será más cálida y colorida que nunca. Si la belleza y el arte se miden por el corazón que se pone en ellos, este árbol no tiene rival.

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