Anonimato: provecho e incoherencia

El anonimato en las redes permite acosar, difamar y maltratar impunemente

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Alerta, anónimo
Anonimato - Canva Pro

 

En su libro La caja de palabras, la filóloga Lucía Sesma destaca que, en la medida en que interactuemos unos con otros, siempre se necesitarán especialistas en Lengua. En ocasiones, la interpretación de unas palabras marca el desarrollo de los acontecimientos. Lucía Sesma cuenta cómo el 9 de noviembre de 1989, una pregunta de un periodista italiano a un representante del Gobierno de la Alemania Oriental desencadenó el derribo del Muro de Berlín. “¿Cuándo entrará en vigor (el plan de apertura de fronteras)? ¿De inmediato?”. El político, confuso, rebuscó entre sus papeles y soltó lo que no pensaban hacer todavía: ab sofort (de inmediato). Nada se hizo esperar entonces para alcanzar una libertad intensamente deseada.

‘Houston, we’ve had a problema here’ es la frase de un astronauta del Apolo 13 en viaje a la Luna en 1970. Hablaba de un problema que habían tenido. Sin embargo, se ha popularizado una frase que se repite a menudo: ‘Houston, tenemos un problema’, en presente. Es un ejemplo de distorsión, en cuanto que nunca se dijo en aquella ocasión evocada. ¿Quién la comenzó? Ya no importa saberlo cuando ‘todo el mundo’ la repite.

Álex Grijelmo ha escrito en La perversión del anonimato que el anonimato es imprescindible unas veces y deplorable otras. Hay un derecho reconocido a la confidencialidad, que distingue lo privado y lo público. Por ejemplo, en España funciona hace más de medio siglo una asociación de Alcohólicos Anónimos que, lógicamente, reclama preservar el nombre de quienes se someten a terapias de recuperación; fácilmente gusta el señalamiento y prende entre la gente el afán por escarnecer. Hay también un secreto médico y otro de confesión que sólo muy excepcionalmente se pueden vulnerar con la justificación de evitar males irreversibles. Por otro lado, salvo permiso judicial, las imágenes de video vigilancia están protegidas. Y, por supuesto, se debe proteger a los testigos de fechorías y ocultarlos hasta que declaren, cuando menos.

El anonimato en las redes permite acosar, difamar y maltratar impunemente. Son nefastos y desfiguradores los trols, usuarios que boicotean y revientan desde el ocultamiento; capuchas y capirotes cobardes y violentos. Hay que contar asimismo con la perversión de denunciar en falso, o cuando se suplanta y se usurpa un nombre (espejo de cada hombre). El anonimato se debe desvelar. Una autoría identificada permite complementar hechos y garantizar derechos, lo cual reclama nombres propios. “Nosotros morimos, pero el nombre continúa”. Así el del contable sumerio Kushin que vivió hace más de 5.000 años, cerca del Éufrates: con él apareció la primera firma conocida de alguien que se hacía responsable de los datos que ofrecía.

El anonimato de donantes de órganos previene determinadas incomodidades, como la de la viuda que hace años buscaba casarse con el receptor del corazón de su marido, o de quien prohibió a su familia que investigara quién le había donado tiempo atrás una parte de su cuerpo. Otra cosa es saber quién es tu padre biológico. En la reproducción asistida se guarda el anonimato de los donantes de semen u óvulos. Pero hay países que garantizan el derecho de los hijos a conocer su origen: Suecia (1984), Suiza y Austria (1992), Países Bajos y Nueva Zelanda (2004), Reino Unido (2005), Finlandia (2006).

Otro detalle a considerar es que en España un donante está limitado por ley a generar seis nacimientos. En 2017 se supo que un donante de semen holandés había engendrado más de cien hijos. Y hay quienes le han superado con creces.

Álex Grijelmo cuenta que, gracias al manejo de datos, Google España ingresó en 2019 unos 1.900 millones de euros en publicidad, según informa el Estudio sobre las condiciones de competencia en el sector de la publicidad ‘online’ en España, de la Comisión Nacional del Mercado de Valores. Por otro lado, en cuanto a los comentarios acerca de la calidad de hoteles y restaurantes, hay que notar y diferenciar si están hechos por clientes comprobados o por cualquiera, interesado en halagar o desacreditar. Desvirtúan la realidad, por lo que nos empujan a descreerlos o a ponerlos en la picota. ¿Quién sabe?

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