Obras son amores...
Se dice pronto, enfrentar al poder, algo muy, pero que muy difícil de hacer. No obstante, es total y absolutamente necesario; porque si el poder no se enfrenta, si no se combate, acabamos engullidos por él
Suele creerse que por las ideas se define a las personas; pero a lo largo de mi vida he ido constando en cientos de experiencias que esa creencia no es cierta. Y no sólo no es cierta, sino que, además, paradójicamente se pregona o se presume de pensar aquello que, en demasiadas ocasiones, es antagónico a lo que se hace.
De lo anterior nadie escapa; incluida yo, por supuesto. Una cosa es, decir soy progresista, conservador o coherente y otra muy distinta serlo en todos los actos de nuestras vidas. Cuando yo era muy joven solía poner de relieve que siempre me iban a encontrar a la izquierda del poder establecido. Los años y la reflexión me han enseñado que no se trata de estar a un lado o al otro lado del poder establecido; y que el único lugar desde el que se puede combatir al poder cuando éste es corrupto (y lo es por naturaleza) es situarse frente a él; es decir, enfrentarlo.
Se dice pronto, enfrentar al poder, algo muy, pero que muy difícil de hacer. No obstante, es total y absolutamente necesario; porque si el poder no se enfrenta, si no se combate, acabamos engullidos por él. No tenemos opciones: o pertenecer al rebaño o “valar” libres. Los rebaños están muy bien, al igual que las masas humanas para unir fuerzas, es necesario hacerlo así para que se igualen las posibilidades en la contienda (y esto es siempre una lucha por la supervivencia individual y colectiva, por la libertad y la justicia).
Aun lo anterior, el individuo no debe jamás ser disuelto en la masa. No somos masa, somos seres individuales y libres en esencia. La única cosa que merece sobrevivir de nosotros es nuestro sentido de la individualidad, sin eso nunca llegaremos a ser nada; Y no se trata de llegar a ninguna cúspide u ostentar relevancia social…”NADA” somos cuando no manifestamos nuestro “YO”, nuestra impronta única e intransferible, cuando no luchamos por SER.
Para enfrentar a cualquier poder establecido y ejercer de “plato contrario en la balanza”, consiguiendo el equilibrio de fuerzas y, por tanto, la justicia, es necesario tener el valor de considerarnos seres con derecho a la libertad y a la dignidad humanas; utilizando ese valor en defenderlas siempre y en todo momento con las herramientas que tengamos a nuestro alcance. No se trata, por supuesto, de ser kamikazes o violentos; se trata de hacernos cargo de nuestro deber y depositar nuestro grano de arena donde corresponde.
Cada uno a su manera hace; en ese HACER está su SER. Pensar está muy bien y esgrimir esos pensamientos en forma de ideas paradigmáticas también está muy bien; pero se vuelve muy destructivo, muy inconexo con nosotros mismos y muy tóxico el no llevar a la práctica las ideas.
Lo dijo el mayor de los Maestros: “Por sus frutos los conoceréis”. Esta sola frase encierra la esencia de aquello que debemos valorar con respecto a nosotros mismos y con respecto a los demás.
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