Nicolás Maduro consuma su golpe de Estado como buen dictador

"Los dictadores no dejan nunca de serlo, ni durmiendo: mienten, aterrorizan a la ciudadanía y reducen la libertad a ellos mismos y a su grupo de palmeros, que viven riéndole las gracias sin protestar sus decisiones"

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Nicolás Maduro
Nicolás Maduro, en archivo. Foto: Europa Press

 

Los dictadores no dejan nunca de serlo, ni durmiendo: mienten, aterrorizan a la ciudadanía y reducen la libertad a ellos mismos y a su grupo de palmeros, que viven riéndole las gracias sin protestar sus decisiones.

Este viernes, la comunidad internacional estaba pendiente de Venezuela por ser el día fijado para la toma de posesión del presidente del país: un candidato elegido legítimamente, Edmundo González, y el dictador Maduro, quien manipuló los resultados electorales para continuar gobernando con mano dura, como siempre lo ha hecho. Las actas que se le han pedido a Maduro para conocer realmente los resultados no han sido mostradas, ni las mostrarán, porque los resultados no son los que han dicho, y los organismos que él mismo controla y manipula actúan según le conviene.

La hora indicada oficialmente para la toma de posesión era las 12 horas locales, las cinco de la tarde, hora española. Además de cerrar las fronteras por tierra y aire, por si acaso aparecía el legítimo ganador, Edmundo González, su juramento se adelantó varias horas para evitar que, pese a las medidas represivas tomadas, pudiera aparecer el legítimo ganador, a quien a lo largo de la semana ha venido amenazando: secuestró a su yerno y, el jueves, detuvo y posteriormente liberó a María Corina Machado. Dos avisos que quizás han retraído a Edmundo González en su intento de llegar a Caracas e intentar ser investido. Por si acaso, hasta el lugar elegido para la toma de posesión ha sido cambiado.

Consumado ya el golpe de Estado del dictador Maduro, quien tiene, de momento, seis años por delante para seguir oprimiendo más a los venezolanos, algunos de ellos, dada la situación, están dispuestos a marcharse de su país con la tristeza de abandonarlo y con la desilusión de la impotencia de que no ha sido posible el cambio de presidente y de régimen. Seis años de dictadura son demasiados, insufribles.

Maduro, rodeado de muy pocos presidentes —solo los de Nicaragua (también dictadura) y Cuba, tres cuartos de lo mismo— ha recibido la reprobación de EE. UU., que ha aumentado a 25 millones de dólares la recompensa para cualquier información que pueda llevar a la captura del dictador venezolano, así como de su gran ejecutor, Diosdado Cabello, por quien también ofrecen otros 25 millones. Mientras tanto, la Unión Europea ha aprobado nuevas sanciones contra la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela y también contra los ministros del gobierno de Maduro, porque la UE considera que todos ellos han contribuido a socavar la democracia y el Estado de derecho en Venezuela. Por su parte, el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, reiteró su apoyo a Edmundo González y rechazó la investidura de Nicolás Maduro. La Red Liberal de América Latina ha expresado su profunda preocupación por la crisis que atraviesa Venezuela.

El secretario general de la ONU, António Guterres, dijo seguir “con mucha preocupación la situación en Venezuela, donde el presidente Maduro se juramentó para un tercer mandato en medio de denuncias de fraude”, y ha pedido liberar a todas las personas detenidas.

Decía Montesquieu que “Cuando se busca tanto el modo de hacerse temer se encuentra siempre primero el de hacerse odiar”.

El más crítico con la situación ha sido el expresidente español Felipe González, quien ha declarado que Maduro ha asumido la presidencia “como lo que es, un cobarde que da un golpe de Estado, que roba la soberanía popular y se queda en el poder basado en las bayonetas”. El expresidente socialista ha exigido a la comunidad internacional, especialmente a la UE, que reconozca a Edmundo González como ganador de las elecciones. “No hacerlo es un gesto de cobardía”. En esa línea, Felipe González ha llamado al gobierno de Pedro Sánchez a encabezar los esfuerzos políticos europeos para buscar el restablecimiento de la democracia en Venezuela. Otros países también han mostrado su rechazo al golpe de Estado de Maduro.

Pasadas unas horas, María Corina Machado compareció a través de las redes para explicar lo sucedido con su detención en el día de ayer, cuando había sido arrestada por policías de Maduro, quienes la obligaron a grabar varios videos. Tras las presiones internacionales, al dictador no le quedó más remedio que dejarla en libertad. También habló del prometido regreso de Edmundo González, de quien dijo que le pidió que no entrara en el país hasta que llegue el momento adecuado, porque la integridad de González Urrutia es primordial para lograr el rescate de la democracia en el país. Para María Corina, “Edmundo vendrá a Venezuela a juramentarse como presidente electo en el momento cuando las condiciones sean las adecuadas”, dijo la líder opositora.

Por cierto, una delegación del Partido Comunista de España (PCE), encabezada por Manu Pineda, quien tiene doble cargo en el PCE y en Izquierda Unida, además de estar en Sumar, arropó al dictador, a quien apoya a pies juntillas y de quien habla maravillas. En esta ocasión, ni Sumar ni Podemos han apoyado a Maduro, quien, por cierto, no desaprovechó la ocasión para meterse con “la imperialista España”.

Esta es la situación de lo ocurrido este viernes en Venezuela, donde Maduro ha demostrado que la democracia, las leyes y las críticas internacionales no le hacen cambiar de opinión y pretende seguir seis años más castigando a su pueblo. Claro que la situación ha cambiado: la comunidad internacional está siendo crítica con él, y solo los regímenes autoritarios apoyan su golpe de Estado.

Nicolás Maduro debería echarle una mirada a lo ocurrido en Siria y cómo ha terminado su dictador, exiliado en Rusia. La tiranía de los gobernantes tiene un límite, y a Maduro le queda poco tiempo, aunque él quiera demostrar lo contrario.

He corregido errores ortográficos, gramaticales, de puntuación y algunos problemas de coherencia básica. El texto aún podría revisarse más a fondo si se desea mayor precisión o estilo.

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