Lo que Trump planea contra el narcotráfico, el terrorismo y las dictaduras en América Latina

Artículo de opinión sobre los planes del magnate en su segunda etapa en la Casa Blanca

|
Catalunyapress trump
Donald Trump vuelve al Despacho Oval. Foto: Europa Press

 

Uno de los temas más complejos que conforman el proyecto del electo presidente Donald Trump para hacer grande a los Estados Unidos, es la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y las dictaduras que los apoyan, principalmente en América Latina y El Caribe.

Lucha que, por cierto, también debería ser de Europa, tomando en cuenta la magnitud del problema, como muestran los dos cargamentos de 4.000 y 3.300 kilos de cocaína incautado cerca de las Islas Canarias en la llamada “ruta del atlántico”, y el recientemente decomiso de 9.000 kilos en República Dominicana que iba rumbo a España y de los 2.000 incautados en un puerto francés.

Al respecto, Trump ha dicho que: “los carteles de la droga le están haciendo la guerra a Estados Unidos y ahora es el momento de que Estados Unidos le haga la guerra a los carteles. Los carteles y sus aliados tienen la sangre de incontables millones en sus manos; millones de familias y personas están siendo destruidas”, y prometió que: “cuando esté de vuelta en la Casa Blanca los capos de la droga y los viciosos traficantes no volverán a dormir tranquilos”.

Este planteamiento se vio reforzado en una reciente entrevista otorgada por el nuevo zar de las fronteras designado por Trump, Tom Homan, donde dijo que en su administración se tratará a los carteles de la droga igual que al grupo terrorista ISIS, y que “planea borrarlos de la faz de la tierra”. 

También ayudará el nombramiento de un equipo conformado, entre otros, por Pam Bondi, como nueva fiscal general, bien conocida por su dura lucha contra el narcotráfico en Florida; el experimentado Sebastián Gorka como nuevo jefe del Antiterrorismo y de Christopher Landau como subsecretario de Estado, en apoyo a Marco Rubio, así como el de Richard Grenell como enviado para misiones especiales, incluida Venezuela, Kristi Noem, como jefe del departamento de seguridad nacional “Homeland Security”, de Mauricio Claver-Carone como enviado especial para América Latina, y de asesores de seguridad nacional como Mike Waltz y Anthony Salisbury; todos conocedores del tema de Venezuela.

El Plan se propone, en primer lugar, restaurar la seguridad del paso fronterizo con México y la “ruta del atlántico”, que son definidas como la “gran autopista” del tráfico de cocaína y fentanilo, y de los delincuentes y terroristas enviados por Venezuela a territorio norteamericano. 

El segundo punto, anuncia el despliegue de todos los activos militares necesarios para imponer un embargo naval a los carteles, y garantizar que no puedan usar las aguas de la región para traficar drogas ilícitas y personas hacia los Estados Unidos y también a Europa y África.

El tercer punto estratégico, muy agresivo y polémico, es ordenar al Pentágono que haga “uso adecuado de las fuerzas especiales, de la guerra cibernética y de otras acciones abiertas o encubiertas para infringir el máximo daño posible a los líderes, a la infraestructura y a las operaciones de los carteles”. 

El cuarto punto propone declarar como “organizaciones terroristas extranjeras” a los principales carteles de la droga, con las implicaciones políticas y militares que eso tiene.

La dimensión económica es el tema del quinto punto estratégico del plan, que aspira a cortar el acceso de los carteles al sistema financiero mundial, usado para blanquear el dinero proveniente del tráfico de drogas, con el cual sostienen su guerra contra Estados Unidos y el mundo.

Otro elemento controversial, contenido en el sexto punto, pretende conseguir la plena cooperación de los gobiernos de la región, particularmente de los vecinos de Venezuela y México, para desmantelar los carteles de la droga, pero establece, y allí está lo controversial, que los países que se nieguen a colaborar serán objeto de la desvelación de los datos que se tienen, mantenidos como secretos, sobre las actividades de corrupción, sobornos y vínculos internos de los políticos de esos países, con el narcotráfico y el terrorismo. 

El último tema del plan no es menos controversial que el anterior. Se trata de presentar ante el congreso norteamericano, propuestas para que se establezca medidas o leyes que garanticen que los capos y otros líderes importantes de los carteles y el terrorismo puedan recibir la “pena de muerte”, una vez que sean condenados por esos delitos.

Como queda claro, la administración Trump está elevando el tono y escalando el nivel de las políticas que espera implementar durante su gobierno, con relación a la lucha contra el tráfico de drogas y el terrorismo.

Es obvio, según lo declarado por quienes conformarán su gestión, que uno de los objetivos de esta estrategia será Venezuela.

No obstante, dada la naturaleza de estas propuestas, aunque no hay forma de anticipar los resultados de su aplicación y ni siquiera que el plan pueda aplicarse en su totalidad, no hay dudas de que su éxito no solo tendría efectos devastadores, y quizás definitivos con relación al narcotráfico mismo, sino que también tendrá su impacto en la aceleración del proceso de “cambio de conducta” en Venezuela, Cuba y Nicaragua, “todos metidos en el mismo saco”.  

Sin comentarios

Escribe tu comentario




He leído y acepto la política de privacidad

No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes. Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
AHORA EN LA PORTADA
ECONOMÍA