Trazos y segmentos: De la razón pura al polvo de estrellas

El idealismo Kantiano, según lo entiendo, no llega a ser tan grande como lo fue el platónico; aun así, hay que inclinarse en reverencia ante él

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Immanuel Kant
Immanuel Kant

 

Decía el “cronométrico” Kant:

“Estos problemas inevitables de la razón pura son Dios, la libertad y la inmortalidad”. 

Sin duda creo que, para la razón esos tres conceptos son puros problemas; no siendo tales para la intuición. Ella sabe qué son Dios, la libertad y la inmortalidad; pero cuando la razón se pone a diseccionar con el bisturí de la duda, sin usar los “apriori”, ya nada queda claro. Tejido tras tejido se van abriendo caminos por la vil y mortal materia. Ahí no hay nada que perdure, por tanto, nada digno de la eternidad; y si la eternidad no existe el origen (Dios) tuvo principio y fin como idea. Asimismo, la libertad no tiene sendas paralelas, ni perpendiculares, para irse haciendo entera.

El idealismo Kantiano, según lo entiendo, no llega a ser tan grande como lo fue el platónico; aun así, hay que inclinarse en reverencia ante él. Atreverse a criticar a la razón a través de la razón…; sin duda es mucho atrevimiento, porque además sienta las premisas para que la sospecha se implante y el testigo se erija en juez además de parte.

El genial Kant tenía un lema: Sapere aude (atrévete a saber). Sí, no hay mayor atrevimiento, desde Sócrates, que atreverse a saber… (ya sabemos que él supo, que no sabía nada), pero eso no debe arredrarnos. Creo que es muy sano tener una insaciable curiosidad, tanto como ser conscientes de nuestra inagotable ignorancia. Somos eternos buscadores de la verdad y eso nos va dando infinitos caminos para perseguirla vida tras vida.

Para este alemán (prusiano) que casi nunca salió de su pueblo (Königsberg) una de las principales obligaciones de un ser humano es generar la capacidad de conducirse a sí mismo; es decir, ser capaz de pensar de manera autónoma; no sólo razonando a través de los fenómenos o de la experiencia, sino también a través de, lo que él denominó, los noúmenos (aquello que conocemos de manera ideal, producto de planteamientos sistemáticos y lógicos).

Es necesario y loable que una persona se pare a razonar sobre cuestiones triviales y prácticas, del cotidiano vivir; tanto como que lo haga ocupándose de cuestiones metafísicas (esos noúmenos). Ya se sabe que “no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”; y, desde luego, las cosas que salen de la boca de Dios pertenecen al Mundo de la Ideas Platónicas. Son los arquetipos universales de los que se cuelgan todos los accidentes aristotélicos (el ideal de caballo y el caballo percherón; el “Ferrari y el Seína”).

El maná de los israelíes es ese pan de la última cena; el Cuerpo Crístico que nos sostiene y nos alimenta; Ideas en mayúsculas como “aprioris” kantianos; alas de los caballos del “carro platónico”; ramas opuestas del “árbol del conocimiento del bien y del mal”. Es cierto, no sólo de pan debe vivir el hombre…; para que hombre sea.

Pensar, aunque sólo lo hagamos por pensar, nunca es perder el tiempo; todo lo contrario, estando prendidas las alas de la imaginación de nuestro casco a modo del “petasos hermético” viajamos a otros mundos. Nunca se es tan libre como pensando.

Y hablando de libertad, qué decía Kant sobre ella; pues algo tan hermoso como esto: 

 “Libertad es la capacidad que tiene el ciudadano de no obedecer a ninguna otra ley más que a aquella a la que ha dado su consentimiento”

En cuanto a la idea que Kant tenía de Dios; él lo definía así:

“Dios conoce todo a priori, porque tiene un intelecto intuitivo y puro”

Y, para terminar, qué pensaba Kant sobre la inmortalidad:

“Debemos creer en nuestra libertad, inmortalidad y la existencia de Dios para afirmar la posibilidad real del bien supremo, el fin último de la razón práctica pura.”

Desde luego, aquel que fue capaz de sentar a la razón en el banquillo y someterla a juicio sumarísimo, sentenció sabiamente lo anterior. Sin las ideas de Dios, Libertad e inmortalidad, todo argumento devendría ilógico o irracional; tan efímero como un puño de arena. 

Dios queda demostrado; es el Demiurgo platónico, el engendrador de ideas…(como la libertad y la inmortalidad); que engendró la idea de humano (ser hecho de humus o tierra primigenia a su imagen y semejanza). Polvo somos y en eso nos convertiremos; pero polvo de estrellas.


 

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