Toni Comín tiene los días políticos contados tras dejarlo caer Puigdemont

Puigdemont le suelta la mano y Junts le pide que renuncie, pero Comín se resiste

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Toni Comín
Toni Comín - EP

 

El polifacético político, escritor y figura del nacionalismo francés de inicios del siglo XX, entre otras cosas, Maurice Barrès, decía: “La política no es asunto propio ni de filósofos ni de moralistas; la política es el arte de sacar de una situación determinada el mejor partido posible”. De eso sabe mucho el ya no tan joven Toni Comín, que vuelve a ser noticia no precisamente por su trabajo político en pro de la sociedad, sino por sus posibles tejemanejes crematísticos, de acoso y de meter la mano en la caja para temas particulares, aprovechándose de su cargo de vicepresidente del Consell de la República. Ese invento de Carles Puigdemont le sirvió para decir que es el presidente de “algo” en el exilio y, desde el mes de noviembre, con la excusa de ser presidente de Junts, renunció a la presidencia alegando incompatibilidades. Seguro que alguien le informó de las oscuras operaciones del que hasta entonces era su mano derecha, izquierda y plañidero oficial.

Comín es un pijo “independentista” por conveniencia que ha pasado por distintas formaciones. Militó en Ciutadans pel Canvi, luego por el PSC (del que se fue porque el entonces presidente de la Generalitat, José Montilla, no le dio una conselleria cuando gobernaba). De la noche a la mañana apareció en las filas de ERC, que sí lo nombró conseller de Salut. Al final, traicionó a Junqueras y cayó en los brazos de Puigdemont, tras huir a Bruselas para no pisar la cárcel, a la que le tiene un pánico incontrolable. A pesar de haber estudiado filosofía, eso de los valores no ha calado en su proceder político. De fácil palabrería, con voz suave y envolvente, sabe ser “encantador” cuando quiere. Pero detrás de esa careta se esconde una persona egocéntrica y soberbia, que se cree el centro del mundo. Cuando se enfada, es colérico e inestable, una faceta que intenta disimular con su pasión por la música: toca el piano 

Siente una conexión especial con su hermana Betona, su persona de confianza, su fiel “servidora”, a quien colocó en la Conselleria de Salut en su etapa como conseller. Allí, ella se hizo la dueña y señora: hacía y deshacía a su antojo, contrataba a empresas amigas y se convirtió en la sombra de su hermano Toni. Tal era la relación que, cuando él huyó a Bruselas (Comín lo llama exiliarse), ella consiguió meterse en el núcleo duro de los que organizaban los actos y estar en primera línea. En esa “evangelización” pro independentista, consiguió seguir haciendo negocio en la organización de actos, que no eran gratuitos: cobraba por ellos, más aún cuando su hermano trabajaba en el Consell de la República con manga ancha, como han denunciado más de un miembro de la “institución” en el exilio. También se quejan del poder de su hermana Betona, quien ahora se encuentra en una situación complicada: se le ha acabado la oportunidad de organizar más actos a precios no tan solidarios.

De todo este escándalo, Puigdemont no se ha manifestado, y Junts ha pasado de puntillas diciendo que abrirá una investigación. En privado, están preocupados y le han pedido a Comín que renuncie a su acta de eurodiputado (aún no ha tomado posesión porque no ha ido al Congreso a jurar la Constitución). Pero Comín ha contestado que nanai de la China, que sería un fraude a los votantes y que no se va, pese a que Puigdemont lo ha abandonado, como el desodorante. Quizás por eso ha decidido presentarse a las elecciones para la presidencia del Consell de la República, cuyas votaciones comienzan este sábado y concluirán el próximo miércoles. Son unas elecciones algo especiales, con cuatro candidaturas. Puigdemont no apoyará a Comín, porque ya tiene su propio candidato: Aleix Sarri, asesor del huido y ahora uno de sus colaboradores de confianza. Salvo sorpresas, él será quien se haga con el cargo.

Mientras tanto, Comín intenta sacar pecho. El problema es que está sentenciado y, una vez más, se le ha ido la mano pensando que podía hacer lo que quisiera. La realidad lo devolverá a pisar tierra junto con su hermana Betona. Ya lo decía el escritor Enrique Jardiel Poncela: “Ganarás el pan con el sudor del de enfrente”. Hasta ahora eso le ha servido, pero las cosas han cambiado. Y cambiar de partido casi no puede: solo le quedan el PP, Vox y la CUP, pero este último no es de su estilo y los cupaires no lo quieren. No obstante, la política hace extraños amantes. A Comín y Betona les ha llegado la hora de dar un paso atrás.

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