Laura Borrás piensa que las leyes no son para ella: se cree impune
Este miércoles, el Tribunal Supremo ha ratificado la condena contra Laura Borrás que se le impuso en su día y que ella había recurrido
“En la vida algunas veces se gana, otras veces se aprende” es una frase que refleja bien lo que quiere decir, pero no siempre sucede lo último, porque las personas tercas, soberbias, no suelen reflexionar. Lo suyo es ganar siempre, sí o sí. Algo que no es bueno para la salud mental y física de quienes lo practican.
Un ejemplo actual ha sido Laura Borrás, expresidenta del Parlament de Catalunya, exdiputada, exlíder con mucho poder de Junts, la niña mimada de Puigdemont, que se creía que podía hacer las cosas en la administración como si de su propia casa se tratara, sin tener en cuenta que la ley es para todos y que la ejemplaridad en el desempeño de su trabajo es condición imprescindible para ejercer sus funciones en la administración.
Este miércoles, el Tribunal Supremo ha ratificado la condena contra Laura Borrás que se le impuso en su día y que ella había recurrido. El alto tribunal considera que fue hallada culpable de fraccionar contratos durante cinco años para entregárselos a conocidos suyos cuando estaba al frente del Instituto de las Letras Catalanas. No es que fuera un despiste, no; es que sabía perfectamente lo que hacía. La habían avisado, pero como si lloviera. Se creía totalmente impune. Esa impunidad que da la pertenencia a un partido que estaba gobernando.
Borrás, amparándose en ese invento del "procés", aprovechó que el Pisuerga pasa por Valladolid y pretendía que se la incluyera en la amnistía, colándose en el grupo de los posibles beneficiados para que ella también fuera bendecida con dicha medida. Como tontos son los que creen que lo son los demás, el Supremo ha concluido que su condena no está relacionada con el proceso independentista, sino que entiende que los hechos se enmarcan en una conducta inserta en la corrupción de un funcionario público que se sitúa al margen de la ley.
Vamos, que encima la ya exlíder de Junts se ha quedado compuesta y sin poder volver a la política institucional. Porque ahí sigue, intentando sacar cabeza (estatura tiene para que se la vea), aunque, de momento, sus aspiraciones quedan en el baúl de los recuerdos de Karina. Como decía Aristóteles, “No se puede ser y no ser algo al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto”.
Las reacciones de Junts: de Guantánamo a la "toga nostra"
Como era de esperar, las reacciones de los compañeros de partido de Borrás no se han hecho esperar. Con mayor o menor acierto, han aprovechado la ocasión para sacar los cañones y dirigirlos hacia la capital del Reino.
Jordi Turull, secretario general de Junts, político nada moderado en sus declaraciones, decía entre otras lindezas que “la justicia española se va consolidando como el Guantánamo de la justicia europea”. Lo ha dicho con esa hipocresía en la que se haya inmerso. La justicia es la misma que cuando falla a favor de ellos es justa, y cuando la sentencia no les es favorable, la insultan.
¿Qué dirán los ciudadanos no independentistas que sufrieron el procés? ¿Los presos del Guantánamo de los independentistas? Seamos serios y utilicen otro lenguaje, que nos conocemos todos. A Borrás se la ha juzgado por saltarse la ley. Lo que significa que hay consecuencias para ella, como cualquier hijo de vecino, faltaría más. Los privilegios o son para todos o para ninguno. Los que se dedican a la política han de aplicarse lo de la mujer del César: "No solo hay que ser honrados, sino también parecerlo". En el caso de Borrás, no se daban ninguno de los dos requisitos.
Turull se ha equivocado, aunque su discurso vaya dirigido a sus votantes para sacar partido mediático. Que Turull hable de la "toga nostra" resulta chocante cuando la "cosa nostra" se ha aplicado y se sigue aplicando en Junts, los descendientes directos del pujolismo. Sus hijos, por cierto, son listísimos en hacer negocio gracias al cargo de su padre.
Que Borrás no ha sido nunca un ejemplo está a la vista. Sin ir más lejos, en su etapa como presidenta del Parlament, que se supone que es la representación del “pueblo”, se ha pasado por media Europa explicando el procés y la supuesta represión del gobierno de España contra Catalunya. Todo ello pagado con dinero de todos los ciudadanos catalanes.
¿Es ético? Evidentemente, no. Aprovechaba su cargo para hacer pedagogía de sus ideas, dejando a un lado al resto de las personas que no están en la “pomada” del independentismo. Seamos serios. Déjense ya de lamentarse tanto y piensen que Catalunya somos todos. Porque de salvadores de la patria, la gente está hasta la coronilla. Decía el gran Molière que "La hipocresía es el colmo de todas las maldades".
Las acciones tienen consecuencias y quienes las llevan a cabo han de asumir las responsabilidades de las mismas. Quejarse y echarle la culpa a otros es lo más sencillo y poco ético que hay. Aunque se me olvidaba que la ética se la deben aplicar los demás; ellos están bendecidos y tienen bula para hacer a su antojo.
Turull, ni los jueces son santos ni demonios, ni Junts son los elegidos. La soberbia es una mala consejera. Además, tranquilos, que alguna cosa le buscarán a Borrás, que la justicia catalana es más justa. Y sobre lo de "la toga nostra", ¿de verdad se lo creen? ¿Lo dicen por algo? Como dice la frase inicial: "En la vida algunas veces se gana, otras veces también se pierde".
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