La verdad incómoda y los fines maliciosos

El revisionismo histórico por el cual, desde nuestra óptica, juzgamos a las sociedades y personas que nos han precedido con contextos históricos diferentes arroja resultados que deben preocuparnos. 

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El revisionismo histórico es el estudio crítico de los hechos históricos y las interpretaciones que se han hecho de ellos con la finalidad de ofrecer nuevas perspectivas sobre el pasado.

Pero además, en algunos casos, puede llevar a la negación de hechos históricos establecidos, como el Holocausto o el genocidio armenio. Puede ser utilizado para distorsionar el pasado con fines políticos o ideológicos y es utilizado para generar división social y polarización al cuestionar interpretaciones ampliamente aceptadas del pasado.

Cuando el foco se pone en lo que es aceptable hoy, pero no era cuestionado ayer, la indefensión acecha en cualquier esquina a cualquiera a quien se ponga en el disparadero.  

Todo lo contrario que ocurre en una tipología de revisionismo histórico basado en la evidencia y el rigor académico, y que no sea utilizado para distorsionar el pasado con fines maliciosos.

En resumen, el revisionismo histórico es un fenómeno complejo que puede tener tanto consecuencias positivas como negativas. Pero resulta relevante analizar cada caso individualmente y evaluar si se basa en la evidencia y el rigor  o si está siendo utilizado para distorsionar el pasado. Y esta introducción viene a cuento sobre el revisionismo que se está haciendo sobre supuestas agresiones sexuales del pasado cuando el concepto no era tan avanzado como el actual. Un matiz pequeño, pero que hay que integrar cuando alguien te envía noticias que, no necesitas consultar con nadie porque sabes que son "fake" y responden a intereses políticos espúreos, "pura cloaca politica". 

En el complejo tapiz de la sociedad, el concepto de agresión sexual ha sido objeto de una transformación profunda y necesaria en nuestro país. Esta evolución, impulsada por la lucha feminista y una creciente conciencia social, ha desdibujado las líneas que antes separaban el "abuso" de la "agresión", para dar paso a una comprensión más amplia y precisa de lo que constituye una violación de la autonomía y la dignidad de una persona.

Antes de las legislaciones actuales, la agresión sexual se circunscribía a la violación, un acto de violencia brutal y explícita. Otras formas de violencia sexual, como el acoso, el abuso infantil o la agresión en la pareja, eran silenciadas por la vergüenza y la impunidad de quienes las perpetraban.

Sin embargo, el movimiento feminista alzó su voz para denunciar estas formas de violencia, para visibilizar la realidad de miles de mujeres que sufrían en silencio. Y desde entonces se comenzó a comprender que la agresión sexual no se limitaba a la penetración, sino que abarcaba un amplio espectro de conductas que atentaban contra la libertad sexual y la integridad de las personas.

La clave de esta transformación reside en el concepto de consentimiento. La idea de que cualquier acto sexual sin consentimiento es una agresión, independientemente de la violencia física o la intimidación, nos ha situado a todos ante una nueva comprensión de este complejo problema social tan estentido.

La ley del "solo sí es sí" eliminó la distinción entre "abuso" y "agresión", reconociendo que cualquier acto sexual no consentido es una agresión, una violación de la autonomía y la libertad de la persona. Aunque también sirvió para rebajar las penas de cientos de violadores, abusadores y agresores, que todavía causan una honda indignación social y que hasta el Presidente, Pedro Sánchez tiene como uno de los "errores más importantes" de su mandato político.

 

A pesar de estos avances y retrocesos, el camino hacia la erradicación de la violencia sexual está lleno de desafíos. La cultura de la violación, donde se habla de personas como de objetos de satisfacción sexual normalizados, los estereotipos de género  que cosfican a un género y otro y la falta de educación sexual una responsabilidad compartida como sociedad siguen siendo obstáculos importantes. Sin entrar en que se considere la prostitución como "el trabajo más antiguo del mundo" y el consumo del "porno" como parte de la educación o iniciación sexual del género masculino de nuestro país. 

Es necesario seguir trabajando en la prevención, en la educación, en la sensibilización. Es fundamental apoyar a las víctimas, garantizar su acceso a la justicia y a la reparación. Es imprescindible cambiar la mentalidad de una sociedad que todavía tolera, e incluso justifica, la violencia sexual.

Para construir una sociedad más justa, más igualitaria, más libre, hay que diferenciar bien entre un "mujeriego" y un "agresor sexual". 

En la actualidad, la definición de agresión sexual se ha ampliado para incluir una gama más amplia de conductas, como el acoso sexual: Comentarios o insinuaciones sexuales no deseadas, tocamientos, exhibicionismo, etc., el abuso sexual infantil: Cualquier acto sexual con un menor de edad, independientemente de si hay penetración o no. La Agresión sexual en la pareja: Violencia sexual dentro de una relación de pareja, incluyendo la violación marital. La Agresión sexual facilitada por sustancias: Aprovecharse de alguien que está drogado o ebrio para tener relaciones sexuales.


Así, desde 2022, un agresor sexual es alguien que comete actos sexuales sin el consentimiento de la otra persona.   Y esto puede incluir una variedad de comportamientos, como tocar, besar o tener relaciones sexuales con alguien que no quiere tener contacto sexual y puede considerarse a un agresor a cualquier persona, independientemente de su sexo o edad.

Y entrando en detalles, la diferencia clave entre un "mujeriego" y un agresor sexual es el consentimiento. Un "mujeriego" puede tener múltiples parejas sexuales, pero todas estas relaciones son consensuadas. Un agresor sexual mientras no se preocupa por el consentimiento de la otra persona. Así, si alguien no está de acuerdo con una actividad sexual, cualquiera que sea esta, es una agresión sexual, sin peros ni excusas.

Ahora todos deberemos recordar también que esto no ha sido así siempre: hasta 2022 existía una distinción entre "abuso sexual" y "agresión sexual". El abuso sexual se refería a actos sexuales sin consentimiento pero sin violencia o intimidación, mientras que la agresión sexual implicaba violencia o intimidación.

Con la entrada en vigor el 7 de octubre de 2022, la Ley Orgánica 10/2022, conocida como la ley del "solo sí es sí", se eliminó la distinción entre abuso y agresión sexual y cualquier acto sexual sin consentimiento se considera agresión sexual.

Y con la entrada en vigor: El 29 de abril de 2023, la Ley Orgánica 4/2023 se modificaron algunos aspectos de la ley del "solo sí es sí", especialmente en lo relativo a las penas.

El cambio social alrededor del concepto de agresión sexual en España ha sido un proceso gradual con varios momentos clave en donde muchos y muchas han marcado un antes y un después.

Que nadie nos fuerce a retroceder porque algunos y algunas tengan fines oscuros. Porque el daño real nos lo hacen a todos, con espectáculos innecesarios. Hay quienes parecen estar ajustando cuentas con "mujeriegos de libro" , con quienes claramente se sentían a gusto en "comunas hippies" en donde la norma era haber estado con dos o tres, ellos y ellas, ellas y ellos, convencidos de estarlo pasando muy bien todos.

 

 

Estamos ante un revisionismo histórico peculiar. ¿Y a quién quiere beneficiar ese curioso señalamiento selectivo?. Como siempre digo, pensar es gratis. Así que cabe pensar mucho porque esta es una de esas verdades incómodas.

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