Según Turull, “se ha terminado el café para todos”: ¿De verdad?
Junts recula en su moción contra Sánchez mientras intenta aparentar fortaleza
Dicen que una imagen vale más que mil palabras, y las imágenes que ofrecían las televisiones este lunes, antes de la reunión de la ejecutiva de Junts, lo dicen casi todo. En ellas, se ve al secretario general del partido, Jordi Turull, flanqueado por Miriam Nogueras (por cierto, con una sonrisa de oreja a oreja, algo raro en ella, que siempre tiene cara de cabreada permanente, lo que denotaba que estaba contenta por sus logros), junto a Castellà y Batet, que, por el contrario, no estaban muy alegres. No es casualidad: ambos son voces discrepantes de los acuerdos con los socialistas. Claro que no les queda más remedio que bajar la cabeza y tragar saliva.
La reunión de la ejecutiva era para decidir si retiraban la petición de moción de confianza a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España y “puteado número uno” por los de Puigdemont. Este fin de semana, desde el viernes hasta casi el domingo, las negociaciones entre los representantes socialistas y los de Junts, primero presenciales en Suiza y luego telemáticamente, han sido de infarto, teniendo en cuenta que este miércoles se debe debatir en el Congreso y, en caso de salir adelante, podría suponer un terremoto político. ¿Elecciones a la vista? La situación finalmente se ha calmado, y los de Junts, que habían valorado que echarse atrás en la moción podría suponer una muestra de debilidad ante el Gobierno y un fracaso para sus militantes y votantes, han optado por retirarla.
La ocasión la pintan calva, y han justificado públicamente su decisión como un gesto de complicidad con el verificador, no con el PSOE, ya que, según Turull, siguen desconfiando del partido de Pedro Sánchez. Para los neoconvergentes, la función del mediador es esencial para llegar a acuerdos. Este mediador, el diplomático salvadoreño Francisco Galindo, se reúne mensualmente con las dos partes. Aunque en las últimas reuniones se ha incorporado el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, quien últimamente está en todas las salsas políticas y económicas: está en misa y repicando. Es evidente que su trabajo no es, ni mucho menos, altruista.
Tras la reunión de la ejecutiva, Turull se presentó ante los medios con la intención de sacar pecho tras su marcha atrás en la moción. Lo hizo lanzando balones fuera y sacando las uñas con amenazas de romper la baraja. Es lo que suelen hacer. Y en una de sus afirmaciones, dijo que “quiere que se acabe el café para todos”, como si ellos dictaran la política del Gobierno (algunos pensarán que es así). Pero lo dijo momentos después de que Oriol Junqueras (que también quiere su momento de gloria) anunciara el acuerdo con el Gobierno sobre la condonación de 17.104 millones de euros de la deuda de Cataluña con el Fondo de Liquidez, lo que representa un buen pico: el 22% del total de la deuda. A esto se suman otras concesiones anunciadas en los últimos días: ampliación del número de jueces, traspaso de Rodalies, la Agencia Tributaria, aumento del número de Mossos… y lo que se irá explicando poco a poco.
Para acallar las protestas de los gobiernos de las comunidades autónomas, la ministra de Hacienda declaró que la quita se aplicará también a todas las comunidades. Nada más conocerse la noticia, el líder de la oposición y presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, declaró públicamente que las comunidades gobernadas por el PP se opondrán a la medida y votarán en contra de la condonación de la deuda en la reunión del Consejo de Política Fiscal y Financiera del próximo miércoles. Un frente común que plantará cara. Una actitud más política que económica, teniendo en cuenta que Andalucía es la comunidad con la deuda más grande de todas.
Mientras todo esto sucedía en España, el presidente Pedro Sánchez se marchaba a Kiev, donde líderes europeos, miembros de las instituciones europeas y la OTAN se reunían para conmemorar el tercer aniversario de la invasión de Rusia a Ucrania y acordaban nuevos apoyos al país y sanciones económicas a Rusia.
Como a Trump le gusta dividir, este lunes anunciaba que esta misma semana se reunirá con el presidente francés y el primer ministro británico. Recordemos que Macron convocó de urgencia una reunión en París la semana pasada y se habla de otra después de su charla con Trump.
La semana empieza calentita y continuará así durante toda ella, ante tanto acontecimiento que no siempre deja buenas noticias.
Tampoco hay que olvidar que el mundo mira a Roma, donde el papa Francisco se encuentra hospitalizado tras varios episodios de salud y a la espera de acontecimientos sobre su mejora o no. Una de las frases del papa resuena con fuerza: “Trabajar por el bien común es de buen cristiano. Y muchas veces, para trabajar, el camino a seguir es la política”.
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