La UE, en la encrucijada

Artículo de opinión de Bernardo Fernández

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Foto: Europa Press

 

En el mes de noviembre de 2021, desde el departamento del entonces vicepresidente de la Comisión Europea y máximo responsable de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, bajo el título “Brújula estratégica”, se elaboró un documento que hicieron llegar al pleno de la Comisión Europea; con aquel estudio se quería forjar en la UE una posición común sobre las amenazas geopolíticas que afrontaba el club. Como primer paso se proponía la creación de una fuerza militar de emergencia antes de 2025. “Europa está en peligro y los europeos no siempre son conscientes de ello”, advertía Borrell en la presentación que hizo del documento a los principales medios de comunicación europeos. Sin embargo, aquella propuesta ni se llegó a tomar en consideración.  Han sido necesarias las sacudidas que han llegado de EEUU para que los mandatarios de la UE empezasen a considerar la cuestión de la autodefensa como algo necesario. 

Para los ciudadanos de Europa occidental la seguridad colectiva ha estado garantizada desde 1949 por la Alianza Atlántica y asegurada por la contribución fundamental y muy mayoritaria de Estados Unidos. Un pacto beneficioso para todos. El socio mayor obtuvo la hegemonía y todo lo que eso conlleva. Mientras, los europeos se pudieron despreocupar de su defensa y dedicar recursos a otras partidas ajenas a las Fuerzas Armadas. Los resultados son evidentes y nadie reniega de ellos: la paz, la estabilidad y la prosperidad han convertido a la Unión en un club en el que hay codazos para entrar, sobre todo en momentos de peligro y del que nadie quiere salir ─a excepción del Reino Unido, algo de lo que ya se están arrepintiendo─. No obstante, esta situación ha cambiado de forma radical desde el momento en que Donald Trump ha regresado a la Casa Blanca.

Europa y, de forma muy especial, la UE han sido y son baluarte de las libertades y derechos sociales, a la vez que referente como espacio del libre comercio y de las transacciones comerciales entre países soberanos y sus empresas. Sin embargo, todo eso ahora está seriamente amenazado porque hemos entrado en una nueva etapa de las relaciones internacionales. Las lógicas imperialistas serán las que marquen el ritmo en los próximos tiempos. Esto, que era solo una percepción, se hizo evidente tras el discurso que pronunció el vicepresidente de EEUU J.D. Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich, celebrada hace unas pocas semanas   De hecho, Rusia hace años que practica una política imperialista por medios militares. China se declara sostenedora de un orden mundial multilateral, pero no lo respeta cuando se genera un conflicto de intereses en su esfera de influencia. Y, por si faltaba algo, Estados Unidos se adscribe ahora a una lógica de rasgos colonialistas, pretendiendo decidir la suerte de todo el continente europeo sin consultar, ni tan siquiera, a los más directamente afectados y que, además, siempre han sido sus aliados. Todo esto, más el talante nítidamente dominador y autoritario del mandatario estadounidense, así como su actitud ante la guerra de Ucrania ha hecho saltar todas las alarmas.

Ante esa situación, los líderes europeos han tomado conciencia de la realidad y han decidido cerrar filas en torno a Vlodomir Zelenski porque todo el mundo es consciente de que si Putin se impone en Ucrania, para la Europa que conocemos habrá llegado el principio del final. Para evitarlo, los 27 socios del club han de lograr, también, ser un modelo en seguridad.

Con ese paisaje de fondo, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen compareció en el pleno del Parlamento Europeo celebrado el pasado 11 de marzo en Estrasburgo para decir que: "Se acabó el tiempo de las ilusiones" y por eso la Unión Europea debe aumentar significativamente su gasto en armamento y volvió a insistir en la necesidad de aumentar "muy rápido las capacidades de defensa europeas". “Lo necesitamos ahora”, declaró ante en sede parlamentaria. La presidenta ha avisado que Europa vivía hasta ahora en un momento de "déficit de seguridad", por lo que ha llamado a hacer un "esfuerzo colectivo" para lanzar la defensa europea.

Von der Leyen defendió su plan de rearme porque, en su opinión, Europa está llamada a "asumir una mayor responsabilidad en su propia defensa", La Comisión Europea ha presentado un plan para "rearmar Europa", que debería movilizar unos 800.000 millones de euros en cuatro años, incluidos 150.000 millones en préstamos puestos a disposición de los 27 por la Comisión. Los líderes europeos han dado luz verde a este plan, y la Comisión presentará ahora propuestas concretas antes de una próxima cumbre de la UE que se ha de celebrar antes de que finalice el mes de marzo.

Es cierto que las carreras armamentísticas se pagan con dinero público, pero se deben buscar fórmulas para que ese gasto no afecte a las políticas sociales. En estos momentos, la seguridad de Europa es una prioridad que no puede esperar. Por consiguiente, se deberán llevar a cabo cambios profundos en las cuentas públicas y en los planes presupuestarios que permitan obtener los fondos imprescindibles para hacer viable unos mecanismos de defensa adecuados a las circunstancias que nos han tocado vivir. Hay que dejarse de declaraciones retóricas y pasar de las palabras a los hechos. La Unión Europea ha de ser el más firme puntal de la Alianza Atlántica. Pero para eso, hay que pagar el precio correspondiente. La UE y OTAN deberían ser las dos caras complementarias de una misma moneda. La época en la que los gastos en de la milicia corrían a cargo de otro se ha terminado. Nos toca volver a la realidad y actuar en consecuencia. 

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