La hija de un asesinado por ETA estalla contra Tellado (PP): "Respeta la memoria de mi padre"

El Partido Popular ha vuelto a utilizar a las víctimas de ETA como herramienta política, generando una polémica en el Congreso durante un debate que, inicialmente, trataba sobre la migración. Este tipo de acciones ha sido fuertemente criticado, no solo por parte de la sociedad, sino también por los familiares de las víctimas, quienes ven con indignación cómo sus seres queridos son utilizados con fines partidistas.

En esta ocasión, el portavoz del PP, Miguel Tellado, mostró una fotografía en el pleno con las caras de 12 socialistas asesinados por ETA, entre ellos Juan María Jauregui, exgobernador civil de Gipuzkoa, buscando atacar al PSOE por su supuesta dependencia de votos independentistas. Su mensaje, cargado de insinuaciones políticas, generó un gran malestar, especialmente en los familiares de las víctimas.

La respuesta de los familiares: "Respeta la memoria de mi padre"

María Jauregui, hija de Juan María Jauregui, no tardó en responder al político del PP, utilizando la red social X para exigir respeto hacia la memoria de su padre. "A ver si eres capaz de mirarme a los ojos y decirme que no volverás a usar la imagen de aita como arma arrojadiza", escribió, visibilizando su frustración ante la recurrente instrumentalización de las víctimas de ETA.

Más críticas: "Me revuelve las tripas"

Josu Elespe, hijo de Froilán Elespe, también asesinado por ETA, se unió a las críticas, expresando su rechazo con contundencia. En su perfil de X, afirmó que ver cómo Tellado sostenía "carroñeramente" la foto de su padre le causaba un profundo malestar.

Instrumentalización política: un gesto insensible y divisivo

La utilización política de las víctimas del terrorismo de ETA no es nueva, pero este tipo de acciones provocan un creciente rechazo social. Familias que han sufrido pérdidas irreparables reclaman respeto, y denuncian la falta de sensibilidad al ser utilizadas como munición política en debates donde no les corresponde. Esta actitud no solo genera indignación entre los afectados, sino que también pone en evidencia la degradación del discurso político, donde las víctimas se convierten en un arma para atacar a los adversarios.

Esta situación abre un debate sobre los límites de la política, la ética y el respeto que deben tenerse hacia las víctimas de la violencia, cuyo dolor no debe ser objeto de maniobras partidistas.