Felipe González y Alfonso Guerra pierden influencia dentro del PSOE

El liderazgo de Pedro Sánchez dentro del PSOE parece consolidado, a pesar de las críticas que han surgido desde algunos sectores históricos del partido, como las de Felipe González y Alfonso Guerra. Estos dos dirigentes fueron clave en la refundación del PSOE durante el Congreso de Suresnes hace 50 años, pero en la actualidad han perdido influencia dentro de la formación, según fuentes internas. 

Ferraz, la sede del PSOE, considera que tanto González como Guerra están "amortizados", y que sus críticas no representan una amenaza real para la estabilidad del liderazgo de Sánchez, especialmente de cara al 41º Congreso Federal que se celebrará en diciembre, donde no se espera que Sánchez enfrente rival alguno para su reelección como secretario general.

Uno de los puntos que destacan desde la dirección socialista es que la militancia está mayoritariamente alineada con Sánchez, lo que refuerza su posición frente a los cuestionamientos de estas figuras históricas. Además, algunos dentro del partido ven a González como desleal, al acusarlo de hacer "juego" a la derecha con sus críticas hacia el actual líder del PSOE y presidente del Gobierno. La percepción general es que su influencia ha disminuido considerablemente, y su voz ya no tiene el peso que tuvo en décadas anteriores.

No obstante, a nivel regional, algunos barones del PSOE han mostrado cierta resistencia a las decisiones del equipo de Sánchez. Dos casos destacados son los de Luis Tudanca, líder del PSOE en Castilla y León, y Juan Lobato, su homólogo en Madrid. Ambos han expresado su descontento con la decisión de Ferraz de impedir la convocatoria de primarias antes del Congreso Federal. A pesar de ello, Lobato logró pactar una fecha para celebrar las primarias en Madrid el 11 de enero, una vez que haya pasado el congreso.

Sin embargo, aunque el liderazgo de Sánchez en el partido parece firme, el caso judicial que involucra a José Luis Ábalos y Víctor de Aldama ha comenzado a generar preocupación en Ferraz y La Moncloa. La mayor inquietud es que, si Ábalos o Aldama ofrecen información comprometedora ante el juez, el escándalo podría salpicar al Gobierno y desestabilizar su situación política. Este asunto se ha convertido en una amenaza latente, ya que cualquier revelación inesperada podría tener un impacto significativo, tanto en el Ejecutivo como en la propia dirección del PSOE.