La política madrileña está marcada por un patrón que se repite cada vez que una controversia toca los alrededores de Isabel Díaz Ayuso: las dimisiones y caídas siempre parecen recaer en otros, mientras la presidenta madrileña emerge indemne. Desde la defenestración de Pablo Casado en 2022 hasta la reciente renuncia de Juan Lobato, exlíder del PSOE madrileño, los casos que rozan a Ayuso han acabado arrastrando a quienes osan confrontarla, pero no a la propia presidenta.
El caso que tumbó a Casado
En 2022, Pablo Casado vio su liderazgo destrozado tras una semana de enfrentamientos con Ayuso. Las acusaciones de corrupción por contratos durante la pandemia que involucraban a su hermano, Tomás Díaz Ayuso, provocaron una tormenta política dentro del Partido Popular. Génova intentó arrinconar a Ayuso, pero la presidenta madrileña contraatacó con dureza, acusando a Casado de orquestar una campaña para destruirla.
El resultado fue el desplome del liderazgo de Casado y su núcleo cercano, incluidos Teodoro García Egea y otros altos cargos. Ayuso salió indemne y fortalecida, mientras su otrora aliado se convirtió en un cadáver político.
El caso de Alberto González Amador: otra tormenta que golpea a otros
En 2024, un nuevo escándalo afecta al entorno de Ayuso. Esta vez, su pareja, Alberto González Amador, es investigado por presunto fraude fiscal y falsedad documental. La investigación, lejos de limitarse al empresario, ha generado una cadena de dimisiones y tensiones políticas que han alcanzado incluso al fiscal general del Estado.
El ya exlíder del PSOE madrileño, Juan Lobato, ha sido el primer caído notable en esta crisis. Su renuncia llega tras la controversia generada por haber registrado ante notario una conversación relacionada con el caso y negarse a usar información que supuestamente le proporcionó Moncloa para atacar a Ayuso en la Asamblea de Madrid. Aunque Lobato asegura haber actuado por principios, la presión interna y externa le obligó a dejar su cargo, mientras que Ayuso permanece al margen de la tormenta mediática y judicial.
El fiscal general acorralado
El fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, se encuentra imputado por un presunto delito de revelación de secretos relacionado con la filtración de datos confidenciales del caso González Amador. La Guardia Civil apunta a su "participación preeminente" en la filtración de correos electrónicos entre la defensa del empresario y la Fiscalía, una acción que habría tenido como objetivo desacreditar las informaciones iniciales.
Aunque García Ortiz ha descartado dimitir, las investigaciones avanzan, y la presión sobre su figura crece, avivada por la intensa cobertura mediática y las críticas de sectores de la política y la judicatura.
Ayuso, siempre ilesa
La constante en estos casos es que los señalamientos nunca alcanzan a Ayuso. Tanto en el caso de su hermano como en el de su pareja actual, otros han caído: líderes políticos rivales, fiscales e incluso aliados. La presidenta madrileña, en cambio, ha demostrado una habilidad casi inhumana para capear las tormentas políticas, manteniendo su posición y reforzando su aura de "todopoderosa".
En un sistema donde las lealtades se quiebran con facilidad y las crisis internas se cobran víctimas a diario, Ayuso parece consolidarse como la gran sobreviviente de la política española. Un tablero en el que, paradójicamente, los peones caen mientras la reina avanza imperturbable.
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