Repatrían a Rafael Altamira a Alicante 73 años después de su fallecimiento
El escritor nació en la ciudad valenciana en 1866 y falleció en Ciudad de México en 1951
Rafael Altamira regresa a Alicante 73 años después de su fallecimiento, en un acto de repatriación que cierra un ciclo de homenaje a este destacado escritor y humanista. Altamira, quien nació en Alicante en 1866 y falleció en Ciudad de México en 1951, ha vuelto a su tierra natal tras décadas de intentos fallidos para su regreso. Sus restos, junto a los de su esposa, Pilar Redondo, descansan ahora en el nicho familiar de El Campello, localidad que marcó parte de su infancia y juventud.
El acto de repatriación de los restos de Altamira ha sido un momento significativo, en el que tres bisnietos del escritor depositaron los féretros en el lugar de descanso final. Este acto de homenaje se enmarca en un proceso que se intentó inicialmente en 1987, pero que no fructificó hasta ahora. La repatriación ha contado con la colaboración de la familia Altamira, el Ayuntamiento de El Campello, la Generalitat Valenciana, la Diputación de Alicante y el Consulado General de España en México, quienes han trabajado conjuntamente para hacer posible este emotivo regreso.
Altamira, cuya figura se encuentra estrechamente vinculada a los valores universales de la educación, el diálogo y los derechos humanos, fue propuesto en dos ocasiones para el Premio Nobel de la Paz, en 1933 y 1951. A lo largo de su vida, desempeñó un papel crucial en la defensa de los derechos fundamentales, destacándose especialmente por su labor en el ámbito jurídico internacional. Fue uno de los diez jueces titulares del Tribunal Permanente de Justicia Internacional, precursor del Tribunal Internacional de La Haya, entre 1921 y 1940.
Su legado perdura no solo en su faceta jurídica, sino también en su faceta humanista, convirtiéndose en un referente para la provincia de Alicante y, especialmente, para El Campello. Su obra y su vida siguen siendo un ejemplo de compromiso con los principios de justicia, paz y educación.
La ceremonia de repatriación también marca el inicio de un futuro proyecto para la construcción de un monumento funerario definitivo que albergue los restos de Altamira y su esposa. Este monumento servirá como un testimonio duradero de su contribución a la humanidad.
El regreso de Rafael Altamira a Alicante no solo es un acto de reconocimiento, sino también un homenaje a sus ideales y a su incansable lucha por un mundo más justo. Su legado sigue siendo una fuente de inspiración para las generaciones futuras, y su figura permanecerá viva en la memoria colectiva de su tierra natal.
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