La "vacuna pasiva" contra el Alzheimer tiene una eficacia "sorprendentemente alta", según el doctor Ernest Balaguer
El experto en enfermedades neurológicas cree que el nuevo fármaco ha logrado "romper el paradigma".
Entrevistamos al doctor Ernest Balaquer. Licenciado en medicina por la Universidad de Valencia. Se ha dedicado a la investigación clínica (Parkinson y Alzheimer) los últimos 25 años y actualmente forma parte del Servicio de Neurología del Hospital Universitari General de Catalunya, donde dirige la Unidad de Investigación Clínica. Ha sido investigador principal en más de 100 ensayos clínicos en Fase I, II, III, y hoy dedicará parte de su tiempo a explicar a los lectores de CatalunyaPress los últimos avances en la investigación sobre una de las enfermedades más relevantes de nuestro siglo: el Alzheimer .
Pregunta: ¿Es posible revertir o detener el Alzheimer?
Respuesta: Desde los primeros síntomas hasta que se alcanza un grado de demencia relevante pasan los años suficientes como para intentar probar cosas. Otro tema es que en estos momentos no tenemos grandes fármacos que estén autorizados, pero sí tenemos grandes esperanzas en los que vendrán que podrían detener el proceso y convertir la enfermedad del Alzheimer en una enfermedad crónica, que quizás requiere un tratamiento, pero evitando ese castigo tan impactante de la enfermedad.
P.: ¿Cuál es la diferencia entre la demencia y el Alzheimer?
R.: Son conceptos distintos. Demencia es un concepto sindrómico. Todo el mundo entiende que si una persona tiene varias embolias acabará teniendo una demencia, que en este caso diríamos vascular. Es decir, la demencia es una etapa final de distintas situaciones, también de una enfermedad de Alzhéimer que se haya dejado evolucionar. Cuando nosotros tratamos a pacientes que tienen un Alzheimer inicial, podríamos decir que no parecen tener Alzheimer porque no tienen demencia. Tienen déficits de memoria y algunos problemas de orientación, pero pueden realizar su vida normal. Y la idea es que la puedan realizar durante muchos años.
P.: ¿Cuáles cree que son los principales retos que existen en la investigación sobre el Alzheimer? ¿Dónde se debería incidir?
R.: Los retos son de dos tipos. Lo primero sería lo más evidente: intentar encontrar una causa o unas causas y encontrar remedios que puedan resolver estas causas. Esto sería el tratamiento etiológico o causal, la curación, que sería siempre el target final. Mientras, simultáneamente, también deberíamos resolver los problemas concretos que presentan estos pacientes. Por ejemplo, si el paciente tiene agitación, si tiene delirios, si tuviera a su alcance fármacos que pudieran frenar estos síntomas en el Alzheimer, el paciente seguiría teniendo la enfermedad pero sin estar tan agitado. Si puede dormir bien, si tiene una conducta más correcta, cambiaría al cien por cien la situación familiar.
Hemos evaluado un fármaco antialucinatario que fue muy bien. El estudio tuvo un resultado positivo y el fármaco en cuestión se vende en Estados Unidos. Esto nos ha ocurrido a menudo: un medicamento que evaluamos con pacientes de aquí, por los acuerdos que existen, es aprobado por Estados Unidos y no en Europa. En este caso, se trata de un producto que se llama Pimavanserina, y no lo tenemos en nuestro país. El fármaco no cura al Alzheimer, pero es una alternativa a la agresividad, los delirios o la excitación que pueden perjudicar mucho a la vida familiar.
"Un medicamento que evaluamos con pacientes de aquí, por los acuerdos que existen, es aprobado por Estados Unidos y no en Europa"
P.: Repite mucho la palabra "familia".
R.: Yo creo que deberíamos empezar a decir que ésta es una enfermedad familiar. Es una enfermedad social, personal, pero obviamente familiar. Aquí siempre hay un acompañante, una persona que está cuidando, que está viniendo a las visitas y que desempeña un papel predominante y fundamental incluso en los ensayos clínicos, participando activamente con cuestionarios y explicando la evolución del paciente para poder detectar su estado.
P.: Me ha sorprendido que dice que este medicamento se ha aprobado en Estados Unidos y aquí en España no está disponible. ¿Eso por qué ocurre?
R.: Bien, ha pasado varias veces. No viene a cuento pero con la enfermedad de Parkinson, dos de los productos que están autorizados en Estados Unidos los hemos probado aquí. ¿Por qué ocurre? Pues porque existen acuerdos entre la Agencia Europea del Medicamento y la FDA norteamericana, y compartiendo los datos pueden dar como resultado que un estudio es aprobado por una agencia y no por otra. Es curioso que un producto para el Alzheimer que obtuvo un resultado positivo muy modesto, de baja intensidad, la FDA norteamericana lo autorizó y se comercializa. En cambio, la Agencia Europea del Medicamento no lo autorizó alegando que su mejora era baja y que existía un riesgo elevado de efectos secundarios. Para que lo entienda la gente, medicamentos probados en pacientes europeos, en este caso de Catalunya, acaban siendo autorizados en Estados Unidos pero no en Europa.
P.: Entonces, ¿los pacientes de aquí están en inferioridad de condiciones?
R.: No quiero ser alarmista, pero yo creo que si hemos probado aquí productos a nuestros pacientes que les han ido bien, y que un país como Estados Unidos los aprueba, es curioso que aquí no ocurra. También está la parte económica: a menudo en Estados Unidos los precios de los medicamentos son más libres y aquí están más regulados. Pero vamos, una cosa sería decir que un medicamento es caro y que necesita unas autorizaciones determinadas o un perfil, y otra cosa es decir que no se comercializa aquí en absoluto.
P.: ¿Con cuánta antelación se puede detectar que un paciente tiene Alzheimer?
R.: Muy interesante, pero es que tampoco se hace la pregunta inversa: cuando diagnosticamos a un paciente, cuando le decimos usted tiene el diagnóstico clínico de Alzheimer, seguramente lleva ya algunos años padeciendo la enfermedad. Podríamos decir entre 5 y 10 años. ¿Qué significa esto? Que frente a los primeros síntomas, si ponemos en marcha un mecanismo diagnóstico, podríamos llegar a saber que una persona lleva unos años sufriendo la enfermedad cuando no está avanzada. Por el momento no tenemos un tratamiento curativo, pero si lo tuviéramos cambiaría radicalmente el modelo porque debería diagnosticarse precozmente para poder detenerlo. Hoy en día no disponemos de este procedimiento. El diagnóstico es clínico: por test de memoria, por pruebas del cerebro tipo resonancia magnética, por analíticas, pero eso no es una biopsia del cerebro, no dice 100% que tengas Alzheimer.
P.: ¿Ha avanzado en técnicas que permitan un diagnóstico precoz de la enfermedad?
Actualmente tenemos dos marcadores y han revolucionado el diagnóstico precoz de la enfermedad. Uno son marcadores con líquido cefalorraquídeo y el otro es lo que se llama el PET (tomografía por emisión de positrones). Existe un PET amiloide, de la proteína amiloide y un PET TAU, de la proteína TAU, y estas dos proteínas se consideran relacionadas con la etiopatogenia del Alzheimer. Si hacemos un PET amiloide o un PET TAU a una persona joven que empieza a fallarle la memoria y es positivo, esta persona, por sana que sea, está en riesgo de desarrollar la enfermedad y por tanto sería un candidato para intentar frenarla. Lo mismo se puede detectar en el líquido cefalorraquídeo, haciendo una punción lumbar, un procedimiento comercializado y que con unos marcadores de amiloide te dice si esa persona tiene ese factor de riesgo. En algunas investigaciones estamos utilizando marcadores plasmáticos, en sangre, concretamente de proteína TAU, y con Grífols también realizamos un estudio de amiloide en sangre. Pero no sé si esto será el futuro. Por ahora, estos marcadores se miran en el líquido cefalorraquídeo.
"Actualmente tenemos dos marcadores y han revolucionado el diagnóstico precoz de la enfermedad"
P.: También han estado investigando con un fármaco llamado Lecanemab que ha logrado revertir el avance de la enfermedad.
Para nosotros los mab son anticuerpos monoclonales. Son lo que coloquialmente conocemos como vacunas, pero en este caso vacunas pasivas. Para la vacuna de la gripe, que es activa, cogen un virus atenuado y lo inyectan para que el paciente desarrolle anticuerpos. En este caso, el paciente no desarrolla anticuerpos contra el amiloide ni contra la TAU, y por tanto lo que se hace es fabricar los anticuerpos en el laboratorio y después se administran al paciente. Esto es lo que se conoce como vacuna pasiva. Curiosamente estas vacunas no se pueden dar por boca, se estropean y deben inyectarse, como las vacunas del covid. En el caso del Lecanemab, en el ensayo inicial se inyectaba cada quince días. Durante más de año y medio los pacientes venían a recibir estos anticuerpos. ¿Cómo han podido resistirlo? Aparte de un gran esfuerzo que debería agradecerse a todos y a todas, también por cambios clínicos que les hicieron mejorar. Además, no existían efectos secundarios. Pudo haber alguna reacción alérgica quizás al principio, pero estas vacunas son muy específicas, atacan directamente a las proteínas patológicas y no afectan a otras proteínas del hígado, la sangre y otros componentes de nuestro organismo.
P.: ¿El fármaco estará disponible pronto para toda la población?
R.: Nosotros estamos participando en el ensayo del fármaco Lecanemab desde hace más de 6 años, cuando empezamos con el ensayo de dos fases y el resultado fue positivo. Ahora ha salido un resultado también positivo en el ensayo de fase III. Es un ensayo llamado Pivotal, y esta palabra significa que sobre él pivota la autorización. Es decir, las compañías y las agencias reguladoras han llegado a un acuerdo de cómo hacerlo en el estudio porque, si es positivo, pedirán su comercialización.
P.: Según los resultados, se ha logrado reducir un 27 por ciento la tasa de deterioro cognitivo. A efectos prácticos, ¿qué puede significar en un paciente?
R.: El dato es sorprendentemente alto. Lo digo también para centrar la discusión: los medicamentos que tenemos autorizados ahora para el Alzheimer, cuatro tipos de pastillas, que tienen una eficacia baja, se han autorizado con un leve efecto clínico. En este contexto, estas cifras de reducción de la progresión de la enfermedad son un dato relevante desde el punto de vista del investigador. El resultado es positivo. He visto a algunos de mis compañeros que han participado en el estudio que dicen que la eficacia clínica no es destacable, pero aquí yo creo que entramos en otros temas como el nihilismo terapéutico. Es decir, si aquí el titular es 'el Alzheimer se cura', pues no, de este producto no se puede decir esto, pero si es un avance importante.
P.: ¿Estamos cerca de encontrar una cura para el Alzheimer?
R.: Quisiera ser optimista. Antes de este estudio habíamos estado más de 20 años probando fármacos y no había nada positivo. En ese momento mi respuesta habría sido más pesimista. Sin querer ser un apóstol del nuevo medicamento, creo que rompe el paradigma. Por primera vez, una terapia amiloide ha demostrado una eficacia relevante.
Escribe tu comentario