Un estudio demuestra que los votantes de derecha tienen el cerebro diferente

El tamaño de la amígdala de una persona está asociado con sus opiniones políticas

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Foto: EuropaPress y CanvaPro de sparklestroke

 

Los votantes conservadores tienen amígdalas ligeramente más grandes que los votantes progresistas, aproximadamente del tamaño de una semilla de sésamo. En un estudio de replicación publicado en la revista 'iScience' de Cell Press, investigadores de la Universidad de Ámsterdam (Países Bajos) revisaron la idea de que los votantes progresistas y conservadores tienen diferencias identificables en la morfología cerebral, pero con un tamaño de muestra diez veces mayor y más diverso que el estudio original. 

Sus resultados confirmaron que el tamaño de la amígdala de una persona está asociado con sus opiniones políticas, pero no lograron encontrar una asociación consistente entre la política y la corteza cingulada anterior (CCA). Las diferencias anatómicas tanto en la amígdala como en la CCA variaban según la ideología económica y social de una persona, que no están necesariamente alineadas, lo que indica que las relaciones entre la ideología política y la estructura cerebral son matizadas y multidimensionales. 

"Fue realmente una sorpresa que pudiéramos replicar el hallazgo de la amígdala", exclama el primer autor e investigador de psicología política y neurociencia Diamantis Petropoulos Petalas del American College of Greece y de la Universidad de Ámsterdam.

"Sinceramente, no esperábamos replicar ninguno de estos hallazgos". El nuevo estudio, que pretendía replicar un estudio de 2011 ampliamente difundido que se basó en 90 estudiantes universitarios del Reino Unido, utilizó imágenes de resonancia magnética cerebral preexistentes de 928 personas de entre 19 y 26 años cuyos niveles de educación e identidades políticas eran representativos de la población holandesa. 

Debido a que los Países Bajos tienen un sistema político multipartidista, el estudio también pudo comparar las estructuras cerebrales a lo largo del continuo de izquierda a derecha, en contraste con el sistema bipartidista del Reino Unido.

Además, los investigadores analizaron la "ideología" de los participantes desde varios ángulos, incluida su identidad política y su postura sobre cuestiones socioeconómicas, lo que les permitió comparar las estructuras cerebrales a lo largo de diferentes dimensiones del progresismo y el conservadurismo. 

Los investigadores combinaron los datos cerebrales con un cuestionario sobre la política de los participantes, que incluía preguntas sobre su identidad social y económica (por ejemplo, cómo se ven a sí mismos en una escala móvil de progresista a conservador, y con qué partido político se identifican) y preguntas relacionadas con su ideología social y económica (por ejemplo, cuál es su postura sobre diferentes cuestiones sociales y económicas, como los derechos de las mujeres y los derechos LGBQT, la desigualdad de ingresos y la participación en las ganancias). 

"Vemos la ideología como un producto complejo y multidimensional, que incluye diferentes actitudes sobre cuestiones sociales y económicas, así como la identificación con ideales progresistas o conservadores; en realidad no se trata sólo de la izquierda o la derecha", aclara Petropoulos. 

De acuerdo con el estudio original, los investigadores encontraron una asociación entre el conservadurismo y el volumen de materia gris en la amígdala; sin embargo, esta asociación fue tres veces más débil en comparación con el estudio original. 

"La amígdala controla la percepción y la comprensión de las amenazas y la incertidumbre del riesgo, por lo que tiene mucho sentido que las personas que son más sensibles a estos temas tengan mayores necesidades de seguridad, algo que generalmente se alinea con ideas más conservadoras en política", dice Petropoulos.

La asociación entre el tamaño de la amígdala y el conservadurismo también dependía del partido político con el que se identificaba el individuo; por ejemplo, los participantes que se identificaban con el partido socialista, que tiene políticas económicas radicalmente de izquierda pero valores sociales más conservadores, tenían en promedio más materia gris en la amígdala en comparación con otros partidos progresistas. 

"Los Países Bajos tienen un sistema multipartidista, en el que distintos partidos representan un espectro de ideologías, y hemos encontrado una correlación positiva muy clara entre la ideología política de los partidos y el tamaño de la amígdala de esa persona", matiza Petropoulos. 

"Eso habla de la idea de que no estamos hablando de una representación dicotómica de la ideología en el cerebro, como republicanos frente a demócratas como en Estados Unidos, sino que vemos un espectro más detallado de cómo la ideología política puede reflejarse en la anatomía del cerebro". 

Sin embargo, a diferencia del estudio original, el equipo no encontró ninguna asociación entre el conservadurismo y un menor volumen de materia gris en la CCA, una región del cerebro involucrada en la detección de errores, el control de impulsos y la regulación emocional. Los investigadores también ampliaron su análisis para examinar las posibles asociaciones entre la identidad política y otras regiones del cerebro. 

Este análisis descubrió una asociación positiva entre el volumen de materia gris en el giro fusiforme derecho, una región del lóbulo temporal que es esencial para las funciones visuales y cognitivas, y el conservadurismo económico y social. 

"Estas regiones tienen que ver con el reconocimiento facial, por lo que tiene sentido que puedan tener un papel en el pensamiento sobre cuestiones políticas, porque las cuestiones políticas a menudo nos recuerdan a los personajes políticos que representan la ideología en esas cuestiones", afirma Petropoulos. 

"El simple recuerdo del rostro de un político, por ejemplo, puede hacer que el giro fusiforme se ilumine un poco". Las imágenes por resonancia magnética utilizadas en este estudio sólo proporcionan información sobre la anatomía de diferentes regiones del cerebro, pero los investigadores dicen que los trabajos futuros deberían integrar información sobre las conexiones funcionales entre la amígdala y diferentes partes del cerebro. 

"Creo que el futuro de este esfuerzo por identificar orientaciones políticas en el cerebro será centrarse más en las redes de conectividad funcional y los estudios de sincronía neuronal: cómo se organizan y sincronizan las redes cerebrales entre individuos, y si hay diferencias en esta sincronización cuando individuos con diferentes ideologías políticas consumen contenido similar", finaliza Petropoulos.

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