Muchas personas que visitan su clínica dental debido a síntomas de bruxismo no son conscientes de que padecen este trastorno. Según el Barómetro de la Salud Bucodental en España 2025, más de un tercio de la población desconoce qué es el bruxismo. Un 20% nunca ha oído hablar de él, y un 16% lo reconoce solo vagamente. De las personas que sí conocen el término, un 31% está diagnosticado o tiene a alguien cercano que lo está.
El bruxismo es un trastorno bucodental que puede manifestarse tanto durante el día como en la noche. El bruxismo diurno suele estar relacionado con el estrés o la ansiedad y se caracteriza por el contacto repetitivo o sostenido de los dientes y el empuje de la mandíbula, lo cual genera tensión muscular y molestias sin que la persona sea consciente de ello. El bruxismo nocturno, por su parte, ocurre durante las fases del sueño y puede causar un exceso de presión en los dientes, dañándolos sin que la persona se dé cuenta.
Es común que los pacientes que acuden al dentista por dolor mandibular, desgaste dental, sensibilidad en los dientes o dolores de cabeza no sepan que sufren de bruxismo. Entre los signos clínicos que ayudan al diagnóstico se incluyen el desgaste en el esmalte dental y la hipertrofia muscular. El rechinar de dientes es uno de los síntomas más fácilmente reconocibles.
El tratamiento del bruxismo depende de sus causas y los síntomas que presente cada paciente, y generalmente incluye un enfoque multidisciplinario. Esto puede implicar el uso de férulas oclusales o aparatos de descarga para proteger los dientes, terapias psicológicas para controlar el hábito, fisioterapia para aliviar la tensión muscular, y en algunos casos, medicación. La higiene del sueño es esencial, por lo que se recomienda evitar estimulantes como el café, alcohol y tabaco antes de dormir.
El bruxismo nocturno se maneja comúnmente con férulas oclusales, mientras que el bruxismo diurno se trata más eficazmente con técnicas de reducción del estrés y terapias para controlar el hábito. En ambos casos, el tratamiento debe ser personalizado según las necesidades de cada paciente.
El estrés es uno de los principales factores relacionados con el bruxismo, ya que situaciones emocionales como el miedo o la ansiedad pueden activar la tensión muscular, afectando el sistema nervioso y alterando las funciones cardíacas, respiratorias y masticatorias. Además, el bruxismo puede verse empeorado por el consumo de alcohol, tabaco y ciertos medicamentos. También se ha identificado una relación entre la deficiencia de vitamina D y el bruxismo, ya que un alto porcentaje de pacientes diagnosticados presentan esta carencia.
Estudios realizados sobre la prevalencia del bruxismo en Europa indican que el 21% de la población sufre bruxismo nocturno, mientras que el 23% padece bruxismo diurno. La edad es un factor relevante, ya que afecta entre el 14% y el 20% de la población infantil, el 8% de los adultos menores de 60 años y el 3% de los mayores de esta edad.
Tratamiento
Es crucial tratar el bruxismo, ya que puede causar desgaste dental, dolores en la mandíbula, cabeza y cuello, y problemas en la alineación dental. También afecta la calidad del sueño y puede generar estrés, con posibles complicaciones adicionales. Si no se trata, el bruxismo puede resultar en fracturas dentales, enfermedades periodontales, trastornos en los músculos masticatorios y la articulación temporomandibular. Además, puede desencadenar insomnio, dolor cervical, vértigo, rigidez muscular y está asociado con la apnea del sueño y el síndrome de piernas inquietas. También puede causar efectos emocionales como cambios de humor y depresión debido al aumento del cortisol y la supresión del sistema inmunológico.
Escribe tu comentario