VÍDEO: José Antonio Ortega Lara recuerda los 532 días en los que estuvo secuestrado por ETA
Fue uno de los participantes del II Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, celebrado en Madrid
José Antonio Ortega Lara ha sido uno de los protagonistas del II Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo, celebrado en Madrid, organizado por la Fundación CEU y la Comunidad de Madrid.
"La familia, la oración y el método" fueron las tres cosas que lo mantuvieron vivo y esperanzado, según compartio él mismo.
Pensar en los suyos, refugiarse en Dios y mantenerse activo, en movimiento, lo máximo posible, fueron las rutinas que le ayudaron en su cautiverio. "Las circunstancias eran las que eran", admite.
El secuestro de Ortega Lara fue uno de los episodios más impactantes de la historia reciente de España, ocurrido entre 1996 y 1997. José Antonio Ortega Lara, un funcionario de prisiones, fue secuestrado por ETA el 17 de enero de 1996. Su secuestro fue parte de una estrategia de la ETA para presionar al gobierno español en un contexto de enfrentamientos y demandas políticas.
Ortega Lara fue capturado en la localidad de Hendaia, en el País Vasco francés, y rápidamente fue trasladado a un zulo (un escondite clandestino) en el que permaneció durante 532 días, casi año y medio. Durante su cautiverio, fue sometido a condiciones inhumanas y psicológicas, sin contacto con el mundo exterior y bajo una vigilancia constante. La familia de Ortega Lara vivió en un estado de angustia e incertidumbre, mientras que las fuerzas de seguridad españolas realizaron múltiples esfuerzos para localizarlo, a pesar de que ETA mantuvo en secreto su paradero.
El secuestro culminó el 5 de julio de 1997, cuando las fuerzas de seguridad españolas, tras una intensa operación de inteligencia y vigilancia, lograron localizar el escondite de Ortega Lara en un chalet en la localidad de Asteasu, en Guipúzcoa. La operación culminó con su liberación y la detención de varios miembros de ETA.
El caso de Ortega Lara tuvo un gran impacto en la opinión pública y en la política española, generando un aumento en la presión contra la organización terrorista y un compromiso renovado del gobierno para acabar con la violencia de ETA. Su secuestro es recordado como un símbolo de la lucha contra el terrorismo en España y los desafíos que enfrentaron las víctimas de ETA.
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