María Rey (APM): "Mezclar en el mismo saco los bulos con la información es un error"

CatalunyaPress entrevista a la presidenta de la Asociación de Prensa de Madrid para valorar los últimos anuncios del Gobierno

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María Rey
La presidenta de la APM, María Rey

 

En esta entrevista, María Rey, presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), aborda varios temas clave sobre la situación actual del periodismo en España. Rey reflexiona sobre la propuesta del Gobierno de crear un nuevo organismo para vigilar el cumplimiento de la normativa en los medios de comunicación, el papel de la autorregulación deontológica en la profesión y los riesgos de confundir la labor periodística con el activismo. Además, analiza el impacto de la "pena del telediario" y subraya la importancia de mantener la credibilidad como el principal patrimonio de los profesionales de la información.

¿Cuál es su opinión sobre los últimos anuncios del Gobierno?

Nosotros pensamos que primero, dudamos que haga falta un planteamiento de regeneración democrática enfocado en los medios. Nos preocupa mucho que se enfoque el papel de los medios como si no estuvieran contribuyendo a una democracia libre, sino todo lo contrario, porque creo que ese es un discurso que nos perjudica. Ya tenemos una situación bastante delicada, con bastante desprestigio, precariedad laboral y problemas mucho más graves. Mezclar en el mismo saco los bulos con la información es un error, porque son temas separados, y los bulos siempre han partido de otros lugares, normalmente de centros de poder, no de los medios. A veces se difunden por error o por intención, pero hay mecanismos para defenderse de informaciones que difaman y mancillan el honor. Existen recursos en la ley, y según los expertos en derecho constitucional, esos recursos funcionan, porque hay jurisprudencia para que funcionen.

El planteamiento del Gobierno es aplicar un reglamento. Por supuesto que sí, el reglamento no solo hay que aplicarlo, sino también integrarlo en nuestro sistema jurídico, porque así lo determinan las leyes europeas. Y ese reglamento establece que debe haber un organismo que vigile el cumplimiento de determinadas recomendaciones o planteamientos. El Gobierno lo deriva a la Comisión del Mercado de la Competencia, lo cual no nos parece mal ni bien, pero creemos que este organismo ya tiene suficientes funciones como para encargarse también de vigilar los medios. Existe una comisión de deontología y quejas profesionales, que es independiente, presidida por un periodista, Fernando González Urbaneja, e integrada por personas de la academia y otras profesiones. Esta comisión se consulta cuando hay un conflicto entre medios, y emite dictámenes tras debates intensos, consultando a expertos. Ya conoce los límites de la libertad de expresión y el funcionamiento de los medios, así que consideramos que lo normal sería recurrir a este organismo, que es independiente de cualquier poder y medio. Las asociaciones y colegios nos hemos inscrito de forma voluntaria, incluso la asociación de editores, y asumimos sus recomendaciones.

Entonces, si hay un organismo que reconocemos y valoramos, ¿por qué no utilizarlo en lugar de derivar esto a la Comisión Nacional del Mercado, cuyo propio presidente ha reconocido que no sabe bien cómo va a hacerlo y que necesita medios materiales y humanos? Era más sencillo partir de ese organismo que ya existe y dotarle de los medios necesarios. Por eso hemos planteado que se haga de esa manera.

Independientemente de la iniciativa del gobierno, la profesión tiene mecanismos de autorregulación deontológicos. ¿Cuáles son?

Para empezar, nosotros, como Asociación de la Prensa de Madrid, y al igual que cualquier colegio o asociación profesional, tenemos un código deontológico que suscribes en el momento en que te comprometes con él. Si no lo cumples, estás fuera. Los medios también tienen reglamentos y libros de estilo. Hay muchas maneras de controlar el funcionamiento diario del trabajo de un profesional. Pero por encima de todo, hay una máxima: un profesional de la información solo tiene un patrimonio que garantiza su presente y futuro, que es su credibilidad. Esa credibilidad tarda mucho en construirse, y hay que alimentarla toda la vida con una forma rigurosa de ejercer la profesión. Si inventas o manipulas la información, esa credibilidad se destruye rápidamente y ya no puedes sostenerla. Es mucho más práctico ser riguroso, porque si no lo eres, desaparece tu posibilidad de ejercer el periodismo. El propio medio te expulsa.

Los medios son los primeros que no quieren periodistas que engañen. Son los primeros que despiden a los periodistas que han sido condenados por casos de difamación. Hay muchos casos de periodistas que han sido echados por tener sentencias condenatorias. No hace falta que alguien externo te diga que un periodista hace bulos. En cuanto se demuestra que ha inventado la información, está fuera del oficio.

Hay un tema político dentro del sector que no se habla tanto, que es el uso que hace la política del derecho a la rectificación, y el escaso margen de respuesta que tienen los medios. ¿Qué posición tiene la APM?

Estás sometido a las mismas leyes que el resto de los ciudadanos. Si alguien considera que ha sido difamado o que se ha mancillado su honor, recurre a un juez, y el juez puede obligar a hacer una rectificación. Eso hay que hacerlo. Otra cosa es que existe lo que comúnmente se llama la pena del telediario. Es decir, cuando publicas informaciones perjudiciales para una persona, aunque luego se demuestre que no hay delito, el daño reputacional ya está hecho. Eso es inevitable y va a seguir pasando. Hay que apelar a la responsabilidad del medio y del periodista. Ojo con insistir en algo que no está probado. Pero cuando una persona te denuncia, como medio tienes que informar de ello, lo que no significa que la estés condenando.

Eso va a seguir así y forma parte del riesgo de estar en el poder. Cuando estás en el poder, estás expuesto al escrutinio, y a veces el escrutinio se equivoca. No creo que esto vaya a cambiar mucho. Se pueden hacer plazos más estrictos o proteger más el honor de las personas, lo cual no me parece mal, pero siempre habrá una parte de riesgo cuando estás en el ojo público.

¿Consideras que el debate publico sobre este tema está centrado en lo importante?

Creo que en todo este tema hay un vicio de arranque. Este debate público sobre la regeneración y el papel de los medios está ligado a un problema puntual y concreto. No es un debate reflexivo, sosegado y abierto. Ha faltado diálogo. La FAPE fue informada de que se iban a presentar estas medidas, pero no fue consultada. Hemos pedido más conversación, más participación, hacer un debate público, pero no se está favoreciendo. El Gobierno corre el riesgo de mandar el mensaje de que a los medios hay que regularlos mejor porque no están haciendo su tarea, y está utilizando el reglamento europeo que surge para proteger a los estados democráticos de la injerencia de países como Rusia. No se puede mezclar eso con lo que está ocurriendo aquí con la información que se publica. Si te perjudica, tienes tu recorrido judicial para defenderte.

No se pueden mezclar los bulos del reglamento europeo con lo que se habla en España. Y cuando se habla de seudoperiodistas o seudomedios, se debe señalar claramente quién no cumple las normas. Todos sabemos que hay gente que se disfraza de periodista y pretende debatir como si fuera un periodista profesional. Pero esa gente no está en nuestras asociaciones, ni en la Asociación de Periodistas Parlamentarios ni en la Asociación Profesional de Periodistas Madrileños. Si no los aceptamos, ¿por qué las instituciones les dan acreditaciones de prensa? El problema no es nuestro, sino de quien no ha hecho bien los filtros. Si hay normas de funcionamiento y unos pocos no las cumplen, no se puede generalizar. En este país se hace buen periodismo, aunque a veces nos falta autocrítica y autoestima.

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