España, en el epicentro del desplome de nacimientos en Europa
Europa se enfrenta a una encrucijada demográfica que exige respuestas urgentes y coordinadas para revertir una tendencia que compromete su futuro
El número de nacimientos en la Unión Europea alcanzó en 2023 su mínimo histórico, con solo 3,7 millones de nuevos nacimientos registrados, según datos de Eurostat.
Esta cifra, la más baja desde el inicio de la serie histórica en 1961, representa un 5,5% menos que en 2022 y refleja el mayor descenso anual desde la década de 1960. España se encuentra entre los países más afectados, consolidando una tendencia preocupante que abarca toda Europa.
En los últimos diez años, España ha experimentado una caída del 24,1% en el número de nacimientos, situándose como uno de los países con mayor descenso junto a Italia, Grecia y Polonia. Solo en 2023, el país registró una de las tasas más bajas de natalidad de su historia reciente, agravando un panorama ya marcado por el envejecimiento poblacional y los desafíos socioeconómicos que desincentivan la formación de nuevas familias.
Contraste europeo
Mientras España y otros países mediterráneos lideran el descenso, Malta se erige como una excepción: entre 2013 y 2023, sus nacimientos aumentaron un 10,7%, aunque en términos absolutos esto representa solo 4.462 nacimientos más. En el otro extremo, Rumanía encabeza el desplome anual con una disminución del 13,93% en nacimientos respecto a 2022, seguida por Moldavia, Polonia y República Checa, que también registraron caídas de doble dígito.
En términos absolutos, Alemania sigue liderando en número de nacimientos, con 693.019 en 2023, seguida de Francia (678.511) e Italia (379.339). Sin embargo, estos tres países también reportaron descensos notables respecto al año anterior, con variaciones del 6,2% en Alemania, 6,6% en Francia y 3,6% en Italia.
El desplome de la natalidad plantea retos cruciales para el futuro demográfico, económico y social de España y Europa. Factores como la precariedad laboral, la falta de conciliación familiar y el acceso limitado a la vivienda son obstáculos que dificultan la decisión de tener hijos. En este contexto, surgen preguntas sobre la sostenibilidad de los sistemas de bienestar y la necesidad de políticas públicas que fomenten la natalidad y apoyen a las familias.
Europa se enfrenta a una encrucijada demográfica que exige respuestas urgentes y coordinadas para revertir una tendencia que compromete su futuro.
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