Hacia un nuevo orden mundial: ¿por qué las élites culturales están perdiendo su poder?
Un mundo sin centro cultural: la fractura generacional y el agotamiento de las personalidades famosas marcan el inicio de una nueva era social
Durante décadas, las celebridades fueron los pilares de la cultura de masas. Cantantes como Beyoncé, estrellas de cine como Brad Pitt o Julia Roberts y magnates tecnológicos como Steve Jobs dominaron el imaginario colectivo y se convirtieron en ídolos de millones de personas. Sin embargo, según el escritor estadounidense Ross Barkan, esta era dorada de la celebridad tradicional está llegando a su fin.
En un mundo donde la monocultura se desmorona y las plataformas digitales fragmentan las audiencias, las nuevas generaciones –en particular los millennials y la Generación Z– están mostrando una creciente hostilidad hacia las élites y las figuras públicas que antes recibían adoración casi ciega.
El cambio generacional: de la admiración al rechazo
La Generación Z, que alcanzó la mayoría de edad en un mundo digitalizado y culturalmente fracturado, no siente la misma conexión con las figuras de antaño. No vivieron el auge de las grandes estrellas de cine ni el dominio de la televisión por cable. Para ellos, las nuevas plataformas como TikTok y las redes sociales han reemplazado los grandes medios, y las estrellas de antaño ya no tienen un lugar central en su universo.
Barkan señala que incluso las celebridades que emergen de estas plataformas digitales enfrentan rechazo. Un ejemplo reciente es la tendencia viral en TikTok que instaba a los usuarios a ignorar a ciertas figuras públicas, como la cantante JoJo Siwa, para demostrar que las masas tienen el control.
Este fenómeno se explica, en parte, por lo que el escritor Mo Diggs llama “agotamiento de la personalidad”. Internet está saturado de figuras públicas, y el público joven, especialmente, parece cansado de los ricos y famosos.
Celebridades bajo el escrutinio político
El rechazo no solo se limita al ámbito cultural, sino que también afecta al político. Las generaciones más jóvenes han mostrado su desconfianza hacia las figuras públicas que no toman posiciones firmes en asuntos críticos. Durante el conflicto reciente en Gaza, muchos jóvenes expresaron su enojo hacia celebridades que evitaron pronunciarse. Incluso figuras ampliamente queridas como Taylor Swift o Beyoncé no lograron movilizar políticamente a estas generaciones.
Este desdén hacia las élites se agrava en un contexto de creciente desconfianza hacia las instituciones. La televisión tradicional, Hollywood y los políticos ya no inspiran la admiración que una vez tuvieron.
El surgimiento de los "antiinfluencers"
En este vacío cultural surge un nuevo tipo de figura pública: el antiinfluencer. Como señala Barkan, un ejemplo extremo es Luigi Mangione, acusado de asesinar al director ejecutivo de una gran aseguradora de salud en Estados Unidos. Su caso desató un fandom en línea nunca antes visto, no por admiración hacia él, sino como un símbolo de descontento hacia las instituciones.
En redes sociales, las masas convirtieron a Mangione en un meme y compraron productos relacionados con su figura, como si fuera un nuevo tipo de ídolo. Esto refleja un cambio profundo en las dinámicas culturales: los jóvenes ya no buscan modelos tradicionales, sino figuras que encarnen su frustración con el sistema.
Hacia una nueva era cultural
El fin de la era de las celebridades no significa la desaparición de figuras públicas, sino un cambio en cómo las generaciones más jóvenes interactúan con ellas. Como concluye Barkan, la próxima década podría estar marcada por una batalla entre quienes rechazan las instituciones tradicionales y quienes buscan construir un nuevo orden.
En este panorama, el desdén hacia las élites seguirá creciendo, y las figuras públicas tendrán que adaptarse a un público que ya no se conforma con la idolatría, sino que exige autenticidad, compromiso y, sobre todo, una conexión real con los problemas del mundo.
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