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Un granjero mata a un perro después de atarlo al coche y arrastrarlo durante 300 metros

El perro quedó sangrando profundamente y con la piel arrancada de sus patas delanteras y traseras

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Catalunya press   husky

 

Catalunya press   husky
Foto: RSPCA

Kim Rendall, un granjero de 65 años, ató a un husky a su coche y lo arrastró durante más de 300 metros y posteriormente le afeitó el pelaje, causándole heridas que acabaron siendo mortales para el perro. 

 

Una cámara captó el momento en el que el Daisy, el husky de 9 años, rebotaba por la carretera y "luchaba por intentar mantenerse despierto". Jessica Kelly es una vecina que iba detrás del Nissan Micra rojo en cuestión, y explicó que le gritó para intentar que el hombre detuviera su coche, y acabó entrando en un estado de pánico. "Me horroricé por la sangre en el camino y por el tiempo que duró", lamenta. 

 

El perro quedó sangrando profundamente y con la piel arrancada de sus patas delanteras y traseras.

 

Lindi Meyer, fiscal de la Royal Society for the Prevention of Cruelty to Animals (RSPCA), explicó que Rendall fue denunciado a la policíam pero cuando los agentes se acercaron a su casa, lo encontraron tomando una taza de té, sin ningún remordimiento ni carga de conciencia. 

 

Kim se negó a decirles a los oficiales dónde estaba el perro y mintió diciendo que estaba en la parte trasera de su auto. La policía empezó a buscar a Daisy con 18 agentes y un dron tras el incidente en High Littleton, cerca de Bath (Inglaterra). 

 

Finalmente, encontraron al perro tres horas después, atado en un granero que pertenecía a Rendall e incapaz de caminar con las heridas que tenía en las patas, donde la "piel había sido arrancada del hueso". El husky fue llevado en un coche de policía al veterinario más cercano, pero fue sacrificado nueve días después porque se volvió "agresivo e impredecible".

 

La fiscal Meyer explicó que "su dolor no se podía controlar" y por eso decidieron sacrificarlo. Rendall fue descrito como un “hombre trabajador y de buen carácter” que cuidaba bien de su ganado, ayudaba a los ancianos de la comunidad y cortaba el césped de la iglesia. 

 

Afirmó que el perro, que era propiedad de su hijo, estaba atado en el maletero del coche, pero debió haber saltado o caído y no vio ni escuchó al coche detrás parpadeando y pitándole para que se detuviera.

 

Rendall admitió haber causado un sufrimiento innecesario al no proteger al animal de las lesiones y al no brindarle la atención veterinaria necesaria. Su sentencia llegará el próximo 21 de noviembre en el Tribunal de la Corona de Bristol.

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