Cadena perpetua para un hombre que asesinó a la hija de su novia y la paseó en carrito durante 3 días
Jeff ha sido condenado a cadena perpetua con un mínimo de 26 años de prisión, mientras que Gleason-Mitchell, la madre, cumplirá una pena de 10 años
Isabella Jonas-Wheildon, una niña de dos años, fue asesinada brutalmente por Scott Jeff, pareja de su madre, Chelsea Gleason-Mitchell. Tras el crimen, el cuerpo de Isabella fue paseado en un cochecito durante tres días mientras la pareja intentaba encubrir su muerte. Jeff, de 24 años, ha sido condenado a cadena perpetua con un mínimo de 26 años de prisión, mientras que Gleason-Mitchell cumplirá una pena de 10 años.
El juez Neil Garnham describió los actos de Jeff como “monstruosos”, detallando cómo sometió a la niña a una violencia extrema que incluyó fracturas en brazos, pelvis y lesiones internas. Según el fallo, la madre permitió estos abusos, priorizando su relación con Jeff sobre la protección de su hija.
La fiscal Sally Howes presentó una evidencia de que Isabella era una niña sana y bien cuidada antes de la relación de su madre con Jeff. Sin embargo, desde el inicio de su convivencia en mayo de 2023, Isabella fue sometida a una creciente brutalidad que culminó en su muerte el 26 de junio.
El día siguiente al asesinato, la pareja fue vista de compras y en un pub, empujando el cochecito con el cadáver de Isabella cubierto con una manta. Según los informes, Gleason-Mitchell admitió haber permitido la muerte, justificando su inacción como un deseo de pasar “unos últimos días” con su hija.
El juez Garnham criticó duramente a Gleason-Mitchell, señalando que “dejó que la vida siguiera con normalidad” mientras su hija sufría abusos mortales. Incluso después de la muerte de Isabella, la pareja continuó su rutina diaria como si nada hubiera sucedido.
El inspector Craig Powell, responsable del caso, calificó el crimen como “el peor imaginable”. Powell destacó la dignidad y valentía de la familia de Isabella durante el proceso judicial y agradeció su confianza en las autoridades.
El caso ha dejado una profunda huella en la comunidad y ha servido como un recordatorio del horror que puede ocurrir cuando los encargados de proteger a los más vulnerables fallan en su deber.
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