La policía embiste a niño de 13 años con su coche tras confundir su pistola de agua con un arma
La investigación concluye que los agentes actuaron “razonablemente” en circunstancias difíciles, pero la madre del menor acusa discriminación racial por el trato recibido
En un incidente ocurrido el pasado julio en Hackney, al este de Londres, la Policía Metropolitana rodeó a un niño de 13 años, identificado solo como Niño X, tras confundir su pistola de agua con un arma de fuego real. El colegial, que jugaba en una pelea de agua con su hermano, fue embestifo por un vehículo policial cuando iba con su bicicleta. Fue rodeado por agentes armados, esposado y registrado. Este incidente, que involucra un supuesto uso desproporcionado de la fuerza, ha reavivado el debate sobre el trato policial y la discriminación racial en el Reino Unido.
El suceso comenzó cuando un oficial de patrulla reportó haber visto lo que parecía una pistola real, lo que llevó a un despliegue de oficiales armados en la zona. Según el informe, el niño, que llevaba una pistola de agua azul y blanca, fue rápidamente detenido tras el reporte de que podría estar apuntando a una mujer. A pesar de que varios transeúntes confirmaron que se trataba de una pistola de agua, el niño fue arrestado, y se le encontraron hematomas tras la colisión con el vehículo policial, lo que le llevó a recibir atención médica en el hospital.
La madre del niño ha expresado su indignación tras la investigación, calificándola de "extremadamente decepcionante". Según ella, el trato recibido por su hijo fue claramente influenciado por su raza, señalando que, si el niño hubiera sido blanco, el desenlace habría sido diferente. A pesar de las acusaciones de discriminación racial, la Oficina Independiente de Conducta Policial (IOPC) concluyó que las acciones de los oficiales fueron razonables dadas las circunstancias, basándose en la creencia del agente de que se trataba de un posible incidente con un arma de fuego real.
Por su parte, la directora regional de la IOPC, Charmaine Arbouin, defendió la actuación policial, señalando que el trato al menor fue "angustioso", pero justificó la presencia de oficiales armados como parte de las directrices para manejar posibles amenazas de armas de fuego. Aunque se disculpó por la angustia causada, no encontró evidencia que justificara el inicio de un proceso disciplinario contra los agentes.
El incidente ha provocado una serie de debates sobre la actuación policial en situaciones que involucran a menores y sobre la percepción del trato hacia las personas de razas no blancas en el Reino Unido. Aunque el caso ha sido cerrado sin cargos contra los oficiales, la familia del niño continúa cuestionando la actuación de la policía.
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