El pleno de investidura de Jordi Sànchez, pendiente de la decisión de Llarena
Continúa la incógnita de si el diputado de JxCat conseguirá una autorización del Tribunal Supremo para acudir presencialmente ante la Cámara.
Sànchez ha pedido al Supremo acudir a la Cámara.
El pleno de investidura de Jordi Sànchez (JxCat) sigue en el aire a 24 horas para celebrarse, ya que persiste la incógnita de si el diputado de JxCat conseguirá una autorización del juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena para acudir presencialmente ante la Cámara.
El presidente del Parlament, Roger Torrent, ha convocado el pleno para las 10 horas del viernes y JxCat y ERC reclaman al Supremo que autorice la asistencia de Sànchez, pero no tienen ninguna garantía de que pueda ser así y tampoco tienen la certeza de tener una respuesta del juez antes de la convocatoria.
Si no pudiera acudir a la Cámara, esto replicaría la situación que ya se generó con Carles Puigdemont y con el primer intento de investir a Sànchez -en marzo- y generaría una segunda incógnita: si los independentistas mantienen el pleno o deciden suspenderlo.
Hasta ahora siempre han respetado el auto del Tribunal Constitucional que avisó de que cualquier candidato a la investidura debe estar presente en el pleno, aunque esto ha generado tensiones internas entre JxCat y ERC.
Por ejemplo, cuando el 30 de enero Torrent decidió suspender el pleno de investidura de Carles Puigdemont, eso le valió los reproches de JxCat y la CUP, que exigieron investir al expresidente aunque hubiera decidido no comparecer presencialmente ante la Cámara.
JxCat y ERC confían en que esta vez sea diferente y Sànchez sí obtenga permiso para ir al plenario, y para argumentarlo aluden a la resolución que hizo sobre el candidato el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
A través de un apunte en Twitter, el propio Sànchez ha reclamado este miércoles poder estar presente en el pleno del Parlament del viernes y ha defendido que sería "la oportunidad de encarrilar una solución política" a la situación de Catalunya.
INVESTIDURA SIN GARANTÍAS
Si finalmente Sànchez pudiera acudir el pleno el viernes, no tiene garantizado ser investido pese a que el independentismo suma 70 -JxCat, ERC y la CUP- de los 135 diputados en el Parlament y, por lo tanto, tendría una mayoría absoluta necesaria para saldar la investidura por la vía rápida.
De los 70, Sànchez no puede contar con los 4 votos de la CUP porque se abstendrá y, en condiciones normales, los 66 que suman JxCat y ERC le valdrían para ser investido en segunda votación -por mayoría simple- y derrotar a los 65 votos del resto de partidos del hemiciclo.
Pero, en los 66 votos que suman JxCat y ERC aparece la tercera incógnita de la investidura: el voto delegado de Puigdemont (JxCat) podría ser impugnado ante la justicia y el diputado de ERC Toni Comín (ERC) estudia pedir la delegación y también podría ser impugnada.
El camino más rápido para garantizar la investidura de Sànchez en segunda votación sería que tanto Puigdemont como Comín renunciaran al acta y dieran paso a dos diputados sin causas judiciales pendientes.
El problema surge porque tanto uno como el otro han manifestado en público que no tienen intención de hacerlo.
OTRO CANDIDATO
La cuarta incógnita es, si persiste el veto a Sànchez, quién será el siguiente candidato a la investidura que propondrán JxCat y ERC, una responsabilidad que recaerá en los primeros por ser la fuerza independentista más votada el 21-D.
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