La Obra Social 'la Caixa' impulsa la terapia con robots para niños autistas

Los robots son beneficiosos en las terapias con pacientes autistas ya que éstos tienden a aprender más de la interacción con tecnología que con seres humanos.

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Menor niño autismo autista 18042018

 

Menor niño autismo autista 18042018


La Obra Social 'la Caixa' ha seleccionado al Instituto de Robótica para la Dependencia para llevar a cabo terapias psicológicas asistidas por robot para mejorar la eficacia clínica en niños con trastorno del espectro autista.


Para ello, el Instituto de Robótica empleará un robot social asequible como Jibo junto con los sensores requeridos (por ejemplo, micrófono externo, cámara, etc.) para desarrollar intervenciones psicológicas para niños con TEA (trastorno del espectro autista). Este tipo de robots son muy atractivos, pueden reproducir videos y sonidos en su pantalla táctil, tienen movilidad, son programables y de bajo coste.


Esta inversión se produce en el marco del programa de ayudas a proyectos de iniciativas sociales 2018 de la Obra Social 'la Caixa', con el que impulsan proyectos que fomenten la vida independiente, la autonomía y la calidad de vida de las personas con discapacidad y también la de aquellas que, por razones de envejecimiento o enfermedad, sufren el deterioro de sus capacidades y de su salud. El proyecto cuenta además con la colaboración de la Fundación Villablanca del Grup Pere Mata, que ha puesto en funcionamiento una residencia especializada en TEA.


AVAL CIENTÍFICO


Estudios recientes confirman que para los niños con TEA la imitación y la adquisición de atención conjunta mejoran en los entornos en los que están involucradas las herramientas tecnológicas.


Teniendo en cuenta que los pacientes con TEA tienden a aprender más de la interacción con tecnología que con seres humanos, los robots podrían tener el potencial de ser utilizados en las terapias de TEA.


El trastorno del espectro autista (TEA) es uno de los trastornos del desarrollo infantil más comunes. Se caracteriza por patrones restringidos de comportamiento e intereses y deficiencias cualitativas en la comunicación y la interacción social.


Estos síntomas surgen temprano y persisten en el desarrollo. Aunque durante la adolescencia y la edad adulta los síntomas parecen disminuir, se considera que el TEA es una discapacidad crónica. La mayoría de las personas con TEA requieren atención profesional durante toda su vida y, por lo tanto, exige un gran esfuerzo físico, económico y emocional a la sociedad.

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