Después de dos horas y media de reunión entre Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España y Quim Torras presidente de la Generalitat de Catalunya, incluida la explicación de sobre los obsequios llevados al presidente español,entre ellos una botella de ratafía- aguardiente con hierbas-, que al parecer hace más fuerte a los catalanes, ¿independentistas?, hubo paseo por los jardines de Moncloa, con explicación del mismísimo Sánchez. ¿ Estrategía de su jefe de gabinete?. El marketing de distensión que no falte, porque las formas son esenciales en una estrategia política y más cuando hay tanta gente observando , no hay que defraudar.
Decía Konrad Adenauer que “En política lo importante no es tener razón, sinó que se la den a uno”. Quizás esa es la estrategía aplicada por el astuto Sánchez que ha querido escenificar su carácter dialogante, la voluntad de llegar a acuerdos y envolver en papel de celofán su estrategia de cambio de talante: más dialogante, más cercano, más abierto, más de todo. El presidente de la España plurinacional.
El presidente catalán ha salido satifecho de la larga entrevista porque ha encontrado a un interlocutor amable, interesado por los problemas de Catalunya, que son “políticos”, no “judiciales” y dispuesto a seguir hablando. Para empezar le ha anunciado la voluntad del ejecutivo espeñol que él preside, de levantar la suspensión de las leyes sociales recurridas en su día por el gobierno del PP, y la promesa del trabajo conjunto para la derogación de la ley mordaza, la memoria histórica y la supresión de simbología franquista en toda España. Activación de las comisiones y expresandole su preocupación por los presos políticos, pero no le ha pedido “nada” a cambio, es decir, que no ha negociado nada del futuro de los mismos, ¿seguro? No hay que olvidar que la política también es el arte de decir lo contrario de lo que se hace piensa o se actúa.
Quim Torra le ha manifestado que el gobierno catalán no renuncia a “ninguna” formula para conseguir la independencia, mientras que Sánchez le ha explicado su modelo plurinacional de defensa de España, que es –como ha dicho en más de una ocasión- una nación de naciones, pero no llegó a entrar en más de detalles de cómo resolvería la sopa de letras.
La entrevista ha servido para que los dos mandatarios salgan contentos, cada uno de ellos por motivos diferentes y para contentar a sus respectivas clientelas políticas.
Sánchez, con un tiempo de gobierno marcado, ¿dos años máximo? solo puede enseñar los enunciados de sus propuestas, eso es lo que ha hecho y para que Torra no vuelva de vacío a Catalunya, le ofrece, es fácil, levantar las leyes sociales recurridas, hablar de las condiciones judiciales de los políticos presos, aunque lo nieguen públicamente, y poner en “funcionamiento” las comisiones bilaterales. Toda una batería de buenas intenciones que quedarán rubricadas cuando Sánchez vaya al Palau de la Generalitat, en septiembre ,para seguir escenificando las buenas relaciones de los dos gobiernos.
La entrevista de Moncloa, con ratafía incluida, no deja de ser una buena puesta en escena de una obra cuyo final no está claro, porque prometer se puede prometer lo que se quiera, otra cosa que las promesas se lleguen a realizar
Decía Einstein que “si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”
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