Año nuevo, problemas viejos. Eso es así porque aunque se haya cambiado el último dígito, las cosas, por desgracia, no cambian, continúan ahí como una losa a la espera de que alguien la levante. Lo malo del asunto es que quien tiene competencias en este asunto está por otros menesteres que ellos consideran más importantes: las personas deberían ser la primera prioridad de cualquier gobernante, la realidad es bien distinta, por desgracia.
En plenas fiestas navideñas, "se descubre" con datos de Mossos y Guardia Urbana que hay unos 300 menores marroquíes que han llegado en pateras y que se dedican a robar. Estos jóvenes que han venido a Barcelona huyendo de la miseria de su país, se supone que están protegidos en centros de la Generalitat de Catalunya. La realidad es que estos se escapan de los mismos. No se adaptan y muchos se escapan, dicen los especialistas. ¿Por qué sucede esto? ¿Están dotados los centros económicamente y de personal cualificado? Dados los resultados parece que no. Los profesionales están desbordados, no saben qué hacer.
Los "niños" de la calle de la Barcelona próspera y la Catalunya avanzada han escogido la montaña de Montjuic como su lugar para dormir. En los centros no les dan lo que necesitan, eso es evidente. Algo se está haciendo mal para que esta situación se haya ido agrandando en los últimos tiempos, sin que se haya hecho nada especial para buscar soluciones más efectivas. Es una batalla que se debería ganar a corto o medio plaza. Está en juego el futuro de unos jóvenes y la seguridad en las calles.
El problema de estos jóvenes es la frustración de lo que ellos habían soñado como el paraíso occidental, y este se ha esfumado, la vida es más dura de lo que le habían contado, o lo que había visto en las imágenes proyectadas por las televisiones. El sueño europeo se ha convertido en un drama para estos jóvenes sin familia.
La impaciencia y la falta de adaptación también contribuyen a que decidan marcharse de los centros. La droga elegida como tabla de salvación, en muchos de los casos, hace estragos en su salud mental. Un riesgo más muy difícil de solucionar dada la falta de centros de salud mental y la saturados de los ya existentes
Algo habrá que hacer con ellos, forman parte de los excluidos socialmente. Hay que dedicar más recursos materiales y humanos para solucionar estos casos. Mirar para otro lado no arregla nada. Más bien al contrario. Este es un problema de primera magnitud, no se puede permitir que estas cosas sucedan en una Catalunya rica, al menos eso se dice.
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