Miquel Escudero: "Los populismos distorsionan la realidad de la Constitución"

'Por nuestras calles' es un recopilatorio de artículos sobre actualidad política en los que reivindica una España plural volcada en la convivencia.

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Miquel Escudero

 

Miquel Escudero


Miquel Escudero es profesor de Matemática Aplicada en la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC), está doctorado en Filosofía y colabora con diferentes medios de comunicación, entre ellos Catalunyapress. Un recopilatorio de artículos publicados en este diario ha dado lugar a su último libro 'Por nuestras calles' (Ediciones Hildy), en el que reivindica a una España plural volcada en la convivencia. Ha escrito 'Duelo por un gato', a raíz de una experiencia familiar, y prepara nuevos títulos en el ámbito cultural.


¿Hace falta más filosofía en política?


Si por filosofía se entiende 'amor al saber', por supuesto. Ortega dijo que filosofía es la vida auténtica, la vida poseyéndose a sí misma. Y en estas páginas se asocia la filosofía con el saber entrar en dudas, lo cual es decisivo para desactivar el fanatismo que pueda haber en cada persona. Y esto repercute inevitablemente en la política.


¿Falta sentido crítico?


Siempre. Es nuestro gran compañero ante cualquier extravío mental que nos aceche, desde dentro y desde fuera. Sin este 'ángel de la guarda' no hay libertad posible y tampoco conexión con la realidad. Julián Marías definió la razón como "la aprehensión de la realidad en su conexión".


¿Las polémicas sobre la Constitución son una fuente de inspiración para tus artículos?


No es tanto fuente inspiradora como acicate para responder a la propagación del error en un asunto tan básico. No nos engañemos: los diversos populismos que nos asolan distorsionan la realidad de la Constitución y buscan demoler nuestro sistema de convivencia y de libertades. 


De hecho, este libro es un homenaje a la sociedad española que, en su conjunto, respaldó la concordia y la devolución de España a los españoles, y lo hizo fijando una Constitución que asegura un sólido sistema de progreso. 


Alrededor de ella se ha configurado un Estado democrático y social de Derecho, siempre perfectible, y un sistema de libertades que hay que cuidar día a día. Y esto no tiene precio.


¿Echas de menos a algún político en el panorama actual?


Sí, pienso en especial en las actitudes de Adolfo Suárez, Santiago Carrillo y Josep Tarradellas. El líder comunista veía a Suárez no como un adversario electoral, ni como un falangista renovado, sino como un decidido partidario de la democratización al que siempre profesó respeto y simpatía; Adolfo siempre le correspondió del mismo modo, e incluso le llegó a proponer, meses antes del 23 F, un gobierno de concertación UCD-PCE.


Se desprende de tus páginas cierto orgullo de la cultura española. ¿Es así?


Sí, sin complejo y sin provincianismo. La cultura española es plural y es admirable en varias dimensiones, y en otras no. Hay que ser consciente de ello y expresarlo como un factor de emulación de lo mejor y de disuasión de lo peor. Sin estúpidos narcisismos y sin rechazos ignorantes, que son dos poses sistemáticas que ahogan nuestras posibilidades individuales y sociales.


Dedicas artículos a la disolución de ETA. ¿Crees que el final de la lucha armada llegó sin justicia social?


Durante años hubo el mito de la imbatibilidad de ETA y que al final se rompió en pedazos. Por otro lado, es indudable que las víctimas de los etarras lo fueron por una causa política, y este hecho no admite blanqueo. Como ha señalado Florencio Domínguez Iribarren, director del Centro para la Memoria de las Víctimas del Terrorismo, el verdugo fue presentado ante la sociedad vasca como víctima, mientras que la víctima real quedaba oculta en las sombras de la historia. Una gravísima injusticia.


Te muestras preocupado por la relación entre nacionalismo y convivencia en Catalunya. ¿Te sientes excluido?


Basta atender a las decisiones de los actuales dirigentes del independentismo, instalados en cargos públicos, para cerciorarse de que distribuyen el dinero público de forma sectaria. Más de la mitad del país no cuenta para ellos, prefieren que permanezcan callados y desentendidos de lo que se cuece: imponer a las bravas y con cinismo sus criterios e intereses. Es una actitud claramente reaccionaria y que muchos catalanes ya saben peligrosa e intolerable. O se la derrota o nos devorará.


A nivel personal y profesional, ¿tus textos críticos con el soberanismo te han perjudicado o te han favorecido?


Soy profesor titular de universidad y no soy famoso. Mis textos tienen aquí escaso eco, por no decir nulo. No importa. Ahí están y algunas personas saben que pueden leerlos con cierto interés. De momento, no he recibido manifiestos odios africanos, los que hubo entre Roma y Cartago.


¿Cómo calificarías el procés?


Rehuyamos los titulares simplificadores. Lo que urge es retornar a la senda constitucional, sin trampas, con juego limpio y con un rotundo respeto personal. El resto no conduce a nada bueno para nadie, menos para la clase media trabajadora. 


¿Quiénes fingen o niegan la gravísima pérdida de capital humano y económico que el procés produce entre los ciudadanos más débiles y desasistidos en sus necesidades sociales? 


En cambio, para quienes se han echado al monte, lo prioritario es 'construir república' y descalifican todo lo demás, porque "nos distraemos con cuestiones que no son las esenciales". Está dicho todo.


Has escrito numerosos artículos sobre temas literarios. Después de 'Por nuestras calles', más político y social, ¿se prevé otro libro tuyo más cultural?


Confío en que sí. De momento, en febrero aparecerá otro libro mío: Sostiene Mengano, que se subtitula: 'Un profesor habla fuera de clase'. 


Por nuestras calles



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