La alianza entre Valls y Rivera salta por los aires dejando a Ciudadanos tocado en Catalunya
La ruptura entre ambos líderes malbarata el papel de la formación 'naranja' en el Ayuntamiento de Barcelona. El exprimer ministro francés podría ensayar ahora un nuevo rumbo político que pasaría por ahormar un espacio catalanista.
El divorcio entre Manuel Valls y Albert Rivera se ha terminado consumando. ¿Qué significa esto para el futuro de Ciudadanos en Catalunya? ¿Tiene pensado el flamante concejal barcelonés ir por libre y fundar una nueva formación política? ¿Cómo convivirán a partir de ahora los ediles de Ciudadanos con los independientes que se presentaron conjuntamente a la lista de Valls para las municipales?
Demasiadas preguntas que serán mejor respondidas cuando se pose la polvareda provocada por esta ruptura de una relación política que apenas ha durado ocho meses. El acercamiento de Ciudadanos a Vox, aunque realizado a regañadientes y exhibiendo una hostilidad manifiesta por parte de la dirección 'naranja', y el apoyo "sin condiciones" de Valls a una investidura de Colau han precipitado la separación entre ambos líderes.
Pese a que no todas las voces consideran que esta situación sea irremediable, la dirección de Cs ha dado un paso difícil de revertir al partir en dos el grupo municipal en Barcelona. Así lo ha decidido este lunes la Ejecutiva Permanente de Cs y se ha ocupado de comunicar Inés Arrimadas: "Tendremos grupo propio, con tres concejales, para tener una voz propia".
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Durante el último ciclo electoral, Ciudadanos centró su estrategia electoral en hacerse con el liderazgo del bloque de la derecha. Esta apuesta jamás fue del agrado de Manuel Valls, pero aunque los dimes y diretes fueron constantes durante los últimos meses, jamás llegó la sangre al río a la espera de que se abrieran las urnas y se viera si la jugada de Rivera resultaba vencedora.
Sin embargo, el 26-M otorgó a Ciudadanos un segundo puesto en el bloque opositor a Pedro Sánchez. El 'sorpasso' por la derecha no se había producido. Y Valls movió ficha al ofrecerse sin contrapartidas a Ada Colau como mal menor para frenar la llegada de Ernest Maragall a la alcaldía de la capital catalana. Fue entonces cuando Cs se la devolvió al exprimer ministro, marcando perfil propio frente al "populismo" representado por la alcaldesa.
De ahí que ayer Arrimadas insistiera en que la diferencia entre Maragall y Colau era "muy poca", como muestra, a su juicio, que la alcaldesa haya vuelto a colocar un lazo amarillo en la fachada del consistorio.
CIUDADANOS, TOCADO
Aún es pronto para saber quién será el actor más damnificado en este divorcio. Ciudadanos se queda con dos concejales menos de los obtenidos en 2015, mientras que Valls también verá reducida su representación en el consistorio municipal, que ya de por sí fue más modesta de lo esperado.
Por eso Carlos Carrizosa, uno de los hombres fuertes de Ciudadanos en Catalunya, se ha apresurado a señalar que ambos grupos seguirán colaborando pese al distanciamiento por la investidura de Colau. "Compartimos valores, compartimos programa y estamos dispuestos a colaborar", ha manifestado el portavoz parlamentario.
Sin duda, a la formación 'naranja' no le conviene perder más peso político en la comunidad. Tras el salto al ruedo nacional de Arrimadas, el partido ha quedado desarbolado y sin un líder claro en Catalunya que pueda recauchutar una organización que no ha logrado revalidar en las urnas el apoyo que recibió en las últimas elecciones autonómicas de 2017.
VALLS PIENSA EN UN NUEVO PARTIDO
La sugerencia corre por los mentideros políticos desde el día después del 26-M: Valls está pensando en fundar un nuevo partido. Catalunyapress se ha puesto en contacto con uno de los ediles que votaron sí a la investidura de Colau rompiendo con el criterio de Ciudadanos, aunque no ha querido realizar declaraciones a la espera de que se discutan las posibilidades que encierra el nuevo panorama.
Pero si se atiende a la lista configurada por Valls para dar el salto a la alcaldía, se pueden sacar algunas claves de sus planes. El candidato incorporó en la papeleta a nombres de Lliures, la formación liberal y catalanista aunque no independentista cuyo rostro visible es Antoni Fernández Teixidó.
El exprimer ministro francés jamás ha ocultado su filiación política por el catalanismo clásico, que ve como una fuerza de progreso que puede casar con un compromiso nacional español. Ese espacio de los "huérfanos" de Convergència (y de Unió) que lleva años sobrevolando el ambiente político catalán y que ha tomado tierra en organizaciones como la misma Lliures o Units per Avançar, coaligada hoy con el PSC.
Está por ver cuáles son las intenciones de Valls, que deberá tomar contacto con la política municipal del día a día y trazar alianzas firmes más allá de Ciudadanos. Solo el tiempo dirá si la ruptura de este "bromance" deja huella o permite a Rivera y Valls seguir caminos paralelos y quien sabe si, en un futuro, convergentes.
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