Colau guarda silencio ante la oleada de crímenes en Barcelona

La alcaldesa accidental, Janet Sanz, afirmó que no identificaba "una percepción superior de inseguridad", sino "una enorme preocupación por la emergencia climática".

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De las 44 muertes violentas que se han producido en Catalunya en lo que va de año, Barcelona acumula trece homicidios, la mayoría de los cuales han ocurrido en un breve espacio de tiempo durante los primeros meses del verano.


Esta cifra supone un alza respecto a la registrada el año pasado en la capital catalana: en 2017, se produjeron en Barcelona diez homicidios a lo largo de todo el año. A pesar de la alarma que supone este aumento de la criminalidad, la alcaldesa Ada Colau no ha convocado a los medios ni acortado sus vacaciones para informar sobre las medidas que piensa tomar el consistorio para afrontar este problema. 


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VERANO SANGRIENTO


Según datos recopilados por Mossos d'Esquadra, hasta junio hubo seis homicidios en Barcelona. A estas siguieron cinco sucesos en julio y dos en lo que llevamos de agosto, superando en mes y medio las muertes criminales ocurridas durante el primer semestre del año. 


El último homicidio confirmado es el de una mujer de procedencia sueca que fue hallada sin vida en el barrio de Can Tunis el pasado lunes 12 de agosto.


Pese a que el teniente de seguridad, Albert Batlle, ha actuado con contundencia frente al top manta, por el momento no ha tomado medidas frente a esta ola de homicidios que ha marcado la ciudad en los primeros compases del verano.


Batlle ha anunciado una cumbre en septiembre para coordinar la actuación en los distintos distritos y ha ordenado un refuerzo policial en el Port Olímpic, donde un ciudadano chino fue asesinado el pasado mes de julio. Sin embargo, ni el concejal ni el equipo de gobierno se han focalizado en concreto en estudiar a qué se debe este repunte de muertes violentas, aunque Batlle ha reconocido que existe una "crisis de seguridad" en la ciudad.


Por barrios, el más castigado por esta racha de crímenes ha sido Ciutat Vella (4), aunque en otras zonas de la ciudad también se han producido hechos violentos. Así, en el Eixample se produjeron dos homicidios; en Sants-Montjuic, dos; en Sant Martí, dos; en Poble Nou, uno; en Port Olímpic, uno; y en Sarrià, uno.


EL PROBLEMA NO ES LA SEGURIDAD, SINO EL CLIMA


Hasta la fecha, la única reacción oficial del Ayuntamiento ha sido la de Janet Sanz, segunda teniente de alcalde y a la sazón alcaldesa accidental. En una entrevista en 'El Periódico' afirmó que no identificaba "una percepción superior de inseguridad", sino "una enorme preocupación por la emergencia climática".


Tras estas declaraciones, hasta 30 asociaciones vecinales han exigido la dimisión de Sanz "por no ser capaz de ver los problemas de inseguridad e incivismo" en la ciudad.



Asimismo, en el seno del gobierno municipal hay división en torno a la forma de resolver los problemas de seguridad. Mientras que Batlle es partidario de mano dura para afrontar fenómenos como los narcopisos o el top manta, los comuns e incluso el vicealcalde, Jaume Collboni (PSC), siempre resaltan que hay que acompañar la actuación policial con medidas de inserción social.


Estas perspectivas no han terminado de encajar en los primeros movimientos del gobierno, hasta el punto de que Batlle fue desautorizado en público por sus operativos contra la venta ilegal ambulante.


BARCELONA, A LA CABEZA EN DELINCUENCIA


Según datos de epData, Barcelona se ha convertido durante los últimos cuatro años en la capital española más insegura. En la ciudad catalana se cometieron hasta junio de 2019 un total de 49.363 infracciones penales, lo cual sitúa la metrópoli a la cabeza de la delincuencia en España. Solo en 2018, Barcelona registró 1942.212 delitos, un aumento del 17,2% respecto al año anterior.


Si se comparan estos datos con otras grandes ciudades españolas, se observa que Barcelona duplica o triplica los índices de criminalidad de Zaragoza, Valencia o Madrid. El caso de Madrid es especialmente grave, ya que con más del doble de población que la Ciudad Condal, tiene una tasa de criminalidad de casi la mitad.



En Barcelona han aumentado más los robos que en el conjunto de España, registrándose 3.549 hechos delictivos hasta junio. También han repuntado el tráfico de drogas (140 casos) y el robo de vehículos (1.294 casos).


Ayuntamiento y Generalitat llevan meses pasándose la patata caliente sobre a quién corresponde encargarse del control de la seguridad en la capital, con el Ayuntamiento culpando a Interior de la falta de efectivos y el Govern respondiendo que el consistorio tiene plena competencias en la materia.


No es casual que a raíz de esta situación algunos vecinos hayan decidido constituir grupos de vigilancia comunitaria o que los comerciantes de la Plaza Real y de Passeig de Gràcia hayan contratado servicios privados de vigilancia para patrullar la céntrica plaza.

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