Eric Calderwood: el nacionalismo marroquí copió los modelos andalusíes del colonialismo franquista

El colonialismo español en Marruecos se inspiró en las teorías de Blas Infante, acérrimo opositor del nacionalismo catalán al que consideraba "monorracial, monocultural y excluyente".

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Al andalus

 

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Se ha escrito mucho sobre el legado de Al-Ándalus, tema que ha interesado al norteamericano Eric Calderwood, profesor de la Universidad de Illinois, quien ha analizado en 'Al-Ándalus en Marruecos' (Almuzara) dicha huella en el Marruecos contemporáneo y lo hace de forma harto polémica porque dice que fue utilizada tanto como justificación del colonialismo español, como asimismo fue subliminalmente aceptada poco a poco por el nacionalismo marroquí, lo que le lleva a contradecir el imaginario construido interesadamente sobre la influencia que tuvo el colonialismo francés en el vecino país.


Considera que "los intelectuales marroquíes contemporáneos comparten con los escritores coloniales españoles un conjunto de ideas sobre cómo se transmitió la cultura andalusí a Marruecos, siendo lo más curioso que esta tesis ha perdido su relación con el mantenimiento de la ideología colonial para ser asumida como propia y definitoria de su personalidad por los mismos marroquíes". Y es que "la insistencia española en la herencia andalusí de Marruecos que sirviera para justificar el colonialismo, galvanizó la cultura nacional marroquí que sustituiría al dominio colonial", lo que le lleva a colegir que se produjo una "sorprendente colaboración entre el fascismo español y la élite intelectual marroquí".


Para Calderwood, la cultura hispano-árabe fue un discurso imperialista del franquismo que, extendiéndose hacia atrás en el tiempo, y a través del espacio mediterráneo, proyectó la influencia cultural española hacia el sur, es decir, hacia el protectorado español en Marruecos y hacia el este, en dirección al corazón de los mundos árabe y musulmán. "La 'cultura hispano-árabe' fue una de las estrategias discursivas empleadas por los estudiosos e ideólogos franquistas para diferenciarse de los estudios coloniales franceses sobre Marruecos y el Islam…" y la diferencia más importante entre la categoría española y francesa de dicho concepto es que para la primera formaba parte integral de la cultura española y para la segunda no era sino un conjunto de signos diferenciadores. Utilizó para ello ciertas instituciones que desarrollaron una interesante labor como los Institutos General Franco y Muley el Hasán de Tetuán y la Casa de Marruecos de El Cairo, así como la colaboración de algunos intelectuales y artistas (Rodolfo Gil Benumeya, Tomás García Figueras, Mariano Bertuchi, García Barriuso, etc.)


Todavía aporta Calderwood más elementos para la polémica porque el historiador estadounidense opina que "aunque Blas Infante fue una víctima de la violencia franquista, sus escritos ayudaron a dar forma al discurso de colonialismo español en Marruecos bajo el franquismo" (algo que "las celebraciones contemporáneas de su obra eluden convenientemente") porque la fusión de Al-Ándalus, Andalucía, y Marruecos "en una sola idea y cultura que se extiende a través del tiempo y del espacio… es la fuerza motriz que impulsa el colonialismo español en Marruecos desde la década de 1930 hasta la de 1950". Y por si esto no fuera suficiente, recuerda que Infante criticó severamente el nacionalismo catalán, al que calificaba de "monorracial, monocultural y excluyente" puesto que "mientras que el pensamiento nacionalista catalán se construyó sobre nociones de diferencia lingüística y racial, el nacionalismo andaluz defendió la mezcla racial y cultural".


Una obra de un autor ajeno a Marruecos y a España que suscitará ciertamente debate entre los especialistas de uno y otro lado del estrecho y, por qué no decirlo, entre los políticos.

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