"Nuestra calidad de vida depende de que resolvamos el problema del cambio climático"
Julio Lloret es profesor de investigación de ICREA e ICIQ y participa en un estudio europeo para convertir energías renovables en combustibles y productos químicos limpios.
Julio Lloret-Fillol es profesor de investigación de ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados) y del ICIQ (Instituto Catalán de Investigación Química). Su trabajo se centra en el diseño de nuevos catalizadores para una síntesis más sostenible de combustibles y productos químicos a través de fotosíntesis artificial. En la actualidad, es miembro del proyecto europeo Sunrise-Energía solar para una economía circular, entre otras iniciativas internacionales.
¿En qué consiste el proyecto Sunrise?
Sunrise (Energía Solar para una Economía Circular) es una de las seis iniciativas de investigación e innovación que ha recibido un millón de euros de la Comisión Europea para preparar una propuesta de proyecto de investigación a gran escala en el plazo de un año, desde marzo de 2019 hasta febrero de 2020. Nuestro objetivo es convertir energías renovables en combustibles y productos químicos limpios a través de la fotosíntesis artificial.
¿Cómo se convierten las energías renovables en combustibles de esta manera?
La fotosíntesis artificial funciona de manera muy similar a la natural. El mecanismo vegetal utiliza el CO2 de la atmósfera, el agua y el sol para producir energía química. Esa funcionalidad de la flora sirve ahora como "inspiración" para poder utilizar la energía del sol a la hora de crear combustibles o productos químicos de forma sostenible. Al igual que las plantas, nosotros utilizamos el CO2 para transformarlo en combustibles solares con las mismas moléculas que los combustibles fósiles. Al quemar dichos combustibles vuelven a producir otra vez CO2 y, por lo tanto, no aumentan su presencia en la atmósfera.
¿Qué coste tiene?
El objetivo a 10 años es que su coste sea menor que el de los combustibles fósiles.
Según sus cálculos, ¿cuándo sería una realidad?
Una vez se alcancen costes que sean competitivos con el de la gasolina, empezaríamos a ver prototipos en 15 años.
¿Qué efecto tendría sobre el cambio climático?
El calentamiento global se debe principalmente al dióxido de carbono que hay en la atmósfera producido por nosotros, los humanos. Por tanto, si reducimos la emisión del CO2, podríamos ralentizar este calentamiento. Solo conseguiremos detener y revertir este proceso si logramos eliminar el CO2 extra que hemos producido desde el principio de la Revolución Industrial.
¿Hay suficiente apoyo institucional para este tipo de investigaciones como el proyecto Sunrise?
Tras esta primera mitad de proyecto, nuestra iniciativa acaba de anunciar su cooperación conjunta con otra de estas seis iniciativas que han sido financiadas por la CE: ENERGY-X. Ambos proyectos comparten objetivos comunes para la conversión de las energías solar y eólica en combustibles y productos químicos limpios y, actualmente, estamos trabajando en la elaboración de un manifiesto común.
Entre los dos proyectos reunimos a 30 organizaciones europeas y contamos con el apoyo de más de 300 organizaciones del mundo académico, empresarial y social. En el caso de SUNRISE, dentro del consorcio de socios españoles estamos IMDEA Energía en Madrid e ICIQ en Tarragona.
Además, tenemos el soporte institucional de diferentes sectores, como Cegasa, Endesa, Acciona, Repsol, Enagas, la oficina española del cambio climático (OECC), la agrupación de fabricantes de cemento de España (oficemen), el CSIC y el centro de investigaciones energéticas, medioambientales y tecnológicas (Ciemat), entre muchas otras. A pesar de todo el soporte que ya tenemos, necesitamos una involucración clara y firme de las administraciones, ya que el calentamiento global recae sobre la salud y el bienestar de todos los ciudadanos.
¿Cómo se puede sensibilizar más a empresas, administraciones y ciudadanía en la lucha contra el cambio climático?
Según una fábula, si echamos una rana en una olla con agua hirviendo, esta salta inmediatamente hacia fuera y consigue escapar. En cambio, si ponemos una olla con agua fría y echamos una rana esta se queda tan tranquila. Y si a continuación empezamos a calentar el agua poco a poco, la rana no reacciona sino que se va acomodando a la temperatura hasta que pierde el sentido y, finalmente, morir achicharrada. Pues bien, nosotros no solo seríamos la rana que se achicharra sino que además seríamos los que van subiendo la temperatura del fuego.
Para concienciar a los diferentes actores de la importancia y urgencia de este problema que nos afecta a todos, invitaría a la población en general a que mire los datos que organizaciones como la NASA publica sobre el preocupante derretimiento de los polos. Es crucial que todo el mundo esté al tanto de lo que está pasando porque nuestra calidad de vida depende de que resolvamos este problema.
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