Entre Nicolás Maduro y su segundo en el mando, Diosdado Cabello, hay una rivalidad feroz en mostrar cuál de los dos lanza mayores amenazas contra el mundo y los venezolanos. Y en ese campeonato dudamos quien vaya a ganar porque un día el primero dice una cosa y después salta el otro para subirle el tono al mismo tema.
La cuestión es que los dos competidores malgastan el tiempo en ver cómo destruyen a sus adversarios políticos mientras el país se desmorona en pedazos y no presentan soluciones para levantarlo de las ruinas que el mismo régimen dictatorial ha causado, sino seguir robando.
La ola de protestas que recorre Chile, Ecuador, Perú y Bolivia, se la quieren atribuir a "la brisita bolivariana" que amenaza con convertirse en "huracán", dice Cabello y luego Maduro lo ratifica al afirmar que está ocurriendo según lo planificado por el Foro de Sao Paulo y la ayuda de Putin.
En su programa televisivo "con el mazo dando", Cabello se frota las manos: "no puedo ser hipócrita, sí me alegra que los pueblos se levanten". Y por si no le creen vuelve amenazar que pronto el pueblo colombiano se alzará contra la opresión. "Tienen un candelero y no se han dado cuenta".
El régimen chavista sueña con tener influencia y liderazgo en América Latina como antes con los "petrodólares" que ahora no existe porque ya no tiene capacidad de financiar a los grupos de izquierda debido a la caída de los precios petroleros y la destrucción de Petróleos de Venezuela.
La época de las vacas gordas ha pasado a la historia de cuando Hugo Chávez costeaba las cumbres paralelas internacionales de los miembros del Foro de Sao Paulo y financiaba los viajes, obras sociales redentoras y campañas para la reelección de sus aliados como Evo Morales, Cristina de Kirchner, Daniel Ortega, entre otros. Era su manera de financiar la "justicia social" a expensas del dinero venezolano.
Y algo del pasado ha quedado en la memoria de esos grupos resentidos que ahora incendian, saquean y sabotean porque su objetivo es desestabilizar a los gobiernos democráticos para llegar al poder o impulsar una constituyente según el modelo chavista.
La geopolítica del petróleo ya es del pasado. El régimen lo máximo que puede ofrecer ahora financiar es con pepitas y lingotes de oro, el coltán y los diamantes del Arco Minero del estado Bolívar, al sur del país, el nuevo "Dorado" de sangre donde reina la ley de la selva y los fusiles de la Guardia Nacional y de la narcoguerrilla del ELN y las FARC.
Pese al desprestigio internacional de la dictadura de Cabello y Maduro, los dos celebran como suyos los incendios y destrozos provocados. "En Chile la gente está pidiendo la Asamblea Nacional Constituyente y ¿sabes qué piden? Pensiones igual al salario mínimo, reconocimiento de los pueblos originarios, educación libre y gratuita, ¿a qué suena eso? a Venezuela", afirmó Cabello en rueda de prensa desde Bolívar.
Pero olvida que es el mismo método del foquismo y la guerra de guerrillas, que los "robolucionarios" chavistas han aplicado en el nombre de los pobres para luego sumirlos en la miseria. Nada nuevo. Solo un buen momento, una coyuntura para aprovecharse de la ola andina de protestas cuyas chispas encienden la pradera desde La Habana.
Cabello y Maduro deliran con ser influyentes en la región cuando no pasan de ser unos devaluados bravucones con poca plata que regalar para comprar voluntades.
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