​Unas elecciones que aúpan a la ultraderecha y meten a la CUP en el Congreso

Carmen P. Flores

Las encuestas, como se ha podido comprobar, no siempre aciertan. Este 10-N quedará en la memoria de buena parte de la ciudadanía como las elecciones que han abierto la puerta parlamentaria a la extrema derecha, a los antisistema de la CUP y el batacazo de Ciudadanos, que ha sufrido una derrota de las que hacen historia, que se lleva por delante el esplendoroso futuro que algunos auguraban a Albert Rivera. El líder naranja ha sido el causante de la derrota y lo que debe hacer es presentar su dimisión y marcharse a su casa para definir, con humildad, lo que quiere hacer en el futuro, fuera ya de la política. Estaba cantado, lo hemos venido diciendo hace tiempo, pero la bajada ha sido mayor de la que se esperaba.


Con estos resultados, se abre una nueva etapa en la política española: la formación de un nuevo gobierno -según los números- sigue estando muy complicada, aunque no imposible. La derecha, con PP, VOX y Ciudadanos, no suman. Mientras que el PSOE, pese a bajar tres escaños, es la formación que tiene más posibilidades de formar gobierno sumando votos de varios partidos más la abstención de algunos otros. Esto parece el cuento de la lechera, pero es la opción con más posibilidades de formar gobierno. Este país no puede permitirse la convocatoria de unos nuevos comicios. Es necesario que los partidos lleguen a acuerdos que permitan contar con un gobierno lo antes posible.


En once meses el partido de Abascal, que no tenía representación alguna, ha conseguido 52 diputados, convirtiéndose en la tercera fuerza del Congreso, algo impensable hace unos meses. La gran sorpresa de este domingo, que ha abierto la puerta a VOX para convertirse en el partido de la ultraderecha que mejores resultados ha conseguido en Europa. Todo un acontecimiento que llena de orgullo a su líder y de preocupación no solo a España, sino al resto de Europa, que ve cómo el populismo xenófobo y excluyente sigue avanzando y genera una profunda preocupación en la Unión Europea sin que hasta ahora sus líderes hayan diseñado una estrategia para frenar su avance.


Si en su día el PP fue el causante de la subida del independentismo en Catalunya, ahora ha sucedido al revés, los independentistas y la situación de conflicto en Catalunya  ha propiciado la subida espectacular de la ultraderecha. La ciudadanía no se ha sentido protegida por los partidos y el discurso populista ha calado: ven en Abascal la persona capaz de resolver los problemas con Catalunya, con mano dura... Una actitud muy peligrosa...


La presencia de la CUP en el Congreso es otro elemento distorsionador de la convivencia cívica en la Cámara baja. La estrategia de los cupaires de presentarse a las elecciones generales para -desde dentro- destruir el sistema, solo se les puede ocurrir a ellos, que en el fondo eso de ser diputados ya les va bien, le cogen el gusto al cargo y las prebendas que de ello se desprende. Lo que sí tenemos claro es que el espectáculo está servido en el hemiciclo. También es bien cierto que el Parlamento español no es el de Catalunya e igual quien presida la Cámara los envía a tomar el fresco al lado de los leones.

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