“Pinochet. Biografía militar y política”: del ensayo socialista de Allende al cesarismo militar
En la amplia panoplia de dictadores que dio el siglo XX destaca la figura de Augusto Pinochet Ugarte, protagonista del golpe de Estado ocurrido en Chile el 11 de septiembre de 1973 contra el presidente Salvador Allende.
En la amplia panoplia de dictadores que dio el siglo XX destaca la figura de Augusto Pinochet Ugarte, protagonista del golpe de Estado ocurrido en Chile el 11 de septiembre de 1973 contra el presidente Salvador Allende, que puso violento punto final a la primera experiencia de socialismo democrático en América Latina.
La catarata represiva que siguió convirtió al nuevo régimen en un apestado en el contexto internacional y motivó incontables protestas y condenas. Todo ello hizo del general un personaje siniestro del que, sin embargo, no disponíamos de una biografía veraz, documentada e imparcial.
Con su libro Pinochet. Una biografía militar y política (Penguin Ramdon House), el profesor y periodista Mario Amorós cubre con toda dignidad esta carencia. Amorós nos descubre la extraordinaria doblez de un personaje que se mantuvo hasta poco antes de la fecha del golpe de Estado fiel a la legalidad constitucional, dentro de la que llegó a ocupar los cargos de jefe del Estado Mayor general del Ejército, primero y comandante en jefe del Ejército, después, habiendo incluso participado en la represión del pronunciamiento protagonizado por el coronel Souper.
Todo ello no fue óbice para que cuando le tentaron sus compañeros de armas, no sólo se sumase a ellos en su intento de derrocar al presidente Allende, sino que consiguiese formar parte con los otros conmilitones, Mendoza, Leigh y Merino, de la Junta Militar que usurpó el poder constitucional. Con una insospechada capacidad de zapa, consiguió además, poco a poco, hacerse con todo el poder, primero como presidente de la Junta -cargo que se preveía rotatorio entre sus miembros, pero que nunca lo fue-, luego como jefe supremo de la Nación y finalmente como autoproclamado presidente de la República.
El autor subraya la patológica obsesión anticomunista de Pinochet y describe con todo detalle la profunda y generalizada represión no sólo de los miembros de dicho partido y de los demás movimientos de izquierda, sino también de cualquier disidente con el nuevo estado de cosas (entre otros, la propia jerarquía católica). Consigna la instrumentación del terror con la siniestra institución de la DINA, culpable de innumerables torturas, desapariciones, encarcelamientos y asesinatos perpetrados por todo el país ("entre 1974 y 1978 hubo al menos cuarenta 'vuelos de la muerte' y en cada uno de ellos fueron arrojados al océano entre ocho y quince cuerpos").
Se ejecutó incluso a personalidades tan destacadas como el general Prats -a quien Pinochet debía su ascenso a la máxima dignidad del Ejército y con que le unía amistad personal-, el expresidente Frei y los exministros José Tohá -que fue superior de Pinochet como titular de Defensa- y Orlando Letelier. Explica asimismo su propósito de enderezar el rumbo económico dentro de un sistema neoliberal, apoyándose en los chilenos que habían estudiado en Estados Unidos -los «Chicago Boys»-, cuyas medidas contribuyeron a aumentar las diferencias sociales y a empobrecer a las clases más desfavorecidas.
Relata el intento de dar continuidad al régimen con una cierta institucionalización, lo que consiguió no sin algún percance, como la pérdida del plebiscito de 1988 (debió ser el único dictador incapaz de ganar una consulta de este tipo). Pinochet, que sufrió un atentado que puso en peligro su vida en 1986, pudo al fin abandonar el palacio de La Moneda aparentemente sin problemas, aunque se cumplió, una vez más, lo de que quien siembra vientos, recoge tempestades. Le esperaba una detención de 503 días en Londres motivada por la petición de extradición del juez Garzón y numerosas demandas en su propio país antes de su fallecimiento en 2006.
La biografía de Amorós no elude ningún tema y ofrece una abundancia de datos tal que permite que cada cual enjuicie el personaje según su propio criterio. El autor incluso evita una valoración final y deja la sentencia en manos del lector.
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