¿Es posible reeditar los Pactos de la Moncloa enmedio de esta pandemia?
El espíritu de consenso que acabó fraguándose durante las negociaciones para firmar los Pactos de La Moncloa en octubre de 1977 es lo que el Presidente, Pedro Sánchez, quiere recuperar enmedio de la pandemia mundial del coronavirus en España.
El espíritu de consenso que acabó fraguándose durante las negociaciones para firmar los Pactos de La Moncloa en octubre de 1977 es lo que el Presidente, Pedro Sánchez, quiere recuperar enmedio de la pandemia mundial del coronavirus en España. En su último comparecencia lo dejó caer y su grupo político en el Congreso, con Adriana Lastra, a la cabeza trabaja en ello.
La primera diferencia estriba en que el Gobierno de entonces estaba presidido por Adolfo Suárez, que junto al Rey Juan Carlos I, aspiraban a llevar a cabo la Constitución que aspiraba a ser la primera en toda la historia constitucional española que concitara el respaldo de todas las fuerzas políticas de derecha o de izquierda, la Constitución del consenso. Y estaba convencido de que su obra no se culminaría si no conseguía unir a las dos viejas Españas en una España sóla.
Un clima político que, por lo menos hasta el momento, no se da pero sí se da el miedo los datos de la realidad económica del país aunque en el caso actual lo que se ofrece son unas previsiones devastadoras y en 1977 lo que había era una situación de hecho que no admitía conjeturas.
Ahora estamos ante la necesidad de reconstruir la economía del país que va a quedar devastada por efecto de la crisis sanitaria provocada por una pandemia y los llamamientos de muchos políticos y analistas al presidente del Gobierno han tenido sus frutos este sábado al anunciar este que intentará recuperar el espíritu de consenso que alumbró los Pactos de La Moncloa y, finalmente, la aprobación de la Constitución.
El presidente del Gobierno una vez que optó por unirse a Unidas Podemos y buscar los apoyos para su sesión de investidura en el PNV y Bildu, Pedro Sánchez ninguneó abiertamente a la parte política moderada del hemiciclo. Y lo ha seguido haciendo hasta ahora, cuando no ha contado ni con el principal partido de la oposición, ni con las organizaciones empresariales, ni con los poderes territoriales para decidir medidas de alcance como la paralización de la actividad económica e industrial del país.
Y ahora el presidente del Gobierno ha mandado un mensaje en el que parece que quiera rectificar. Aunque su vicepresidente, Pablo Iglesias, hablando de aplicar el artículo 128 de la Constitución e ignorando el hecho de que ese artículo está convenientemente equilibrado por los artículos 33 y 38 de la misma Carta Magna -uno sobre la función social de la propiedad privada y el otro sobre la libertad de empresa en una economía de mercado- y sin los cuales no es posible comprender el sentido del 128, parece muy difícil que las posiciones de unos y otros se acerquen lo bastante como para llegar a pactar un programa de actuación. Sobre todo porque el señor Iglesias mencionó ese artículo concreto como una advertencia y que en ciertos sectores sonó como una amenaza.
Otro inconveniente a la posibilidad de reeditar los consensos básicos de la Transición, es el temor de Podemos de quedar descabalgados en la patrimonialización de las medidas que hubieran de acordarse. A Pablo Iglesias le cuesta digerir un acuerdo sobre las medidas a aplicar ante el demolido panorama de la realidad económica española tenga como resultado que las posiciones del PP y de Ciudadanos, no digamos ya las de los empresarios, sean tenidas en cuenta y su política que ha bautizado de "escudo social" quedaría difuminada en el plano general y eso supondría su desaparición como fuerza política influyente en el Gobierno, algo absolutamente esencial para ellos.
Lo único que da esperanzas a la posibilidad de llegar a algún tipo de acuerdo entre todas las fueras políticas es que lo que se anuncia es tan debastador que el presidente haya sido ya consciente de que no puede encarar el problema en soledad o con el exclusivo apoyo de su socio de Gobierno .
Santiago Carrillo y Manuel Fraga se pudieron unir porque Adolfo Suárez y Fuentes Quintana les convocaron sinceramente para escucharles, para incorporarlos y para corresponsabilizarlos en aquel pacto de sacar al país de la dictadura y llevarlo a la democracia.
Gracias a los Pactos de La Moncloa, el país entró en una dinámica diferente a la basada en el enfrentamiento, sentó el precedente de la política de concertación social que se puso en marcha a partir de entonces e instauró el espíritu de consenso que habría de permitir la gran tarea pendiente en aquella legislatura ya democrática pero todavía no constitucional: la elaboración de la Constitución.
Lo ha dicho el propio Pedro Sánchez en su comparecencia de este sábado: "Todos los partidos, con independencia de su ideología, vamos a trabajar en unos nuevos Pactos de la Moncloa para relanzar y reconstruir la economía y el tejido social de nuestro país".
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