La odisea de encontrar mascarillas en las farmacias: precios disparados, fraudes y falta de stock

Las farmacias tienen dificultades para recibir remesas de sus propios distribuidores. Sus vendedores de confianza se han quedado sin 'stock', por lo que deben recurrir a proveedores extranjeros que operan sin garantías.

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Un farmacéutico protegido con mascarilla en la puerta de una farmacia.

 

Un farmacéutico protegido con mascarilla en la puerta de una farmacia.


El Gobierno está estudiando la obligatoriedad de mascarillas una vez que el estado de alarma toque a su fin. Entre las medidas que se barajan durante lo que ya se conoce como "fase de desescalado" en la lucha contra el coronavirus, el uso de este recurso profiláctico cobra fuerza. Sin embargo, existe un grave problema para su implementación: no se tiene la seguridad de que pueda abastercerse a toda la población.


De hecho, las farmacias tienen dificultades para recibir remesas de sus propios distribuidores. Sus vendedores de confianza se han quedado sin 'stock', por lo que deben recurrir a proveedores extranjeros que operan con productos falsificados y precios inflados hasta un 200%.


Algunos distribuidores consolidados como Cofares han alertado de que se está falsificando sus productos. En concreto, la compañía ha alertado en sus redes sociales de que se están repartiendo mascarillas de la marca Aposán de forma fraudulenta. "Os rogamos una atención especial al comprar este producto ya que no garantizamos la seguridad del uso de mascarillas no originales", alerta la firma.



A esta situación hay que añadirle un incremento desorbitado de los precios. Si antes de la crisis unas 25 mascarillas quirúrgicas costaban 0,50 euros, ahora pueden alcanzar 2,50 euros. Hay un riesgo asociado a esta inflación, más allá de que las oficinas de farmacia deban gastar más para hacerse con estas: que los ciudadanos, al considerar excesivo el precio de venta, se decanten por no comprarlas.


Las mascarillas escasean incluso para los propios profesionales. El colapso en la distribución ha llegado a poner en riesgo a farmacéuticos, infermeros y médicos, que deben reusar mascarillas o fabricárselas ellos mismos. Gracias a iniciativas privadas o solidarias, esta falta de material protector ha podido resolverse a trancas y barrancas, pero el problema de abastecimiento sigue estando ahí.

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