El hip hop en África: música para acabar con la tiranía

Una de las herramientas que más ha triunfado para movilizar a la población africana es la música, concretamente el rap.

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Intentar explicar el panorama social de África desde Europa resulta complicado. En Occidente, el continente se conoce por los presidentes autoritarios, los estados fallidos, las matanzas étnicas, la ablación femenina, el terrorismo, los señores de la guerra. Pero en África hay mucho más que noticias negativas, entre otras cosas la lucha que ejercen sus ciudadanos para democratizar sociedades muy dañadas por el proceso de descolonización. Una de las herramientas que más ha triunfado para movilizar a la población es la música, concretamente el rap.


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Quienes describen el fenómeno del hip hop africano lo diferencian del estadounidense afirmando que, con excepciones, el primero trata de dar voz al pueblo, mientras que el segundo aporta un mensaje más materialista. Pero para entender qué es el rap y saber si el fenómeno es distinto en África que en Occidente, primero es necesario definirlo: Según el diccionario de Oxford, el rap es un “estilo de música de baile nacido en la década de 1980 en los barrios negros e hispanos de Nueva York y otras grandes urbes estadounidenses como derivación del funk y asociado a la cultura hip-hop; se caracteriza por su ritmo monótono y muy sincopado, sus largos textos cantados casi de manera monologada y sus letras radicales sobre temas como la violencia, la lucha contra el sistema establecido, el sexo, el machismo o el trabajo”


Es decir, el contenido del rap, por definición, es una crítica al establishment desde las clases populares, es una forma de darles voz. Intentar establecer grandes diferencias entre los dos fenómenos en su inicio es una forma más de separar la realidad africana del resto del mundo.


El rap se extendió por todo el mundo durante la década de los 80, pero en África, durante los primeros años, no fue más que un fenómeno para las élites que podían acceder a cassettes importados de los Estados Unidos. A mediados de los 90, ya era una realidad en algunos países africanos como Senegal, Ghana o Tanzania, y entonces se empezaron a escuchar las primeras canciones rapeadas con lenguas locales. No sólo incorporaron sus idiomas, también lo enriquecieron añadiendo ritmos e instrumentos propios. En la siguiente década, el género se había extendido por todo el continente y se organizaban festivales y premios.


En África también se divierten

Hay dos tipos de Rap: el que busca hacer reflexionar a la población y el que simplemente quiere entretener.“El Hip Hop en África puede comenzar siendo fruto de y para la juventud, con más o menos consistencia, pero una vez que se experimenta el éxito comercial, los artistas se suelen alejar de la preocupación política”, dice Eric Charry, experto en Hip Hop africano de la universidad de Indiana.


En muchos países el hip hop ha acabado siendo un producto más comercial que una herramienta política, especialmente en los anglófonos, más cercanos a la tradición norteamericana, pero en países como Senegal o Sudáfrica, el rap indiscutiblemente se ha convertido en una herramienta para la movilización política. Al final, tanto africanos como norteamericanos, necesitan tiempo para divertirse y tiempo para reflexionar.


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En este artículo se examinará el caso de Senegal, uno de los principales exponentes de este fenómeno:


Al igual que otros géneros, el rap ha completado una trayectoria de ida y vuelta. Originario en los barrios neoyorquinos de mayoría afroamericano y latina (cargado de mestizajes centenarios), ha regresado a África para reinventarse con la riqueza oral de las culturas que, hasta hace relativamente poco tiempo, no poseían en su gran mayoría, lengua escrita.


El rap llegó a Senegal en la primera oleada, a finales de los 80, justo después de aparecer en los Estados Unidos. Aunque a diferencia de este país, comenzó siendo un género consumido y cultivado fundamentalmente por la élite económica. A partir de los 90 se empezó a extender, y entonces llegaron los primeros rap en lenguas locales a países como Senegal. Con el paso del tiempo se ha convertido en una parte esencial de la cultura senegalesa, creando un ecosistema completo de DJ´s, bailarines, cantantes, etc.


Es indiscutible que Senegal es el principal valedor del Rap en el África occidental: Hoy en día en la capital, Dakar, conviven miles de grupos de este estilo. Los raperos, más allá de ser un producto comercial, son uno de los principales actores de opinión. Otra diferencia fundamental es la presencia de mujeres dentro del género con artistas como Vivian N'Dour y bandas como ALIF. Otro punto interesante a resaltar es que la amplia presencia de artistas musulmanes. La popularidad del rap en Senegal y su surgimiento como lenguaje político se puede deber a que la edad media del país es de 19.


Según Errol Montes: “En Senegal, la mayoría de los cantantes de rap tiene más educación que el promedio de los jóvenes. Muchos de ellos han asistido a la universidad y provienen principalmente de comunidades pobres, siendo, en su mayoría, hijos de obreros, de artesanos o de funcionarios gubernamentales de menor jerarquía".


La naturaleza combativa del rap senegalés puede estar relacionada con sus orígenes, ya que apareció en el país sobre el 1988, en el contexto de una dura crisis económica. El hecho de que los principales medios de prensa estuvieran prácticamente bajo el dominio del poder político, y dada la necesidad de, por un lado protestar y por otro informar, el rap ha servido de altavoz a generaciones de los últimos 25 años, ocupado espacios tan peculiares como Journal Rappe (un telediario rapeado).



Los raperos en Senegal han compuesto en inglés, francés y wolof (local), lo que les ha permitido una proyección tanto local como internacional. Combinando el rap con géneros tradicionales locales como  el tassu, el xaxaar o el bakk. irrumpieron en  el panorama político a principios de siglo XXI con la iniciativa “Sopi” (cambio, en español) para que  Abdou Diouf, en el poder durante casi 20 años, no se presentase a las elecciones. Aunque finalmente lo hizo, no ganó los comicios.


Durante los siguientes años, los músicos fueron llenando sus composiciones con contenido social: protestando contra la falta de oportunidades, las precarias condiciones de vida, la corrupción política hasta el punto de sufrir represión y cárcel en muchos casos.


Dentro de los movimientos sociales más recientes que practican el rap en Senegal, destaca Y´en a marre (Estamos hartos, en español), surgido en 2011 para protestar contra la polémica presentación del presidente Abdoulaye Wade para postularse al cargo por tercera vez. 


Combinando grabaciones, conciertos y campañas puerta a puerta, influenciaron fundamentalmente a la población joven hasta el punto de cumplir su objetivo: al igual que había ocurrido con Abdou Diouf, se presentó y resultó derrotado. Luego de esto, más que desmovilizarse, han optado por emprender nuevos proyectos ciudadanos que empoderen y conciencien a la ciudadanía sobre la necesidad de tener instituciones públicas funcionales.



En las elecciones de 2019 el movimiento ‘Y’en a Marre’ se opuso a Macky Sall, el candidato que encumbraron en 2012 para derrotar a Wade. Sin embargo, Sall no trajo el cambio que esperaban los senegaleses. Sus años de gobierno estuvieron marcados por acusaciones de elitismo, corrupción y manipulación en los comicios. Además, no luchó contra uno de los grandes problemas en Senegal: el paro juvenil, que ronda el 60% en la franja de 15 a 34 años. En 2012, Y’en a Marre salió a las calles con el grito “tous sauf Wade” (todos excepto Wade, en español). En 2019 substituyo por “tous contre Macky” (todos contra Macky). Finalmente Macky Sall ganó las elecciones, pero quitándose de encima a sus principales competidores: Khalifa Sall, un exalcalde de Dakar muy popular entre la población y Karim Wade, hijo del expresidente. Ambos fueron apartados por corrupción.


Más allá de la trascendencia actual, el movimiento del hip hop en Senegal tiene una importancia documental para generaciones futuras, que podrán estudiar el discurso desde la perspectiva de sus coterráneos. A menudo, su historia ha sido explicada exclusivamente por blancos. Así pues, el movimiento no solo tiene importancia política, cultural, feminista, religiosa o social: es la conjunción de todos estos aspectos lo que le confiere un alcance universal y nos demuestra que las preocupaciones de culturas que puedan parecerle lejanas a occidente tienen más que ver con la época en que se vive que en el continente donde surgen.

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