La pandemia del Covid-19 deja un futuro incierto para el sector de la vivienda
Las consecuencias de la crisis todavía son una incógnita, aunque todo apunta a que el golpe será considerable.
Las consecuencias de la pandemia sobre el sector inmobiliario todavía son una incógnita. Aunque todos los analistas tienen claro que no va a salir indemne de la crisis, aún se están haciendo cábalas sobre los efectos reales y el tiempo en que tardará en volver a levantar la cabeza. De lo que no hay duda, señalan los expertos, es que el paso del Covid-19 ha supuesto un enorme sobresalto a un sector que aún arrastra los efectos de la crisis de 2008.
Las previsiones más optimistas apuntan a que se tardará entre dos y tres años en recuperar el terreno perdido, sobre todo en el segmento de la compraventa, mucho más afectado por el impacto de la crisis en la economía de muchas familias que antes del confinamiento estudiaban la opción de adquirir una vivienda en propiedad.
El sector estaba empezando a sacar la cabeza tras el fortísimo golpe que recibió en la pasada crisis de 2008, cuando apareció el Covid-19 para volver a cebarse con él. Los descensos en la compra de viviendas han alcanzado cifras de hasta el 70 %. Menor impacto ha tenido en el segmento del alquiler, que además se ha visto mitigado por las ayudas públicas a los ciudadanos.
Dependiendo del segmento que se analice, la situación varía sensiblemente. Alquiler, compraventa o construcción, residencial, oficinas o retail, se van a ver afectados en mayor o menor medida. Mayor ha sido el impacto en la compraventa que en el alquiler, y más ha notado la crisis el sector del retail que el residencial, aunque no será hasta que pase algún tiempo que se conocerá el verdadero alcance de la crisis en cada uno de ellos.
Los datos conocidos hasta el mes de mayo son desalentadores. El bajón en el número de operaciones de compraventa cerradas es espectacular y en algunos lugares alcanza hasta el 70 %. Las razones hay que buscarlas, sobre todo, en la drástica reducción de ingresos que han sufrido muchos de los que estaban pensando en comprarse una vivienda. Además de la imposibilidad de desplazarse a visitar las viviendas, el temor a que la crisis económica se extienda en el tiempo ha sido un freno insuperable para muchas personas.
A LA ESPERA
Siempre que sobreviene una crisis como la que el mundo está sufriendo en estos momentos, la prudencia se impone cuando se trata de asunto económicos y encarar una inversión como la compra de una vivienda, el mayor gasto que afronta la mayoría de las familias en toda su vida, se pospone a la espera de tiempos mejores.
Los posibles compradores, confirman los expertos, han optado por esperar a que la situación provoque una sensible rebaja de los precios de las viviendas. Sin embargo, las rebajas van ‘por barrios’. Aunque en algunas zonas ya se han producido notables descensos en el precio, en otras se ha mantenido más o menos estable. Además, hay que tener en cuenta si el vendedor tiene prisa y está dispuesto a rebajar el precio, o si, por el contrario, prefiere esperar a la salida de la crisis.
También ha tenido impacto el cierre de fronteras, que ha paralizado muchas de las operaciones de compra que tienen como protagonistas a ciudadanos extranjeros. Aunque con la reapertura es posible que la recuperación en este segmento se acelere, los analistas prefieren esperar a que se abra la circulación completamente para definir el efecto que ha tenido la crisis en este segmento.
AGUANTA EL ALQUILER
En el mercado del alquiler, la situación es diferente y no ha experimentado, pese a todo, un descenso significativo del precio, excepto en el caso de aquellos arrendadores que han optado por rebajar momentáneamente el coste a sus inquilinos para que puedan hacer frente al pago de la cuota aunque hayan visto rebajados sus ingresos.
Si se ha notado un incremento sustancial en el número de pisos que han entrado en el mercado del alquiler. Provienen, en su mayoría, del sector del alquiler turístico. Aunque suelen tener como destino el alquiler temporal, normalmente por periodos mensuales, y que es probable que regresen al turístico en cuanto se supere la pandemia, por el momento ha servido para aumentar la oferta del alquiler, sin que eso apenas haya afectado a la evolución del precio.
Los motivos de este cambio temporal hay que buscarlos en que el cierre de fronteras provocó un espectacular descenso de más del 90 % en las reservas. Los propietarios dejaron de ingresar dinero mientras los gastos se mantenían, por lo que muchos de ellos optaron por pasarse, por lo menos de momento, al alquiler tradicional.
CAMBIO DE PREFERENCIAS
Uno de los aspectos que más han destacado los analistas es el hecho de que las personas que buscan comprarse una vivienda han cambiado sus preferencias. Hasta ahora, la localización era uno de los aspectos más importantes la hora de decidirse por una u otra opción.
El confinamiento ha hecho que muchas de las personas que buscan vivienda hayan optado por cambiar sus exigencias. Ahora, se buscan viviendas en espacios poco masificados, con zonas verdes cercanas, con terrazas o balcones. Aunque el poder de los grandes centro urbanos seguirá siendo el principal foco de atracción.
LA RECUPERACIÓN
No se ve una salida a corto plazo. Los augurios más optimistas hablan de dos o tres años, aunque los hay más pesimistas. Aunque la construcción de viviendas ha empezado a recuperar el pulso, hace falta que el resto de los sectores de la economía le siga el ritmo para que la recuperación sea firme. Los analistas consideran que es muy probable que la compra de viviendas de nueva construcción se recupere antes que la de las de segunda mano.
Según los expertos, las operaciones de compraventa que se iniciaron antes de la crisis han continuado en cuanto la situación lo ha permitido. La incógnita se centra en saber cuánto tiempo tardará en volver a verse un interés cierto de los ciudadanos en la compra de una vivienda. Y, también, cuánto tiempo tardarán los compradores extranjeros en recuperar el interés en el mercado español. Aunque esto ya no depende solamente de la situación de la economía española, sino de la de los países de procedencia de los posibles compradores.
Sin embargo, existe una práctica unanimidad en que mientras el riesgo de contagio se mantenga y no aparezca una vacuna segura, el mercado inmobiliario seguirá viviendo en la incertidumbre. Y esa incertidumbre es el peor diagnóstico que se puede contemplar.
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