Un nuevo estudio descubre las causas moleculares de la evolución de los linfomas

El linfoma de células del manto es un cáncer de los glóbulos blancos de la sangre con una conducta clínica muy paradójica. Mientras que un subgrupo de pacientes tiene una enfermedad agresiva, difícil de tratar, otros siguen un curso clínico indolente, incluso sin necesidad de tratamiento.



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EuropaPress 2786779 investigadoras laboratorio

 

Investigadores del IDIBAPS y del CIBERONC han coordinado el estudio integrado del genoma y epigenoma completos del linfoma de células del manto, a través del cual se han identificado nuevos mecanismos de activación de oncogenes y se han definido las alteraciones que determinan la evolución clínica de este tumor.


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El trabajo, que se ha publicado en la revista 'Blood', ha sido coordinado por los doctores del grupo Patología molecular en neoplasias linfoides del IDIBAPS, Silvia Beà y Elias Campo, y han participado miembros del grupo del doctor Iñaki Martín-Subero (IDIBAPS) y del doctor Xose A. Puente de la Universidad de Oviedo, así como colaboradores del Barcelona Supercomputing Center y de diversas instituciones internacionales.


El linfoma de células del manto es un cáncer de los glóbulos blancos de la sangre con una conducta clínica muy paradójica. Mientras que un subgrupo de pacientes tiene una enfermedad agresiva, difícil de tratar, otros siguen un curso clínico indolente, incluso sin necesidad de tratamiento.


En este estudio, los investigadores han realizado un estudio de datos genómicos y epigenómicos con el fin de elucidar las peculiaridades que determinan esta conducta clínica tan diversa. "Gracias a haber secuenciado el genoma completo de 61 pacientes junto con su epigenoma y transcriptoma (es decir, la forma en que se regulan y se expresan los genes) hemos podido entender mejor el origen de este linfoma e identificar nuevos mecanismos que permiten que el tumor se desarrolle más rápidamente", ha explicado el doctor Campo.


De hecho, los expertos han evidenciado que, a pesar de la diferente evolución clínica de las formas agresivas e indolentes de los tumores, la alteración oncogénica inicial de los dos subtipos es la misma y se produce por un error en la maduración de las células linfoides en la médula ósea.


Este error activa del oncogen Ciclina D1 que hace proliferar incontroladamente las células tumorales. "Fue sorprendente ver que esta alteración era la misma en los dos subtipos de la enfermedad y que se había originado, en ambos casos, en el mismo momento y en la misma célula precursora", han comentado los primeros firmantes del trabajo, Ferran Nadeu y David Martín-Garcia.


Posteriormente, las formas agresivas inactivan el gen ATM, un gen clave que ayuda a mantener la estabilidad del genoma, y desarrollan un marcado desorden de numerosos cromosomas, oncogenes y genes supresores. Por el contrario, las formas indolentes no tienen esta alteración y mantienen un genoma con muy pocas alteraciones.


La rápida y diferente proliferación de las células tumorales en las dos formas de la enfermedad deja una huella permanente en el epigenoma que se puede detectar fácilmente mediante un ensayo químico y que, en combinación con alguna de las alteraciones genéticas, permite predecir la diferente evolución de los pacientes.


"Además de identificar nuevos mecanismos relevantes para entender la biología de este linfoma, hemos podido definir criterios genéticos y epigenéticos que podremos utilizar en la clínica para predecir de forma más precisa el riesgo evolutivo de los pacientes y, por tanto, ajustar el tratamiento de forma más personalizada", ha apuntado la doctora Beà.


Este estudio ha demostrado, por tanto, la utilidad de los estudios genómicos y epigenómico en la práctica clínica para mejorar el diagnóstico y tratamiento de los enfermos de cáncer. La gran cantidad de datos genómicos y epigenómicos generados se han depositado en repositorios internacionales para que otros investigadores puedan acceder a ellos, acelerando así la investigación y el conocimiento sobre este linfoma.


El trabajo se ha llevado a cabo gracias a la financiación de varios proyectos del Fondo de Investigaciones Sanitarias, Instituto de Salud Carlos III, el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, National Institutes of Health de Estados Unidos y la Generalitat de Catalunya.

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