2.773 catalanes más podrían morir por Covid-19 hasta octubre, según un modelo matemático de la Universidad de Washington
Si alcanzamos un uso casi universal de la mascarilla (que la lleve el 95% de la población en todo contacto social) la previsión de muertes a 1 de noviembre cae de 774 a 695.
¿Son los rebrotes que estamos sufriendo el primer capítulo de una crisis tan dura como la que pasamos en primavera? Esta es la pregunta que se hacen miles de catalanes ante un coronavirus que lleva semanas acelerando.
Imposible responderla, al menos con certeza absoluta. Eso sí, los modelos matemáticos y epidemiológicos nos permiten intuir la probable evolución del COVID-19.
Uno de los modelos más influyentes es el del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), un centro adscrito a la University of Washington. Donald Trump enarboló sus datos cuando esta primavera amagó con tomar medidas contra el coronavirus, presumiendo que el modelo había bajado hasta unos 66.000 decesos en vez de los más de 100.000 muertos previstos en Estados Unidos por entonces. Poco duró el confinamiento en muchos estados y rápidamente previsión de muertos del IMHE se volvió a disparar. En la actualidad prevé 73.000 decesos más en EE.UU, hasta sumar 230.000 muertes en total el 1 de noviembre.
La previsión del IHME es que 8.420 personas fallecerán por coronavirus en Catalunya, desde el inicio de la pandemia hasta el 1 de octubre. Como la cifra oficial del Ministerio de Sanidad, de donde toma sus datos su algoritmo es de 5.687 óbitos, el modelo estima que habrá 2.773 fallecimientos más hasta esa fecha.
¿Cómo de fiable es este modelo? Como todas las previsiones epidemiológicas, su fiabilidad desciende a medida que la previsión es más lejana.
Así, para el 1 de noviembre, su previsión es de 5.687 muertes acumuladas, pero el arco de incerteza varía desde las 5.761 hasta casi el doble, 11.568 En otras palabras, podría haber, como mínimo, 74 nuevos fallecidos y, como máximo, unos muy improbables en teoría 5.881.
EN SEPTIEMBRE SE DISPARARÁN LOS CONTAGIOS, ESTIMA EL MODELO
Este elevado nivel de incertidumbre también lastra sacar conclusiones de la previsión de contagios. El IHME estima que irán aumentando lentamente este mes hasta llegar a unos 1.900 al día a principios de septiembre.
El problema es que a mediados de septiembre, el modelo prevé que el COVID-19 acelerará muchísimo más, hasta superar los 8.200 contagios al día a principios de octubre.
¿Cómo de mala es esta previsión? Muy mala, al menos en apariencia. Hay que recordar que en el pico a mediados de marzo se cofirmaban en Catalunya unos 1.800 contagios al día, según las cifras del Ministerio.
Ahora bien, aquellas 1.800 eran infecciones confirmadas, las que Salut lograba detectar, y las 8.200 que prevé el IHME para octubre son infecciones estimadas. El porcentaje de infecciones que la Generalitat no logró detectar durante el pico se presume muy elevado debido al elevado número de asintomáticos y a la falta de recursos.
En todo caso, de ser ciertas estas previsiones, Catalunya está sufriendo solo el principio de una segunda ola, que acelerará tras el verano hasta situar a la pandemia a mediados de otoño en niveles inferiores al drama de la primavera. Niveles, eso sí, muy relevantes tanto en muertes como, sobre todo, en contagiados.
EN NUESTRA MANO ESTÁ BAJAR LOS CONTAGIOS CASI A LA MITAD
¿Estamos condenados pues a revivir aquella tragedia? En ningún caso. El modelo calcula otro escenario, notablemente mejor.
Por ejemplo, si alcanzamos un uso casi universal de la mascarilla (que la lleve el 95% de la población en todo contacto social) la previsión de muertes diarias a 1 de octubre cae un 43% ,de 102 a 69 el 1 de octubre.
Si Cataluña alcanza ese elevadísimo nivel de uso de máscaras, los contagios estimados se desplomarían desde los 8.232 diarios hasta los 5.433. Es decir, un 34% menos.
Para perfilar este escenario más optimista el IMHE calcula la incidencia observada en Singapur, uno de los países con mejores datos debido a la popularidad de las máscaras, aunque ni así logró esquivar un repunte del virus este verano.
En definitiva, las matemáticas nos indican que por delante queda un camino aún duro, pero menos duro que el ya recorrido. Además, en nuestra mano está suavizarlo muchísimo, recortando las muertes previstas en un tercio y las infecciones en casi la mitad, hasta la llegada de la ansiada vacuna.
La capacidad real de la sociedad de influir en estas cifras es aún mayor que la estimada en el escenario optimista de un uso casi universal de las mascarillas. Por ejemplo, el modelo no tiene en cuenta los confinamientos, como los decretados estas semanas, ni otras medidas extraordinarias de restricción de la movilidad que puedan adoptar los gobiernos.
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