Cáritas asegura que muchas de las familias que atiende sufren depresión y tristeza tras el confinamiento
El 23,8% de los hogares han dejado de comprar los medicamentos que necesitaban por no poder pagarlos
Cáritas ha presentado un informe sobre el impacto de la crisis de la COVID-19 en las familias que ha atendido durante estos meses, del qual se desprende que la pandemia ha provocado un gran impacto económico en muchas de las familias que la entidad acoge y acompaña, pero también ha incidido en la salud física y psicológica de estas personas.
La oenegé explica que si en un primer momento muchas de las familias sufrieron episodios de angustia generados por el confinamiento y la situación sanitaria, ahora presentan episodios de tristeza y depresión, ya sea porque han perdido su trabajo, han agotado los pocos ahorros que tenían o ven con incertidumbre su futuro inmediato.
El informe "(Primer) impacto de la crisis de la COVID-19 en las familias atendidas por Cáritas Diocesana de Barcelona" elaborado entre el 18 y 25 de mayo, concluye que 7 de cada 10 familias atendidas por Cáritas Diocesana de Barcelona han sufrido episodios de ansiedad y angustia desde que se inició la pandemia, y que un 32% de las familias presentan un estado de salud peor que antes del confinamiento.
"El confinamiento ha sido una medida efectiva para frenar la COVID-19, pero ha tenido unas derivadas emocionales y de convivencia que serán difíciles de resolver", afirma Joan Bas, psicólogo de Cáritas Diocesana de Barcelona, que además explica que desde el inicio del confinamiento hasta el 31 de junio, el equipo de psicólogos de Cáritas Diocesana de Barcelona atendió a más de 600 personas.
La entidad está llevando a cabo el acompañamiento mediante de llamadas telefónicas, WhatsApp o videollamadas, y se han realizado con éxito encuentros familiares para escuchar a todos los miembros de la familia en su conjunto. "El acompañamiento y la escucha a las familias ha sido muy bien recibida, y a pesar de las distancias hemos podido tranquilizar a muchas personas que ven de forma pesimista su futuro más inmediato", indica Bas.
Las medidas de confinamiento que han limitado las actividades al aire libre pueden haber empeorado la salud de las personas, pero los conflictos familiares también han puesto a prueba la convivencia. Un 18,9% de las familias han observado como los conflictos en el hogar han aumentado con esta nueva situación. Además, un 40% de las familias afirman no poder contar con familiares o amigos que les puedan ofrecer apoyo emocional cuando se encuentran mal. "La situación de las familias ha sido como una olla a presión en los últimos meses, sobre todo en aquellos casos donde las personas deben compartir el domicilio o viven en hacinamiento. Muchas familias nos han manifestado conflictos con el resto de los núcleos familiares que viven en el mismo inmueble, lo que ha provocado graves conflictos de convivencia", indican desde el equipo de psicólogos.
Las familias atendidas por Cáritas, más afectadas por la COVID-19
Además del impacto psicológico, el coronavirus ha afectado a un 10% de las familias atendidas por la entidad. Un 5,5% de los encuestados afirman haber sido diagnosticados como positivos, y un 4,2% dicen haber tenido síntomas claros, pero que no se les ha realizado la prueba para confirmarlo. Esta cifra sitúa la incidencia de la COVID-19 en 2,6 puntos porcentuales superior a la media de la provincia de Barcelona que, según el informe elaborado por el Ministerio de Sanidad entre el 18 de mayo al 1 de junio, se situaba en el 7,4%.
"La sociedad no ha salido del Estado de alarma igual que entró, y por ello hay que incrementar los esfuerzos en tejer la sociedad y los vínculos comunitarios, al tiempo que se situa la salud mental como una política transversal en todas las acciones públicas", aseguran desde Cáritas.
Es necesario que los municipios consoliden las acciones de sus servicios sociales, potenciando los proyectos de apoyo comunitario, reforzando los vínculos comunitarios y haciendo de la acción comunitaria el punto básico de desarrollo de las políticas públicas. Para ello, desde la oenegé creen que los servicios sociales se deberán apoyar en las organizaciones del tercer sector y fomentar el asociacionismo local o de barrio, para que se desarrollen proyectos de carácter inclusivo y que lo que afecta a la comunidad se resuelva desde la comunidad.
En cuanto a la salud mental, Cáritas pide que sea un tema transversal en las políticas públicas durante los próximos años, especialmente las que hacen referencia a los niños y jóvenes. Es necesaria una reconstrucción emocional de la sociedad, y para ello se necesitan proyectos de apoyo a la salud mental, con un especial énfasis en la población que sufre condiciones de exclusión social.
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