Los casi 13.000 habitantes del campo de refugiados de Moria no tienen dónde vivir

A pesar de que el campo Moria tenía espacio para acoger a unos 2.5000 refugiados, vivían allí casi 13.000 personas, la mayoría procedentes de Siria y Afganistán y que habían cruzado a Grecia desde Turquía.

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La noche del martes al miércoles un incendio en el campo de refugiados de Moria, en la isla griega de Lesbos, obligó a los casi 13.000 refugiados que habitaban allí a huir. Moria amaneció destruido, y aunque por la mañana el incendio ya estaba casi sofocado y solo quedaban algunos focos, miles de personas se quedaron sin un lugar donde vivir. 


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"Vimos cómo el fuego se extendía por Moria durante toda la noche. Todo estaba envuelto en llamas, un éxodo de personas iba sin dirección en medio de un infierno. Niños asustados y padres en shock. Estamos trabajando ahora para abordar sus necesidades", explicó Marco Sandrone, de la oenegé Médicos Sin Fronteras en Lesbos, tras el incendio. 


De momento no hay víctimas mortales, aunque algunos refugiados tuvieron que ser atendidos por los servicios médicos por inhalaciones de humo. 


Las causas del fuego no están claras. Según la agencia de noticias alemana DPA, algunos residentes del campo explicaron que fueron los habitantes de Lesbos quienes habían provocado los incendios. 


Otras informaciones señalan que el incendio se inició tras las protestas de algunos refugiados, que reclamaban poder salir del campo, ya que durante la primera semana de septiembre, tras detectarse el primer caso de coronavirus, se les obligó a aislarse en condiciones de hacinamiento e insalubridad. Tan solo unos días después, cuando los casos aumentaron a 35, las autoridades pidieron a los contagiados que se aislaran a las afueras del campo para evitar la propagación del coronavirus. Tanto la agencia de noticias griega ANA-MPA como el alcalde del pueblo de Moria, Yiannis Mastroyiannis, explicaron que la causa del incendio podría haber sido el desacuerdo entre los refugiados que no querían aislarse y los que querían huir para no contagiarse.



Tras los incendios, el primer ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, declaró el estado de emergencia en la isla de Lesbos y envió a los cuerpos policiales al campo. Además, desplegó a la policía por la carretera hacia Mitilene, la capital de Lesbos, para evitar que los refugiados se escaparan hacia allí. También algunos vecinos de la isla salieron a las carreteras para evitarlo. 


El responsable de Migración, Manos Loghothethis, declaró que el campo había sido totalmente evacuado y que con toda probabilidad había quedado "completamente destruido" por las llamas. Además, aseguró que tras el incendio el reto era buscar alojamiento para las casi 13.000 personas que habitaban el campo de Moria. 


La Unión Europea también se manifestó al respecto: el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, expresó su "plena solidaridad" y reafirmó la disposición de la UE para "movilizar apoyo", y el vicepresidente de la Comisión, Margaritis Schinas, habló por teléfono con Mitsotakis y le comunicó que la UE ayudará a Grecia "a todos los niveles durante estos momentos dificiles". Por su parte, el ministro de exteriores alemán, Heiko Maas, pidió a la UE hacerse cargo de esta situación, que calificó de "catástrofe humanitaria", y dijo en un tuit que una posible solución sería repatriar a los refugiados entre los países que los acepten.


MORIA ERA UN INFIERNO

El campo de refugiados de Moria comenzó a conocerse en 2015, cuando decenas de miles de refugiados huyeron de Siria y otros países como Afganistán o Irak para dirigirse a Europa y se quedaron esperando eternamente en la isla griega de Lesbos. A pesar de que el campo Moria tenía espacio para acoger a unos 2.5000 refugiados, vivían allí casi 13.000 personas, la mayoría procedentes de Siria y Afganistán y que habían cruzado a Grecia desde Turquía.


Desde que comenzó la pandemia, Médicos Sin Fronteras (MSF) y otras organizaciones pidieron la evacuación de todos los residentes del campo, con una urgencia específica de trasladar a las personas particularmente vulnerables desde el punto de vista médico a un alojamiento seguro en Lesbos, en el continente o en otros Estados de la UE. Pero cuando empezaron los casos, la opción que tomó el gobierno griego fue el confinamiento en un campo de refugiados extremadamente hacinado. Tras la medida, considerada como "contraproducente" por Médicos Sin Fronteras,  Oxfam dijo que las condiciones "inhumanas" en las que estaban las personas que vivían allí podrían provocar una "catástrofe". 


El campo de refugiados de Moria no estaba preparado para una pandemia, ni siquiera antes de que hubiera ningún caso entre sus habitantes. La distancia de seguridad en este campo, en el que en cada tienda de campaña dormían entre 15 y 20 personas, era imposible. Además, la falta de retretes y duchas -había un retrete para cada 160 personas y una ducha para cada 500- hacía casi imposible la higiene. Que el campo estuviera lleno de basura tampoco ayudaba. Todas estas situaciones provocaban a menudo disputas entre algunos de sus habitantes.


Aunque en abril el gobierno prometió trasladar a las personas más vulnerables ante el coronavirus, solo unos mil refugiados fueron realojados, pero las oenegés locales informaron de que todavía quedaban muchas personas en situación de riesgo


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