“Soy camarero”, un cómic amable sobre un oficio más difícil e ingrato de lo que parece
Con estas mimbres, Soriano y Lucreativo imaginan la peripecia que vive Jorge en el Bar Manolo, el típico establecimiento que podemos encontrar en nuestro barrio y que está gestionado por su mismo su propietario.
Se imaginan ustedes ejercer como camarero con el mandil colocado y tener que atender a una señora entrada en años que le pide “un café con leche descafeinado de máquina, corto de café, con leche de soja tibia y dos de estevia”, mientras el grupo sentado en la mesa vecina le pide la cuenta: “Perdona, ¿puedes dividir la cuenta entre seis? Pero a dos les cobras la bebida, uno con tarjeta y el otro en efectivo… el resto a parte iguales, menos ellos que han compartido plato”.
Como para volverse loco, tal como explican Jesús Soriano Coto y Lucreativo (Xavi Rodríguez) en el cómic “Sor camarero. El cliente NO siempre tiene razón” (Grijalbo) Soriano, autor del texto, no escribe a humo de pajas puesto que conoce el oficio desde los dieciséis años y aún tiene tiempo para compaginarlo con su actividad en las redes sociales en las que tiene un perfil justamente con esta denominación. Lo hace, por tanto, desde una experiencia fundamentada en el trato con los clientes, con los jefes y con los compañeros de trabajo.
Con estas mimbres, Soriano y Lucreativo imaginan la peripecia que vive Jorge en el Bar Manolo, el típico establecimiento que podemos encontrar en nuestro barrio y que está gestionado por su mismo su propietario. El protagonista compatibiliza la atención a la clientela con Christian, un joven lego en el oficio y más amigo de la farándula nocturna, pero que encuentra tras la barra por la sencilla razón de que es sobrino del dueño. Tanto Manolo, como todos los demás, andan preocupados por la competencia que les hace el moderno gastrobar situado frente por frente a su local, lo que les obliga a crear incentivos que estimulen la fidelidad de la clientela. Todo ello lo engarzan los autores como no podía ser menos con una historia sentimental, la que surge entre el protagonista y Dana, un de las clientas del Bar, acompañante forzosa de una tía pelmaza.
Una historia sencilla e ingenua relatada con dibujo de trato lineal y fondo de color que, al margen del relato propiamente dicho, sirve para poner de relieve las dificultades que debe afrontar el empleado de un establecimiento de este tipo por la impaciencia, la intemperancia, la urgencia o simplemente la mala educación de algunos de los clientes. “Soy camarero” nos invia a sincerarnos con nosotros mismos y a hacer un examen de conciencia que nos permita constatar cuántas veces hemos sido protagonistas de comportamientos poco correctos con el personal de servicio de los locales públicos que, efectivamente, deben estar disponibles para atender a los clientes, pero merecen también ser tratados con cortesía, educación y, a ser posible, también con generosidad.
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