Rubalcaba fue un gran político y un gran parlamentario que nunca hizo nada indecente, ni inmoral (Antonio Caño)

Para Caño, Rubalcaba fue un “gran parlamentario y un gran político”, capaz de mantener buena relación personal con sus adversarios (con Rajoy fue “estrecha y afectuosa”) y que “no hizo nunca nada indecente, ni inmoral”.

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Libros    Rubalcaba.Un político de verdad

 

Es bien sabido que en España todos son elogios para las personas… una vez que han fallecido, algo que, desde luego, no siempre está justificado. Aunque cuando esos elogios se refieren a un político y llegan desde los diversos arcos del espectro ideológico, incluidos los de quienes fueron sus adversarios, entonces es que muy posible que no carezcan de fundamento. Así ha ocurrido con la figura de Alfredo Pérez Rubalcaba, un destacado dirigente del PSOE que llegó a ser secretario general de su partido, y sobre el que el periodista Antonio Caño dice que “en medio de la ciénaga en que se ha convertido la política en España, el recuerdo de Rubalcaba emergió de repente para los ciudadanos como un gigante”.


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Caño lo conoció bien y le ha dedicado un excelente estudio biográfico titulado “Rubalcaba. Un político de verdad” (Plaza y Janés) en el que describe con gran profusión de detalles su peripecia personal, desde la infancia, juventud y estudios universitarios hasta su entrada en política, para explicar seguidamente el itinerario que siguió tanto en la Administración Pública, como en la vida partidaria en una carrera que, afirma, no fue precisamente apacible.


Santanderino de nacimiento, segundo de cinco hermanos, hijo de un piloto de Iberia, se educó en el elitista colegio madrileño del Pilar donde cimentó una sólida amistad con Jaime Lissavetzky, que conservaría toda su vida. Ejerció como “penene” (profesor no numerario), se adscribió inicialmente a la Convergencia Socialista de Madrid que se incorporó al PSOE en 1977 y ocupó todo tipo de cargos, habiendo sido el dirigente socialista que ha ocupado durante más años una cartera ministerial. Y eso pese a que “no quiso nunca mediar en el partido, que en el fondo le aburría bastante, ni se dedicó a crear una red de favores e influencias”, aunque tuvo sus diferencias -participó del “clan de Chamartín” contra Guerra- y en algunos momentos sufrió de cierta marginación entre sus propias filas.


Partidario del acuerdo y la concordia, negoció con el PP por encargo de Zapatero el pacto antiterrorista y apoyó la ilegalización de Batasuna propuesta por ese mismo partido. Añade que no conspiró con lo ocurrido el 11 de marzo pese a que “supo ver el error descomunal que cometió el PP y tuvo una intervención magistral que le dio el triunfo a su partido”. Tampoco tuvo nada que ver con la operación “Pásalo”, sino que se opuso a ella, si bien puntualizó que “los ciudadanos españoles se merecen un gobierno que no les mienta y les diga siempre la verdad”.


Caño recuerda su actitud frente a los nacionalismos periféricos y recuerda que se opuso al proyecto de Ibarretxe (“no se pueden anteponer los derechos de los pueblos, siempre difíciles de definir, a los derechos de los ciudadanos”) y en lo que se refiere al estatuto catalán, “siempre se había opuesto a la idea de la plurinacionalidad”. Sin embargo, “estuvo obsesionado hasta el último día de su vida en la búsqueda de una solución que combinara su amor por la ley, por España y por las instituciones de nuestra democracia con el reconocimiento de las identidades distintas en Cataluña, País Vasco y quizá también otros territorios”. De ese espíritu surgió la “declaración de Granada” cuya inspiración le atribuye.


Para Caño, Rubalcaba fue un “gran parlamentario y un gran político”, capaz de mantener buena relación personal con sus adversarios (con Rajoy fue “estrecha y afectuosa”) y que “no hizo nunca nada indecente, ni inmoral”; un hombre que, pese a que llegó a ser poderoso e influyente, nunca abandonó como vivienda el piso que se compró cuando se casó en 1952… ¿Lo pillan…?


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