“Vals negro”: la emperatriz Sissi, reinterpretada por Ana María Moix

Pocos personajes históricos femeninos han merecido tanta atención como la emperatriz Elisabeth de Austria-Hungría, conocida gracias al cine como Sissi.

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Libros   Vals negro

 

Pocos personajes históricos femeninos han merecido tanta atención como la emperatriz Elisabeth de Austria-Hungría, conocida gracias al cine como Sissi. Su inesperado idilio con su primo, el emperador Francisco José I, al que en realidad se había destinado a su hermana mayor Elena, el difícil tránsito desde la desacomplejada familia de su padre Maximiliano de Baviera a la encorsetada corte de Viena, su desapego por la pompa y el boato, su afección por el reino de Hungría, que se sentía postergado en el imperio, su afición por el deporte y los viajes y, en fin, su trágico final, hicieron de ella un personaje predilecto por parte de toda suerte de autores para biografiar su asendereada peripecia o para fabular en torno a ella y escribir versiones noveladas. Ana María Moix no pudo resistirse a tal tentación y dedicó a Elisabeth/Sissi su novela “Vals negro” cuya primera edición apareció hace más de tres décadas, pero que reedita ahora Circe.


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En un tema tan trillado como éste, Moix supo apostar por la originalidad y reconstruir el periplo vital de aquella mujer emblemática no una forma convencional, siguiendo un itinerario cronológico a través de una única voz, sino que optó por diversificar el relato utilizando para ello voces distintas de personas que la pudieron rodear y contemplar con ojos diferentes. Así hace que sea un segundo secretario de la Embajada belga quien, en funciones de amanuense vicario de su jefe, el representante de Bruselas en Viena, escriba las cartas de éste a su madre en la que cuenta los dimes y diretes, las peripecias y chismes de lo ocurre e la capital imperial, con especial interés por a vida pública y privada de los emperadores. También utiliza para ello al príncipe Meyer, al favorito del archiduque Luis Víctor, cuñado de Elisabeth, a la peluquera de la emperatriz Fannny Angerer, que pasa varias horas diarias con su egregia clienta, a la lectora y dama de compañía, la húngara Ida Ferenczy, a quien atribuye el interés de su señora por este país, a su amiga íntima, María Festetic, también húngara, o al escritor griego Constantino Cristomanos.


Para Moix el emperador resulta ser un hombre ciertamente enamorado, pero incapaz de despertar la pasión en su esposa, a la que, sin embargo, trata de complacer en todo y le agradece, sin duda, su mediación para promover medidas favorables a la población del imperio y para favorecer a Hungría, para el que la emperatriz se convirtió en valiosa valedora. Francisco José queda reflejado como un gobernante autócrata, pero a la vez como una persona considerada con los demás, incluido con el personal subalterno a su servicio. Sissi, por su parte, se revela como la mujer combativa que ya conocíamos, que tuvo que luchar contra el papel subsidiario y meramente protocolario que le pretendía adjudicar su tía y suegra, la temible archiduquesa Sofía, y se sentía desgraciada en el ambiente cortesano de Viena y feliz en su Possenhofen natal o en Hungría, a donde iba con cualquier excusa para acabar marchando luego aún más lejos (Italia, Madeira, Grecia) Curiosamente Moix no da especial relevancia a la relación que pudo haber entre la emperatriz y el conde Gyula Andrassy, adalid de la autonomía húngara, cuya amistosa relación con Sissi dio pábulo a calumnias que se revelaron injustificadas y al que cita muy de pasada.


Pero sin duda para Moix el personaje que queda mejor parado es el padre de la emperatriz, el duque Maximiliano de Baviera, amigo de la vida campesina, de los amigotes y de las juergas, desapegado de formalidades y padre de una familia en la que la relación entre todos sus componentes carecía de las rigideces que en el siglo XIX se presumían entre gentes de su alcurnia. Es, sin duda, el más simpático de “Vals negro”, una novela que se lee con gusto incluso por quienes han satisfecho hasta la saciedad su curiosidad para la más famosa -desde el punto de vista de cine y de las leyendas- de las emperatrices de la dinastía de los Habsburgo.


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