Cómo enfrentarnos a ir por la calle sin mascarilla

La psicóloga general sanitaria, Raquel Huéscar, defiende que tenemos que dejar "respetar los tiempos" de cada persona, ya que lo que por unos puede ser motivo de "alivio" para otros es una situación que puede llegar a provocar "miedo, inseguridad o estrés". 

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Archivo - Varias personas caminan con mascarilla

 


Archivo - Varias personas caminan con mascarilla

@EP


Definitivamente, el sábado 26 de junio ya nos podremos despedir de la mascarilla en el exterior. Este jueves la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha anunciado la aprobación del Real Decreto Ley en el que se establece que la mascarilla deja de ser obligatoria en espacios al aire libre donde se mantenga la distancia de seguridad. 


Tras más de un año este nuevo "complemento" dejará de ser obligatorio para todos. Si se piensa fríamente, nadie hubiera imaginado que un tapabocas iba a ser imprescindible en nuestro día a día, ni que iba a generarnos tanta "dependencia". Ahora es el momento de quitárnosla en los exteriores y esto puede generar en muchas personas, por las razones que sean, ansiedad, estrés, inseguridad, miedo… Todas ellas sensaciones fundadas después de lo vivido.


Tal y como apunta la psicóloga general sanitaria, Raquel Huéscar, "todos venimos atravesados por una situación complicada", lo subjetivo de cada uno hace que la vivencia sea algo muy personal. "La influencia de nuestro estilo de personalidad y nuestras experiencias provoca que algunas personas puedan sentir miedo o sentirse desprotegidos ante la ausencia de mascarilla", agrega.


Eso sí, en su opinión, la posibilidad de quitarse la mascarilla al aire libre no implica tener que hacerlo. "Probablemente algunas personas van a necesitar más tiempo y es necesario que respetemos esos tiempos". 


Además, Huéscar aprecia que algunas personas están viviendo toda esta situación, "potencialmente traumática para todos", de una forma que les lleva a evitar el acercamiento por encima de todo, con mucho aislamiento y reduciendo al mínimo los contactos.


"Para estas personas se les puede hacer complicado prescindir de mascarillas, aparecen angustias y temores demasiados elevados. Tendremos que aprender a sentirnos seguros y sin desconfianzas frente a los demás sin este complemento, por lo que para algunos va a llevar algo más de tiempo o de ayuda", subraya la psicóloga.


En cuanto a los que no se han vacunado o son de riesgo, Huéscar reconoce que efectivamente entre estos colectivos podría suceder la situación de miedo o respeto, pero también apunta que puede darse "en muchas personas que han vivido la pandemia con pánico, con temor al contagio, o con mucha angustia frente a la incertidumbre". 


"Y no siempre esas personas son las que más riesgo objetivo sufren, sino que muchas veces la culpa por contagiar a los seres queridos más vulnerables ha sido un elemento que ha restringido mucho los contactos", advierte la psicóloga general sanitaria.


PAUTAS PARA ENFRENTARNOS A ESTA SITUACIÓN


Con todo ello, la que también es miembro del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, remarca que cada uno con sus circunstancias tendrá que valorar si está preparado para una situación que ahora va a estar permitida, pero que para la que previsiblemente no todo el mundo está listo.


"La mayoría de la población ha sentido alivio con la posibilidad de quitarse la mascarilla al aire libre, pero las personas que no se sienten del todo seguras necesitarán más tiempo y éste tendrá que ser respetado. Los tiempos internos para superar los miedos (en este caso objetivos) no siempre corresponden con los impuestos desde fuera", insiste Raquel Huéscar.


Así, la experta aporta las siguientes pautas para ayudar a esas personas que no se sientan seguras al quitarse la mascarilla al aire libre:


1. Recuperemos el contacto con los otros. La pandemia ha sido, está siendo, y será una situación muy compleja y dura en la que estamos enfrentándonos a pérdidas y duelos de muchos tipos, como el trabajo, la salud, familiares, contactos personales, o abrazos entre otros. Necesitamos reencontrarnos con algo de ese contacto personal. Dejar atrás la mascarilla nos acerca a los otros, elemento del que estamos comprobando que necesitamos por encima de cualquier cosa.


2. Tomar el tiempo necesario. Los tiempos psíquicos no vienen determinados por las normativas externas. A veces, algunas personas por sus circunstancias van a necesitar algo más de tiempo y es importante respetarlo y respetarse a uno mismo. Sentir que no se puede o no se quiere ahora prescindir de la mascarilla no quiere decir que no se vaya a poder en breve.


3. Poner palabras a lo que acontece. Muchas veces ni uno mismo sabe lo que está pasando por dentro, pero es un buen ejercicio intentar poner palabras a los miedos, angustias o temores. No se resuelve por sí solo, pero se trata de una ayuda a la hora de conocer más en profundidad lo que nos ocurre y, en ocasiones, al compartirlo podemos alejarnos de la experiencia, tomar distancia y verlo desde otra perspectiva.


4. Aprovechemos lo bueno de la vida. Frente a lo ideal, está lo posible, lo que podemos hacer. Si algo nos ha enseñado esta pandemia es la limitación a la que hemos hecho frente. Por tanto, si tanto nos hemos quejado de lo incómodo de la mascarilla en ocasiones, dejémoslas ir cuando las condiciones son adecuadas y disfrutemos aliviados de su retirada.


EL CASO DE LOS BEBÉS Y LAS FAMILIAS, LOS GRANDES AFECTADOS


A Huéscar también le llama la atención otro aspecto relacionado con el uso de la mascarilla en este último año. I es el hecho de que este complemente haya generado una ocultación de parte de la expresión y del rostro. "Lo que para algunos es un alivio, dando la sensación de pasar desapercibido, para otros supone una pérdida de expresividad necesaria para generar empatía o reconocimiento de las emociones", indica.


En su opinión, en esto los niños y los bebés, que forman parte de la población vulnerable, están pasando años importantes de su crecimiento y de su socialización con muchos rostros a su alrededor parciales, sin gestos.


A su vez, mantiene que las madres están desarrollando el posparto con menos interacción con otras madres, con profesionales o grupos a través de las pantallas, con visitas restringidas y sin acompañantes: "Los bebés y sus familias son los grandes afectados sin voz de esta pandemia", culmina.

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