“Lorca a Catalunya”: itinerarios del autor granadino por tierras catalanas

Salvador Giné reconstruye en “Federico García Lorca a Catalunya” (Viena edicions) los periplos del autor por tierra catalanas, particularmente por Barcelona, del Hotel Ritz al Barrio Chino, de Montjuic al Tibidabo, pasando por el Turó Park, aunque fueron las Ramblas las que merecerían sus mayores elogios (afortunadamente no las ha podido ver en su realidad actual, con impersonales chiringuitos, sin pájaros y noches tristes y solitarias).

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Libros.Lorca a Catalunya

 


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Se recuerdan con habitualidad los viajes de Federico García Lorca a Cadaqués y la estrecha relación que tuvo con Ana María y Salvador Dalí, pero lo cierto es que el autor granadino mostró un acreditado interés por Cataluña en general, de la que se manifestó públicamente enfervorizado entusiasta y en donde tuvo muchos otros amigos (Gasch, Foix, Sagarra, Josep María Planes y un largo etcétera) con los que compartió tertulias, encuentros y experiencias. Hay que subrayar que fue precisamente en el teatro Goya de la ciudad condal donde estrenó en 1927 su primera obra teatral, “Mariana Pineda” y también la última, “Doña Rosita la soltera”, en 1935 en el Principal. En ambos casos con Margarita Xirgu, a la que le ligó una entrañable amistad, como protagonista.


Salvador Giné reconstruye en “Federico García Lorca a Catalunya” (Viena edicions) los periplos del autor por tierra catalanas, particularmente por Barcelona, del Hotel Ritz al Barrio Chino, de Montjuic al Tibidabo, pasando por el Turó Park, aunque fueron las Ramblas las que merecerían sus mayores elogios (afortunadamente no las ha podido ver en su realidad actual, con impersonales chiringuitos, sin pájaros y noches tristes y solitarias). Pero también, por supuesto, por el Empordà y otras poblaciones tales Hospitalet de Llobregat, Sitges, Badalona, Terrassa, Tarragona, Sant Cugat del Vallés, Reus, Manresa, Molins de Rei, Vic, Igualada, Martorell y Sabadell.


Se trata, por tanto, de una verdadera guía que permite reseguir la huella lorquiana, que el autor la enriquece con numerosos datos sobre los lugares, establecimientos, teatros, hoteles, restaurantes, parques, teatros, cabarés, tugurios y demás lugares visitados por el poeta. En muchos casos, desaparecidos o transformados tan profundamente que le serían irreconocibles al autor granadino. Todo ello va acompañado de numerosos gráficos: fotos de la presencia de Lorca en diversos puntos, catálogos, programas, dibujos de su autoría, anuncios de sus estrenos o conferencias y recortes de prensa sobre su actividad teatral. Ello no evita que el tropiece con algunas hipótesis sorprendentes, como la de acusar al obispo Irurita de “eximi franquista” (el prelado fue asesinado antes de que Franco fuese lo que llegó a ser y resulta harto dudoso que el obispo pudiera haberle conocido nunca); o aludir a “la derrota el 1714 de les tropes catalanes per les espayoles” (ambas luchaban por el que creían legítimo rey de España, tanto en Castilla como en Cataluña hubo partidarios de uno y otro pretendiente y el más eficaz defensor de Barcelona fue un castellano llamado Villarroel) Una pena que el excelente trabajo de Giné quede ensombrecido por estos llamémosles lapsus.


Y, en fin, no podemos menos que compartir el lamento que se incluye en sus páginas sobre la escasa presencia de Federico García Lorca en la toponimia barcelonesa, salvo una modesta calle del más alejado extrarradio (por cierto, la del Obispo llevó su nombre durante la guerra, como el de Irurita durante el franquismo; triste destino el de esta céntrica vía al haber tenido que honrar sucesivamente a dos personas asesinadas por sus ideas) y alguna lápida desperdigada. El recuerdo de su impronta bien merecería una presencia más explícita y digna. Muchos lugares hay perfectamente adecuados para ello.


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